Futuros menores. Luz Horne

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Название Futuros menores
Автор произведения Luz Horne
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9789563573466



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mi trabajo en diferentes sitios. Gracias, entonces, a quienes me recibieron: Alison Menezes y Paulo de Souza Aguiar de Medeiros, de University of Warwick; Claire Williams, el “Latin American Studies Centre” y el “Portuguese Research Seminar”, de University of Oxford; Eamon McCarthy, de University of Glasgow; y Gustavo San Román, de University of Saint Andrews. Además de la guía de Fiona, en University of Edinburgh agradezco al Instituto Camões y al Departamento de Film Studies, a Iona Macintyre, a Raquel Ribeiro, a Jessica Gordon-Burroughs y a Luciano Piazza. Agradezco a Constanza Ceresa, que me invitó a dictar una conferencia sobre Eduardo Coutinho en el Magíster en Literatura Comparada de la Universidad Adolfo Ibañez; a Valeria de los Ríos, que organizó el coloquio “Materialidades latinoamericanas” en el Instituto de Estética de la Universidad Católica de Chile y a Lucrecia Palacios, que me invitó a dar una conferencia sobre Lina Bo Bardi en el marco de la exposición “Antropofagia y Modernidad: Colección Fadel” en el Museo Latinomericano de Buenos Aires (MALBA). Gracias también a Luciana Levinton y a Juan Frigerio por las conversaciones en torno a Lina Bo Bardi. Agradezco al Instituto Bardi y a su directora, Sol Camacho, así como al Fundo Flávio de Carvalho, del Centro de Documentação Cultural (Cedae), de la Universidade de Campinas, que me abrieron las puertas de sus archivos y me ayudaron a conseguir algunas de las imágenes para este libro. Rui Moreira Leite me recibió en su archivo personal de Flávio de Carvalho y tanto él como Gonzalo Aguilar y Marcelo Moreschi me ayudaron a navegar las aguas turbulentas de Flávio para conseguir imágenes, manuscritos y bibliografía. Gracias a Maria Cecília França Lourenço por ayudarme a mapear la trayectoria de las exhibiciones nordestinas de Lina Bo Bardi. Gracias a André de Leones, a Cristina Amaral, a Patricia Frajmund, al Centro de Criação de Imagem Popular (Cecip), al Museu de Arte Moderna de São Paulo (MASP), al Museu de Arte Contemporânea de la Universidade de São Paulo (USP) y a William Kentridge por permitirme el uso de las imágenes.

      Les agradezco a amigas, amigos y colegas por las lecturas, las críticas y las sugerencias en congresos, seminarios y todas las “previas” y los “afters” en bares, caminatas y viajes: a Florencia Garramuño por la guía y por todos los mundos en común que compartimos desde los diversos campus hasta Brasil; a Gonzalo Aguilar por los préstamos, las preguntas y los entusiasmos brasileños compartidos; a Ale Laera por la escucha y la lectura incisiva y generosa; a Sandra Contreras, por los consejos, las lecturas y porque me invitó a dar un curso de Doctorado en la Universidad Nacional de Rosario en donde pude probar muchas de mis ideas. Gracias también a Bruno Bosteels, Karen Benezra, Ximena Briceño, Natalia Brizuela, Mario Cámara, Edgardo Dieleke, Cynthia Edul, Guillermo Feder, Álvaro Fernández Bravo, Daniela Flesler, Gustavo Furtado, Gabriel Giorgi, Erin Graff Zivin, Gisela Heffes, Héctor Hoyos, Laura Isola, Beatriz Jaguaribe, Ana Kiffer, Adriana López-Labourdette, Florencia Malbrán, Lía Munilla, Daniel Noemi Voionmaa, Fernando Rosenberg, Lucia Sa, Victoria Saramago, Claudia Soria, Javier Uriarte, Alejandra Uslenghi y Paloma Vidal. Este libro es también resultado del trabajo de escritura a cuatro manos que venimos realizando con Paola Cortés Rocca en el marco de un Proyecto PICT subvencionado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología de Argentina. Con ella y con el grupo de investigación que conformamos (Cynthia Edul, Francisco Lemus, Mariano López Seoane, Mora Matassi, Ana Neuburger, Agustina Pérez, Fermín Rodríguez, y Fátima Rubino) pensamos juntos sobre muchas de las preocupaciones de este libro.

      Los últimos años fueron, tanto colectiva como personalmente, años de mujeres. Sin la alegría, el amor y la compañía de mis hijas; sin lo que me enseñaron y me hicieron repensar tanto ellas como mis sobrinas; sin el sostén, la red y la charla prolífica de hermanas, amigas y colegas mujeres, no hubiera podido escribir este libro. A Victoria y a Violeta, las mayores, les agradezco por haberme dado mi lugar de menor, sin el cual estos futuros no existirían; a Jimena Zubia, porque lo menor siempre prolifera y deviene futuro; a Jessi Kalwill, por enseñarme a esperar las sorpresas que trae el tiempo sin reloj; a Ana Rascovsky, porque juntas construimos mundos en los intervalos barrosos entre la estacada y el musgo, y porque es el ejemplo más cercano de que la arquitectura se sale constantemente de la arquitectura. Agradezco la velocidad, la inteligencia y la amistad creciente de la usina de pensamiento Las Galgas. Gracias a Josefina Ludmer, que me enseñó a anclarme en el “aquí” de América Latina para luego –o en el mismo movimiento– poder salir y desbordarlo. Quizás es también a ella a quien le debo una última magia que me mandó, quién sabe desde dónde: Octavio Di Leo. Octavio llegó a mi vida para leerme con un amor, una sabiduría y una liviandad zen. Compartir con él el instante de alegría de la palabra es pura duración bergsoniana sin medida. Es desde ese tiempo fuera del tiempo que pude darle un final a este libro.

      Introducción

      La suspensión del tiempo moderno

      “Filosofar consiste en invertir la dirección

      habitual del trabajo del pensamiento”.

      Henri Bergson

      “El escritor emplea palabras, pero creando una sintaxis que las hace entrar en la sensación, o que hace tartamudear a la lengua corriente, o estremecerse, o gritar, o hasta cantar: es el estilo, el ‘tono’, el lenguaje de las sensaciones, o la lengua extranjera en la lengua, la que reclama un pueblo futuro”.

      Gilles Deleuze y Felix Guattari

      “[São] sensações não mensuráveis pela física moderna,

      que fracassa completamente quando a noção de tempo perde

      o seu sentido vulgar de cronômetro”.

      Flávio de Carvalho1

      Instante ya

      Hay una escena hacia el final de La hora de la estrella, la última novela que Clarice Lispector publicó en vida, que ilumina un lazo entre tiempo, palabra y materialidad y que permite una entrada a los problemas que aborda este libro. Macabéa –una mujer nordestina, inmigrante y desnutrida que vive en una pensión de Río de Janeiro– acude a una adivina para conocer su futuro luego de haber vivido su primer desengaño amoroso. Luego de un largo monólogo en el que no parece notar la presencia silenciosa de su clienta, la adivina se dirige a ella y le pregunta: “¿A ti te dan miedo las palabras?” Macabéa responde que sí. Entonces Madame Carlota le tira las cartas y comienza a vaticinar un futuro grandioso, un futuro de película. Le dice que va a venir un hombre alto, rubio, rico y extranjero que se va a enamorar de ella y la va a sacar de la miseria. Es como un cuento de hadas, un destino de Cenicienta que, por supuesto, termina siendo demasiado grande y monumental; demasiado feliz para la vida de una chica pobre. Acaso por la proximidad espacial de Macabéa con la anterior clienta en la sala de espera, la adivina confunde y mezcla el destino de ambas mujeres. Cuando una entraba, la otra salía llorando: las cartas no eran buenas, predecían que iba a morir atropellada por un auto. Macabéa sale de la consulta con un sentimiento desconocido de esperanza y felicidad, pero pocas cuadras después sufre el impacto de un Mercedes Benz en su cuerpo y tras una larga agonía, muere tirada en la calle, mirando el pasto que crece en el desagüe de la cloaca. Sin embargo, en el momento fugaz anterior al accidente, en ese instante de pocas cuadras antes de morir, Macabéa vive –por error– una vida que no es suya. Una satisfacción efímera y por pura anticipación, que no deja de ser real y proviene del efecto de la palabra de la adivina. Macabéa sale de la casa de la adivina convertida en otra persona: “Macabéa ficou um pouco aturdida sem saber se atravessaria a rua pois sua vida já estava mudada. E mudada por palavras –desde Moisés se sabe que a palavra é divina. Até para atravessar a rua ela já era outra pessoa. Uma pessoa grávida de futuro”. (Lispector, 1998, p. 79)2.

      La transformación que sufre Macabea es radical. Es un cambio de piel –una metamorfosis– que la hace mirar el mundo entero bajo una nueva luz. Macabea cree en la palabra de la adivina y –a su modo– tiene una sabiduría: sabe que la palabra tiene un efecto real, independientemente de que el futuro que predice se cumpla o no. Tenerle miedo a las palabras implica saber que las palabras pueden arrojarnos hacia el exterior de nosotros mismos y otorgarnos en ese acto un segundo nacimiento, una nueva infancia que nos modifique para siempre y que ya no podamos ver, oír, sentir o incluso vivir de la misma manera. Se produce entonces una cierta magia, un cambio de forma –Macabea era otra– y una continuidad casi física entre