Verbos de cal y arena. Mónica Balmelli

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Название Verbos de cal y arena
Автор произведения Mónica Balmelli
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9788419198013



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comenzaron la convivencia. Volvían a ser cuatro, pero eso duró poco porque pronto se enteraron de que Celina tendría un bebé.

      Daniela fue feliz con la noticia y la felicidad fue total el día que nació su nuevo hermanito. Lo de hermanito es un decir, porque era una criatura enorme de más de 4 kilos.

      Una tarde de inusual calor para ser invierno, Paula y ella fueron andando hasta el hospital, donde lo conocieron y se enamoraron de él.

      Lo llamaron Martín y fue el primer niño que Daniela sintió como suyo.

      Como Celina y Pedro trabajaban, Daniela empezó a estudiar en el turno nocturno y se ocupó de cuidar a Martín durante el día. Crecía rápido y era muy inteligente. Con un año y medio el pequeño contaba con un amplio repertorio de palabras que utilizaba de manera precisa. Sus hermanas jugaban a enseñarle las letras de unos cubos de plástico. Cada cubo tenia seis letras, una por cada cara, que relacionaba con palabras cuya inicial coincidía con la letra representada. Fue la base para que antes de los cuatro años el niño ya supiera leer.

      Cuando Martín tenía tres años, Daniela se marchó de la casa de su madre para comenzar otra etapa de su vida.

      Traicionar

      Daniela estaba comenzando su juventud y sus amigos seguían siendo los mismos. Pero un día ella cometió un gran error que provocó que se distanciara de ellos durante tres años: traicionó a una de sus amigas.

      A Silvia siempre le había gustado un chico del que Daniela sólo conocía el nombre: Fabián. Una noche que salieron todos juntos, se lo encontraron disfrutando de la misma actividad que ellos. Enseguida lo integraron al grupo. Silvia y Fabián salieron solos alguna vez, sin llegar a mucho; se estaban conociendo.

      Pero el verano llegó y, como siempre, Silvia y Marina se fueron de vacaciones con sus padres. Daniela, en cambio, nunca iba de vacaciones y Montevideo es una ciudad pequeña. Por casualidad se encontró con Fabián, con su irresistible sonrisa y sus masculinos brazos abiertos. Ese día ambos se conocieron mucho más de lo que él había llegado a conocer a Silvia.

      Comenzaron una relación más formal y al cabo de un año fueron a contarle a Celina que habían decidido vivir juntos.

      Pero ya no volvió a salir con Marina, Bruno dejó de hablarle y a Silvia la vio por última vez el día que fue a contarle lo que había hecho.

      Trabajar

      Durante su adolescencia, Daniela ya hacía algunos trabajos como repartir publicidad o cuidar de los hijos de algún vecino.

      Cuando cumplió los 18 años y las empresas ya podían hacerle un contrato, empezó a buscar empleos de jornada completa.

      Desde siempre supo que, más temprano que tarde, su vida económica dependería exclusivamente de ella. Sus padres eran trabajadores que, como la mayoría, vivían al día y apenas les daba para cubrir las necesidades básicas de sus respectivas familias.

      Debido a su falta de experiencia, los primeros trabajos a los que pudo acceder fueron tareas tediosas que lo único que le aportaban era cansancio. Sin embargo, no decayó en su voluntad de seguir aprendiendo para, algún día, poder dedicarse a algo que le gustara y motivara.

      Encontrar

      Estando con Fabián, fueron un día hasta el teatro Solís a comprar unas entradas para ver un espectáculo. Se trataba de un concierto en el que Daniel Viglietti cantaba sus canciones y Mario Benedetti recitaba sus poemas. Le habían puesto por título “A dos voces”.

      Después de comprar las entradas, se quedaron admirando la impresionante arquitectura del teatro y Daniela estaba absorta observando las columnas cuando, al girarse de repente para comentarle algo a Fabián, se encontró de frente a escasos centímetros de Mario Benedetti, quien le tocó el brazo y le dijo : “Disculpe”.

      Ella se quedó petrificada por la impresión, no le salió ni una palabra de su garganta y supuso que la mandíbula le llegaría al pecho, aunque no tenía un espejo para comprobarlo.

      Le llamó la atención haberse encontrado con sus ojos a la altura de los suyos y pensó que era increíble que alguien tan grande tuviera tan poca estatura. Daniela siempre había admirado su poesía y su particular forma de expresarse, tan sencilla que hasta siendo una niña podía entenderlo y a la vez tan compleja que era capaz de hacerla sentir intelectual y emocionalmente conectada con el autor.

      Cuando aquel admirable hombre se alejó, ella buscó el rostro de Fabián, quien la miraba desde una distancia en que lo había visto todo con una amplia sonrisa. Daniela le comentó que el hombre olvidaría ese encuentro al instante siguiente mientras que ella lo recordaría toda su vida.

      Discutir

      Dicen que lo que mal empieza mal acaba.

      Esa relación por la que dejó a sus amigos, a su madre, y hasta a ella misma, tuvo sus momentos buenos pero predominaron los malos. Discutían mucho; estaban bien una semana y dos semanas mal.

      Además, él tenía un hermano que estaba casado con una mujer más joven que Daniela y el matrimonio ya tenía dos niños. Daniela sentía que tenía que competir todo el tiempo con la mujer de su cuñado para poder mantener la atención y el cariño de Fabián ya que la fraternal relación estaba basada en una rivalidad que salpicaba muchos aspectos de sus vidas.

      Sentía celos y estaba agotada. Un día se miró en el espejo y se preguntó quién era. Miró a Adriana, la joven madre, una de las personas más bondadosas que había conocido, y se dijo que no podía seguir así. Todo lo que no le gustaba de sí misma tenía que ver con esa tóxica relación.

      Dejó a Fabián y se llevó consigo una valiosa lección sobre los celos. Le parecieron un sentimiento primitivo, poco reflexivo y bastante inútil, que nada tenían que ver con el amor, más bien lo contrario, ya que reflejaban una parte muy desagradable de ella misma y anulaban la maravillosa persona que sabía que podía llegar a ser. Decidió desterrarlos de su vida para siempre.

      Era necesario disculparse con Adriana, quien había sido objeto de sus perfidias y que, a pesar de eso, nunca había albergado ningún sentimiento negativo hacia Daniela. Tras una sincera conversación con ella, en la que expuso su arrepentimiento, Daniela se ganó su amistad y la de sus dos preciosos hijos, una niña y un niño, que después de tantos años aún la llaman tía.

      Perdonar

      Lo primero que hizo fue ir a hablar con Marina. Ya habían tenido contacto anteriormente pero no se sintió segura hasta que dejó a Fabián definitivamente. Le pidió consejo y ayuda a su amiga para ir a hablar con Silvia.

      Silvia la esperó en su casa una tarde; Marina le había dicho que Daniela iría allí. Se la encontró tranquila y hermosa. Le dedicó una sonrisa y empezaron a hablar después de tanto tiempo.

      Daniela le pidió perdón, le dijo que la había echado mucho de menos, que sólo quería volver a ser su amiga y que la quería mucho. Silvia le contestó que ella la había perdonado hacía tiempo, que gracias a ese acontecimiento ella había recibido el amor y el apoyo de un amigo con el que había comenzado una relación que la hacía muy feliz.

      -¿Y quién es ese amigo? – le preguntó Daniela gratamente sorprendida.

      -Javier- le contestó Silvia.

      - ¿Javier? ¿Nuestro Javier?

      -¡Sí! – contestó Silvia con una gran sonrisa.

      Se abrazaron emocionadas y, felices de haberse reencontrado, se desearon lo mejor para sus respectivas vidas y se prometieron seguir juntas para compartirlas.

      Al salir de la casa de su amiga, Daniela iba pensando amargamente en cuántas más cosas se habría perdido durante ese tiempo debido a su orgullo y estupidez.

      Caminar

      Daniela tenía un nuevo trabajo y lo estaba disfrutando. Básicamente, consistía en caminar y eso era algo que le gustaba y que había hecho durante toda su vida. Era en una empresa de correos con distribución en todo Montevideo.