Название | El precio de la democracia |
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Автор произведения | Julia Cage |
Жанр | Социология |
Серия | |
Издательство | Социология |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9786079946579 |
Destaquemos, finalmente, la importancia del papel que desempeñan las legislaciones. En Alemania, las cuotas de los militantes son elevadas porque éstos son numerosos, pero también porque el Estado las fomenta subvencionando fiscalmente las donaciones individuales inferiores a 1650 euros. Lo mismo en España, que, en proporción a su población adulta, ocupa el segundo lugar —después de Alemania— en cuanto a la generosidad de los militantes: desde 2007, los militantes de un partido político pueden beneficiarse de una exención de impuestos igual al monto de su aportación, hasta por 600 euros. Esta exención beneficia al PSOE y a la vez, en menor medida, al Partido Popular. No sorprende que en cambio, en Italia, las cuotas de los militantes sean tan exiguas: contrariamente a las donaciones y a las contribuciones de los funcionarios electos, no dan derecho a ventaja fiscal alguna.
EL FINANCIAMIENTO PRIVADO
DE LAS CAMPAÑAS ELECTORALES
Hasta el momento nos hemos concentrado principalmente en las donaciones a los partidos políticos. Para finalizar este recorrido por las realidades del financiamiento privado de la democracia, consideremos ahora el financiamiento de las campañas electorales. En efecto, en un país como Francia, que utiliza un modelo de comicios uninominal, cierto número de ciudadanos contribuye a las campañas electorales haciendo donaciones directas a los candidatos. Por desgracia, los datos fiscales franceses no permiten distinguir entre las donaciones hechas por los contribuyentes a las campañas electorales y otras donaciones (las donaciones a campañas están incluidas en la categoría de “donaciones aportadas a otros organismos de interés general”, que también comprende, por ejemplo, las donaciones a fundaciones empresariales, universitarias e incluso a la Fondation du Patrimoine [Fundación del Patrimonio]).35 No obstante, es posible obtener información agregada sobre el monto total de esas donaciones a partir de las cuentas de campaña de los distintos candidatos.
FIGURA 34. Donaciones de personas físicas a las campañas electorales en Francia, 1995-2017.
Las donaciones a las campañas varían mucho de un tipo de elección a otro —por ejemplo, las elecciones municipales dan lugar a más donaciones que otras elecciones—, pero también de un año a otro (figura 34). Por ejemplo, los candidatos a la elección presidencial de 2012 recibieron muchas más donaciones (9.3 millones de euros en total) que los candidatos a la elección presidencial de 2017 (4.7 millones de euros). La comparación entre Nicolas Sarkozy (cerca de 6 millones de euros en donaciones en 2012) y François Fillon (¡apenas 6600 euros, es decir, casi cien veces menos!) resulta, desde este punto de vista, impactante. ¿Se trata de un efecto “primario”? En efecto, las primarias de Les Républicains en 2016 permitieron al partido cosechar 9.4 millones de euros (rindieron mucho más de lo que costaron). Ahora bien, esta ganancia se volcó a la cuenta de la campaña de François Fillon. ¡Inútil para él, por consiguiente, invertir en una nueva recaudación de recursos! Sobre todo porque, si añadimos al efecto primario un efecto Penélope, quizá dicha recaudación no habría sido tan fácil.
Más allá de estas variaciones, en promedio en el último ciclo electoral (2012-2016), los franceses donaron, cada año, 12 millones de euros de dinero privado para financiar las campañas.36 Contrariamente a las donaciones a los partidos políticos, el financiamiento privado de las elecciones en Francia (12 millones de euros) es mucho más exiguo que el financiamiento público (52 millones).
Si sumamos las donaciones a partidos políticos y las donaciones a candidatos, cada año 113 millones de euros de dinero privado alimentan el funcionamiento de la democracia en Francia, es decir, apenas un poco menos que el total del financiamiento público (119 millones). Ahora bien, como veremos en el capítulo 8, estas decenas de millones de euros de dinero privado tienen un efecto directo en los resultados electorales de los candidatos de diferentes partidos, así como en las políticas aplicadas por los funcionarios electos.
***
Para concluir, ¿qué nos han enseñado estos capítulos dedicados al financiamiento privado de la democracia?
Uno, que las donaciones a los partidos políticos y a las campañas están extremadamente concentradas, pues la contribución financiera de los más ricos a la vida política es muy superior a la proporción del ingreso total que representan, incluso en países como Francia, donde el monto de las donaciones está limitado.
Dos, por paradójico e injusto que pueda parecer —al menos a ojos de los ciudadanos comunes, los que parecen beneficiarse con este sistema adaptándose muy bien a él—, la mayor parte de las democracias occidentales han aplicado un sistema de reducción fiscal gracias al cual el Estado subvenciona muy generosamente las preferencias políticas de los más adinerados, lo cual no es el caso para la mayoría de los ciudadanos. En otras palabras, en las democracias de hoy, no sólo una persona no equivale a un voto, sino que los más pobres pagan para que los más ricos puedan asegurarse de que el partido de su elección llegue al poder.
Tres, esta situación está muy lejos de ser políticamente neutra. No resulta sorprendente —o al menos ya estamos habituados a ello—, pero los ciudadanos no contribuyen al azar a los diferentes partidos. Así, los partidos ubicados hacia la derecha en el espectro político tienden, en todos los países, a recibir más donaciones —de individuos o, cuando está permitido, de empresas— que los partidos de izquierda. Cierto es que esta diferencia se compensa, en parte, por el hecho de que los funcionarios electos y los militantes aportan mucho más a sus partidos hacia la izquierda del espectro, pero, a fin de cuentas, los partidos de derecha, en promedio, son mucho más ricos que sus homólogos de izquierda.
Como si todo eso no bastara, en el próximo capítulo veremos que las donaciones a candidatos y a campañas están lejos de ser, para los más adinerados, el único medio para influir en el juego político. Hay muchas otras formas, a menudo aún menos reguladas, comenzando por el financiamiento de think tanks y la compra de medios de comunicación.
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