Название | La cultura como trinchera |
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Автор произведения | Maria Albert Rodrigo |
Жанр | Социология |
Серия | |
Издательство | Социология |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788437096186 |
Recapitulando, nuestro estudio pretende abordar cinco puntos esenciales para caracterizar las políticas culturales valencianas de los últimos treinta años: las grandes líneas de la evolución histórica de dichas políticas; las relaciones que se establecen entre las administraciones públicas (estatal, autonómica, provincial y local); la percepción que de las políticas culturales tienen los diversos agentes culturales (políticos, técnicos de cultura, profesionales, fundaciones, asociaciones e industrias culturales); el impacto del conflicto lingüístico e identitario en la implementación de las políticas culturales; y los factores que singularizan la política cultural valenciana respecto al resto de España. Todo ello se hace abordando tres aspectos clave del sistema cultural valenciano, sintetizados en una serie de sociogramas, como son su propia estructura básica (sectores y componentes); las relaciones normativas y de financiación; y las relaciones de comunicación e influencia entre dichos sectores. De este modo pretendemos haber contribuido, como ya señalamos, a realizar una primera aproximación cualitativa al estudio sociológico de la política cultural en el País Valenciano, que necesariamente ha de ser enmarcado en un trabajo más ambicioso sobre la comparación de las diversas políticas culturales autonómicas dentro del Estado español.
2.LA EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LAS POLÍTICAS CULTURALES: DE LA RENAIXENÇA AL FRANQUISMO
2.1La identidad valenciana y la Renaixença cultural
El estudio de las políticas culturales en el País Valenciano requiere considerar su trayectoria histórica, de donde deriva el conflicto identitario valenciano que sirve de trasfondo a la puesta en marcha de las políticas culturales contemporáneas, especialmente si consideramos que en el moderno contexto del Estado de las Autonomías la Comunitat Valenciana se presenta como la «cuarta nacionalidad histórica» (Soler, 2008), como queda constatado de manera indirecta en el Estatut d’Autonomia de 1982 y de manera bastante explícita en el de 2006. Como bien han subrayado Mollà y Mira (1986), el País Valenciano experimenta un proceso de hibridación o mestizaje desde su propia constitución como reino cristiano incorporado a Occidente que lo constituye como de impura natione. Ello es así por la confluencia originaria entre las culturas de los conquistadores aragoneses y los catalanes, ambos con sus respectivas lenguas (castellano y catalán), usos y costumbres, sobre un territorio musulmán que sólo dejaría de serlo definitivamente en 1609, con la expulsión de los moriscos, que todavía por entonces constituían la mayoría de la población valenciana en extensos territorios.
A partir de dicha confluencia cultural, el análisis de la «identidad valenciana», que en la contemporaneidad más reciente (desde la transición a la democracia) reviste rasgos especialmente conflictivos, requiere, como ha señalado acertadamente Baydal (2008) una distinción entre cuatro tipos de identidades colectivas: dos empleadas para las sociedades tradicionales, como son la identidad étnica y la identidad territorial, y otras dos válidas para la contemporaneidad, como son la identidad regional y la identidad nacional.
Los territorios conquistados por los catalano-aragoneses durante el siglo XIII, y mayoritariamente colonizados por catalanes durante la Edad Media, conforman una comunidad étnica en tanto que comparten unos vínculos biológicos y similares rasgos culturales. Dichos vínculos etnoculturales construyeron una conciencia colectiva que se puede catalogar como identidad étnica, caracterizada por la religión cristiana y la lengua catalana. En ese sentido aparece el concepto medieval de «nación catalana» como el grupo de catalanohablantes (comunidad étnica) de la Corona de Aragón. Por otra parte, esta «identidad étnica» común a catalanes, valencianos y mallorquines convivió con diversas identidades territoriales.5
Según Baydal (2008), la autonomía de las diversas entidades políticas que formaban la «nación catalana» (el Principado de Cataluña y los Reinos de Valencia y Mallorca) acabó enmarcando otros ámbitos de pertenencia colectiva vinculados a estas mismas estructuras jurídico-institucionales. Esta situación determinó el desarrollo de «patriotismos regnícolas» vinculados a las instituciones forales y al sistema pactista. En el marco de la Corona de Aragón, fueron estas «instituciones territoriales» las que se desarrollaron en la Edad Moderna, atrayendo hacia sí las nociones coetáneas de «nación» y de «lengua», que pasaron a coincidir a nivel onomástico con el gentilicio de la comunidad política («catalán», «valenciano» y «mallorquín»). Así, pues,
a partir del segle XV trobem pràcticament en exclusiva aquest tipus d’autorepresentació col·lectiva construïda sobre una base «constitucional» o «republicana», vinculada als ordenaments juridicopolítics més que no pas als paràmetres de tipus etnicocultural –llinatge, llengua i religió–, que són els que articulen en primera instància el concepte d’etnicitat» (Baydal, 2008: 190-191).
De modo que durante la Edad Moderna se desarrollaron unas identidades colectivas vinculadas primordialmente a las estructuras jurídicas y a la conciencia histórica propia de cada una de las entidades políticas territoriales de la Corona de Aragón, visibles incluso después de desaparecidas aquellas estructuras a comienzos del siglo XVIII a raíz del Decreto de Nueva Planta de Felipe V, que incorporaba el País Valenciano a los usos y leyes de Castilla. De modo que se mantuvo la memoria del Reino de Valencia, así como una adscripción identitaria a este territorio delimitado por la historia. Ello significa que, pese a que existía una continuidad etnocultural entre Cataluña y el País Valenciano, la separación política de facto (Principado de Cataluña y Reino de Valencia, cada uno con sus fueros y ordenaciones jurídicas) acabó generando una progresiva distancia etnocultural. Por ello, la consolidación de un espacio político valenciano produjo poco a poco la concreción de un espacio autónomo de consciencia de una identidad territorial: la aparición de un nombre para el pueblo, poble valencià, e incluso de un nombre «político» para la lengua común, llengua valenciana. De manera que la lengua compartida irá gradualmente dejando de ser percibida como única y común, tanto en el País Valenciano como en Cataluña (Mira, 1997). Sólo el proyecto nacionalista de Països Catalans, popularizado en la segunda mitad del siglo XX, intentaría hacer renacer la vieja identidad común, trasladando la unidad cultural a un proyecto de unidad política.
A partir del siglo XIX, estas «identidades territoriales» fueron sometidas a un proceso de reinvención para integrarlas regionalmente en la nueva identidad nacional vinculada a la construcción del Estado-nación español:
per això considerem que, a partir d’aquest procés de desenvolupament de la comunitat nacional contemporània, és preferible utilitzar la noció d’«identitat regional» en substitució de la d’«identitat territorial», en consonància amb la distinció aplicada a aquesta època entre les categories conceptuals de «regió» i «nació» (Baydal, 2008: 191-192).
Es decir, con el advenimiento de la contemporaneidad, junto a la identidad nacional, aparece la identidad regional. Las identidades regionales de la modernidad se cimentarán inicialmente en las antiguas identidades territoriales construidas sobre los viejos territorios históricos, como lo demuestran