Название | El negocio del fútbol |
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Автор произведения | Christian Solano Obando |
Жанр | Сделай Сам |
Серия | |
Издательство | Сделай Сам |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789587579925 |
Todos estos cambios han generado un cisma dentro del deporte más popular del mundo fraccionando al fútbol en dos: “El fútbol de antes” y el “fútbol moderno”. Esta última división se enuncia con una curiosa nomenclatura teniendo en cuenta que el fútbol es una invención que viene de la mano de la modernidad; es decir, tiene como antecedentes históricos hechos determinantes para la configuración de los siglos XIX, XX y XXI.
El nacimiento del fútbol, situado en el último tercio del siglo, está precedido por hechos sociales, económicos, políticos y culturales tan significativos como el Renacimiento (1300–1600), el descubrimiento de América (1492), la Ilustración (1715–1789), la Revolución Francesa (1789–1799) y la boyante Revolución industrial (1760–1840), todos concebidos bajo la denominación histórica de la edad moderna. Así que, si nos ceñimos a una definición cronológica de lo “moderno”, tendríamos que acordar que el fútbol es, de hecho, moderno y no dejará de serlo, está enmarcado en un espacio-tiempo que lo define como tal. De esta manera, es necesario buscar otras definiciones sobre lo que es “moderno” que nos permitan entender cuándo el fútbol es moderno.
Para empezar a aclarar el panorama, hay que ser taxativos y recurrir a la definición más pragmática del término. Lo “moderno”, según la Real Academia Española de la Lengua, tiene entre sus acepciones dos que hacen causa común: “Perteneciente o relativo al tiempo de quien habla o a una época reciente” y “Contrapuesto a lo antiguo o a lo clásico y establecido”. Es decir, es algo “nuevo”. De hecho, la palabra “moderno” viene de “moda”. Bajo esa mirada, cabe perfectamente la definición de lo moderno dada por el filósofo Marshall Berman: “Ser modernos, decía, es experimentar la vida personal y social como una vorágine, encontrarte y encontrar a tu mundo en perpetua desintegración y renovación, conflictos y angustia, ambigüedad y contradicción”. (Berman, 1989)
Entonces; el “fútbol moderno” es un fútbol “nuevo, cambiante y caótico”. Para un deporte con casi dos siglos de existencia y cuyo éxito se basa en la simplicidad y en la permanencia de un modelo sin muchos retoques, los cambios en su desarrollo representan una tormenta de caos que puede modificar para siempre el sentido del juego. Cada propuesta para adicionar cosas al fútbol abre esa gran división histórica entre los conservadores y los reformistas quienes chocan constantemente cuando el statu quo puede verse trastocado. Muchos casos sirven para ejemplificar esta división. Empecemos con el expediente “Fútbol africano”, un episodio con múltiples implicaciones que enfrentó a la FIFA con el continente negro.
La cosa es así: a mediados del siglo XX Europa adoptó una fuerte postura frente a la posibilidad de incluir en FIFA a los países que integraban la Confederación Africana de Fútbol, un símbolo de la unión panafricana en pro de la emancipación e independencia de sus territorios del dominio de las potencias imperialistas. Mientras los conservadores del balón y la burocracia contemplaban como inadmisible que los africanos tuvieran el mismo peso de voto que los europeos ante el máximo ente del balompié mundial, los reformistas, con previas y medidas intenciones como el dirigente brasileño Joao Havelange, se enfrentaron al entonces presidente de FIFA, Stanley Rous, con el ánimo de removerlo de su cargo y mejorar las condiciones del fútbol africano, cosa que nunca pasó.
Otro ejemplo práctico: el discutido video arbitraje y la lucha vigente entre conservadores y reformistas: conservadores como el periodista Santiago Segurola, quien desde su orilla ideológica manifiesta que el VAR es otro intento de “americanizar” el juego. El español va lanza en ristre contra aquellos que quieren incorporar en el fútbol las principales características de los deportes norteamericanos, en los que la tecnología detiene el juego en nombre del espectáculo. Por el lado de los reformistas, se defiende al VAR enarbolando como bandera la búsqueda de justicia. El sacrificio de la fluidez del juego en nombre de la verdad, apelando a una figura panóptica que permitirá castigar al infractor y ofrecer redención al agredido.
Y ¿qué tal si hablamos de los torneos y sus números de participantes? La Copa Mundo ha pasado de 13 equipos desde su primera edición en Uruguay 1930 a una disparatada propuesta de 48 selecciones lanzada al público por Gianni Infantino, presidente de FIFA. Para unos es democratización, para otros, demagogia.
A esta lucha entre bandos tenemos que sumar el juego de prestidigitación corporativa que transformó la palabra “hincha” en la palabra “cliente”. Los hinchas fieles que acompañan a sus equipos ya no son otro condimento más del entorno de un club, sino consumidores de un servicio que pagan por ver desde las gradas o desde los canales premium de televisión. Ya no son parte de una institución, son clientes de la misma. Están afuera, mendigando por victorias perteneciendo a una colectividad artificial. La captación de la emoción para su posterior conversión en dinero es otro de los elementos que caracteriza a nuestro fútbol con respecto al juego de caballeros disputado en las canchas de Sheffield.
En resumidas cuentas, esa es y será la dinámica del fútbol mientras exista. La lucha por imponer voluntades que beneficien al espectáculo y mantengan el espíritu del juego. Un choque entre hinchas y negociantes, emociones y finanzas, talento e intensidad y entre industriales y artesanos. La victoria de las nuevas propuestas frente a la estructura tradicional del juego es la mejor definición del “fútbol moderno”.
EL POSFÚTBOL
El periodista chileno Juan Pablo Meneses, autor del libro Niños futbolistas, apuesta por redefinir la expresión “fútbol moderno” bajo una nueva categoría que permite delimitar con claridad el cuándo y el cómo de este nuevo fútbol.
Meneses aporta el término “posfútbol” a la discusión, entendido como un nuevo deporte originado con la aparición de Lionel Messi en el fútbol profesional. El autor describe un fútbol distópico en el que los equipos más poderosos del mundo buscan niños talentosos de todos los rincones del planeta para enlistarlos en su disciplina. El negocio aquí es hallar talento juvenil a un muy bajo costo para ahorrarse un futuro fichaje multimillonario. (Meneses, 2013)
La historia del crack argentino resume el telos del posfútbol que trae de vuelta los patrones imperialistas que se extinguieron en el siglo XX. Así, del mismo modo en el que Inglaterra, España, Francia, Portugal, Italia y Alemania extraían las riquezas y materias primas de los países en vía de desarrollo del hemisferio sur, los clubes históricos de ese que llaman primer mundo crean innumerables escuelas de fútbol en cada rincón del planeta con el ánimo de captar talentos con la falsa promesa para niños y padres de un futuro bienaventurado en Europa jugando a la pelota. Con Lionel Messi, Barcelona decidió creer en un joven con un problema de crecimiento, pagó su tratamiento y escogió invertir a riesgo en una posible estrella. Al final, los catalanes recuperaron su inversión.
Aunque es muy claro y convincente el concepto de Meneses, podríamos echar unos años atrás en la historia para rastrear el momento en el que el fútbol cambió. El posfútbol no se puede definir con un solo hecho, es el resultado de varios procesos que convergen a través de los años, pero que tuvo como puntapié inicial la década de los noventas.
Hay cinco fenómenos que serán determinantes en la evolución del fútbol en el siglo XXI. Es justo empezar mencionando el “Informe Taylor” (1990), un documento que modificó el mundo del fútbol inglés tras una oleada de violencia hooligan que tuvo sus más trágicos picos con los episodios de Heysel y Hillsborough1. El informe supervisado por el juez Lord Justice Peter Taylor identificó los grandes problemas de seguridad del momento y propuso un paquete de medidas para adoptar en el fútbol británico entre las que se destacan la eliminación de alambrados en las tribunas, la obligación del público de permanecer sentado, la instalación de cámaras de video en los estadios y el registro de los datos de cada hincha que asiste a un partido de fútbol. El modo en que se vivía el fútbol en una cancha tuvo un antes y un después con las recomendaciones del juez