El libro negro del comunismo chileno. Mauricio Rojas

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Название El libro negro del comunismo chileno
Автор произведения Mauricio Rojas
Жанр Документальная литература
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Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789569981197



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medidas que pueden ser resumidas con ayuda de un par de párrafos de la biografía de Lenin escrita por Hélène Carrère d’Encausse:

      “Seguirán a esta orden innumerables mensajes del mismo tipo: enfrentado a la resistencia social Lenin ya no sabe más que ordenar medidas terroristas (...) Pero hay que señalar desde ya que genera una fuerte resistencia campesina, a la vez contra una política de requisas que pretende quebrar al sector por el hambre y contra ese mismo terror. Violencia de la desesperación contra la violencia leninista: Rusia se convierte en un país en que se despliega un terrorismo estatal sin precedentes.” (Carrère d’Encausse 1999: 342 y 345)

      Eran los inicios de un largo proceso que se prolongaría hasta los años treinta, cuando se doblega definitivamente a los campesinos rusos mediante acciones militares genocidas a la vez que se afianza el Gulag, es decir, el enorme sistema soviético de campos de concentración15. En total, unos veinte millones de personas perdieron la vida a causa de la represión y las hambrunas. Nada quedó en pie de lo conquistado por el pueblo ruso durante el periodo revolucionario-democrático que se inició en febrero de 1917 y se cerró en octubre de ese mismo año con el golpe de Estado bolchevique16.

      El marxismo-leninismo había triunfado, pero el costo humano de esa victoria había sido terrible. Quienes lo justificaron, aplaudieron y estuvieron dispuestos a imitarlo, como los comunistas chilenos, estaban convencidos de que ese era el precio que necesariamente se debía pagar para alcanzar la redención definitiva de la humanidad. Creyeron, como alguna vez escribió Marx (1976: 111), que el progreso humano se asemejaba a “ese horrible ídolo pagano que solo quería beber el néctar en el cráneo del sacrificado” y actuaron en consecuencia.

      II. La dictadura soviética y el pecado original del comunismo chileno

      Rusia revolucionaria, librando al mundo de la guerra, es el más poderoso baluarte de la verdadera democracia.

      Luis Emilio Recabarren (1917)

      El poder soviético surgió como un poder democrático, como una dictadura de la mayoría sobre la minoría, como una democracia cualitativamente superior a la que se conocía en Occidente.

      Luis Corvalán (1993)

      La transformación del Partido Obrero Socialista (POS) en Partido Comunista de Chile, propuesta por Recabarren en su III Congreso y consumada durante su IV Congreso celebrado en Rancagua en enero de 1922, está directamente relacionada con el impacto que entre sus adherentes tuvo la toma del poder por los bolcheviques en Rusia el año 1917. Luis Emilio Recabarren, fundador del POS en 1912 y figura icónica de los comunistas actuales, inició desde muy temprano lo que sería una constante del comunismo chileno hasta el colapso de la Unión Soviética en 1991: por una parte, presentar a una dictadura de corte totalitario como si fuese una “democracia verdadera”, cualitativamente superior a la “democracia burguesa”, y, por otra, justificar u ocultar sistemáticamente los crímenes de lesa humanidad cometidos por el régimen comunista implantado por Lenin, perfeccionado por Stalin y mantenido hasta el fin del país de los soviets.

      En febrero y marzo de 1918 el periódico Adelante de Talcahuano publicó cuatro columnas escritas por Recabarren a fines de 1917 en Buenos Aires que dan la tónica de la recepción de los hechos de Rusia que formará al comunismo chileno. Según esos textos, los “maximalistas” rusos (vocablo con el que Recabarren denomina a los bolcheviques de acuerdo a la usanza del momento) estarían convirtiendo a Rusia “en el más formidable baluarte de la verdadera democracia, de la democracia del pueblo honrado y trabajador” (Recabarren 2015: 551). También se afirma en estos textos que para lograr algo tan extraordinario y “cimentar su verdadera y auténtica revolución, el pueblo ruso no ha necesitado hacer funcionar ninguna clase de patíbulos” (Ibid.: 549). Además, mediante la revolución bolchevique Rusia habría dicho:

      “Adiós para siempre a la propiedad privada, herencia maldita del pasado, que fue la causa de tantos y tantos horrores humanos. El pueblo ha decretado su abolición y las cosas marchan a los hechos consumados. La soberanía verdadera del pueblo por medio del Soviet, reemplaza todos los gobiernos para realizar la administración forzosamente pública.” (Ibid.: 552)

      Por esas razones, Recabarren exclama:

      “¡Rusia maximalista es hoy la antorcha del mundo! Salud a esa Rusia. Rusia revolucionaria, librando al mundo de la guerra, es el más poderoso baluarte de la verdadera democracia (...) Doy, sin vacilar, mi voto de adhesión a los maximalistas rusos, que inician el camino de la paz y de la abolición del régimen burgués, capitalista y bárbaro. Quien no apoye esta causa, sostendrá el régimen capitalista con todos sus horrores.” (Ibid.: 551 y 553)

      Se trata de una serie de afirmaciones clave para entender la entusiasta adhesión a la causa comunista de parte de los compañeros de Recabarren, pero también notables por su absoluta falta de veracidad. Como hemos visto, cuando estos textos fueron publicados, en el país en el que según Recabarren imperaba la “democracia verdadera” y no funcionaba “ninguna clase de patíbulos” ya se había reimplantado la censura, se había creado una temible policía política con poderes prácticamente ilimitados, se había clausurado por la fuerza la Asamblea Constituyente y se había iniciado una política terrorista de requisas. El régimen que supuestamente debía “traer la paz perpetua” se preparaba en esos momentos para iniciar la guerra contra su propio pueblo apenas se lograse un armisticio con los alemanes y pronto se instauraría oficialmente el “terror rojo , dando inicio a una represión sin paralelos en la historia de Rusia17.

      De regreso en Chile, en abril de 1918, Recabarren se lanzará a una febril campaña de agitación en favor de la revolución bolchevique, marcando de manera decisiva la recepción que los acontecimientos de Rusia tendrán en su entorno. Así recuerda Salvador Ocampo, cercano colaborador del gran líder del POS y del PCCh, la intensa actividad de Recabarren en Antofagasta:

      “Yo recuerdo perfectamente que Recabarren salió a la calle con nosotros en 1918 a celebrar los triunfos de los bolcheviques y a proclamar que ese era el camino que tenía que seguir el proletariado (...) Hicimos mítines en diferentes lugares de la ciudad. Uno de esos lugares estaba cerca de mi casa. Era la plazuela Vicuña Mackenna, en la avenida Argentina con la calle Bolívar. Y en ese triángulo, digamos –14 de febrero era la otra calle–, Recabarren salía con los compañeros. Yo participaba también en esos actos a proclamar la necesidad de apoyar la Revolución bolchevique (...) Nosotros, los jóvenes, creamos una tribuna portátil y a veces salíamos con Recabarren a la calle. Yo andaba con la tribuna al hombro: era chiquillo, muchacho todavía. Y entonces, en cualquier lugar donde nos permitían las autoridades, plantábamos la tribuna y Recabarren empezaba a hablar”. (Citado en Ljubetic 2014: 4)

      Alguien podrá decir que la temprana apología y la agitación de Recabarren en favor de uno de los regímenes más criminales de la historia de la humanidad se justifica por lo reciente de los hechos y porque Recabarren no podía conocer aún la realidad de la barbarie que se estaba imponiendo. Sin embargo, después de una permanencia de 43 días en Rusia a fines de 1922, Recabarren vuelve a reiterar, con aún más fuerza, su visión apologética de la dictadura comunista en un folleto ilustrado con fotografías titulado La Rusia obrera y campesina que se publica en marzo de 1923:

      “Y pude ver con alegría, que los trabajadores de Rusia, tenían efectivamente en sus manos toda la fuerza del poder político y económico, y que parece imposible que haya en el mundo una fuerza capaz de despojar al proletariado de Rusia de aquel poder ya conquistado. Pude constatar además que la expropiación de los explotadores es completa, de tal manera que jamás volverá a Rusia un régimen de explotación y tiranía, como el que todavía soportamos en Chile. Pude convencerme, que no me había engañado anteriormente, cuando he predicado en este país, que el proletariado de Rusia tiene en sus manos todo el poder para realizar su felicidad futura y va reuniendo los elementos para construir la sociedad comunista, como verdadero reinado de justicia social. También pude saber cómo la clase trabajadora tomó en sus manos todo el poder y las responsabilidades del caso, y cómo por medio de la dictadura