Narración de rigor historiográfico que transcurre durante los inicios de la romanización de Hispania y forma parte de una serie de novelas titulada genéricamente Emporion. Es la continuación de La pátera del Lobo. El dominio de las riquezas de Hispania es vital para Roma, pero la sublevación íbera del 197 a. C. aleja el dominio romano. Dos años después, el cónsul Marco Porcio Catón desembarca al frente de un gran ejército en Emporion, bloqueada por los íberos. Debe levantar el cerco de la ciudad para asegurar la continuidad de la campaña, proseguir la conquista y asegurar el control de los recursos mineros del sur de la península Ibérica.
Lucio Emilio Paterno, un agente romano experto en asuntos hispanos, se convierte en el asesor directo de Catón. Pero la lucha contra los íberos no es el único problema, el partido escipiónico, enemigo de Catón, intenta que la misión fracase y Lucio Emilio deberá proteger al cónsul contra todo tipo de conspiraciones. Catón se nos presenta como un jefe militar próximo y a la vez astuto. Quiere acabar la campaña con rapidez y sin coste humano para sus tropas. En la batalla de Emporion cambia el curso de la historia, de Hispania y de Roma.
Traidores que cambiaron la Historia es el relato de algunas de las traiciones más célebres de todos los tiempos. Sucesos que, con su comisión, cambiaron el curso de los acontecimientos históricos en un país, un imperio y, a veces, en toda la Tierra.
Empezando por el más famoso de todos los traidores de la tradición occidental, Judas Iscariote, se repasan algunos de los casos más famosos de traición: Efialtés y los 300 espartanos; la muerte de Viriato; el asesinato de Julio César; la venta del reino visigodo de Hispania por el conde don Julián; o, más recientemente, los casos Dreyfus y Rosenberg; la sublevación militar de 1936 en España; o el misterioso asesinato de Osama ben Laden a manos de un comando estadounidense.
Estructurado en capítulos breves, con un estilo ágil y sentido del humor, Traidores que cambiaron la Historia hace un recorrido por varios momentos históricos no siempre bien conocidos y a menudo sorprendentes.
Traidores que cambiaron la Historia cuenta con un estilo divulgativo una serie de sucesos que influyeron en el desarrollo de los acontecimientos históricos de diversos países e imperios desde el antiguo Egipto hasta nuestros días.
La Iglesia formó parte de los esquemas de dominación y dependencia propios de la sociedad feudal al hacerse con la propiedad de grandes extensiones de tierras que favorecieron la creación de vínculos de dependencia con los campesinos que trabajaban en ellas. El estamento de los oratores, por tanto, no se limitó a ser el responsable de la oración y de la realización del culto divino. Al aceptar esta realidad sobre los cenobios medievales nos asaltan varias cuestiones. ¿Cuáles fueron los motivos que llevaron a las comunidades monásticas a romper el aislamiento voluntario que las caracterizaba? ¿Cómo ejercieron el poder sobre las tierras y los hombres que se encontraban en sus dominios? ¿Cuál fue el proceso que llevó a los monasterios a convertirse en centros de poder? ¿Cómo afectaron a este proceso las distintas reformas llevadas a cabo en el seno del monacato?
Isabel Ilzarbe, especialista en el estudio de la historia del monacato peninsular y en los procesos de creación de memoria histórica en el medio cenobítico, nos introduce en la realidad de los cenobios medievales para comprender qué rodeaba a los monasterios: cómo se organizaban, cuál era su relación con los poderes laicos y con los estamentos inferiores, qué ideas influyeron en la espiritualidad y la vida comunitaria y cuál fue la evolución de las distintas órdenes que se asentaron en los reinos cristianos peninsulares.
Esta obra recoge una selección de artículos y textos más o menos «urgentes» publicados por el autor en diferentes medios a lo largo de más de una década. No se trata de una compilación caprichosa y más allá de su ordenación cronológica y de su carácter fragmentario, responde a un doble propósito: el de de mirar al mundo de las letras, por un lado; y el de observar la realidad circundante desde las letras: desde los libros que como muletas le han venido acompañando en este peregrinaje por la cultura y por la vida. Llamaban los griegos hermesiano a todo aquello que encontraban casualmente por un camino, pues para ellos Hermes era el dios de los caminos y de la casualidad. Y así, a lo largo de los últimos años, el autor de Hermesiana. Noticias de letras fue hallando muchas cosas por los caminos y las veredas, cosas que le entusiasmaban y le enfurecían, pero que en todo caso le producían asombro y sobre las que se detenía a reflexionar dejando constancia escrita de cada hallazgo. Poseído por una especie de aversión hacia la figura del experto, de aquel que se propone conocer mucho de una parcela diminuta de la realidad al precio de ignorarlo todo sobre el resto, José María Matás decidió ir rescatando del estrépito verbal y visual de cada día aquellos rastros, descubrimientos, perspectivas, caprichos, con que se iba tropezando y que, pese a regalarnos la ilusión de un crecimiento ilimitado, corrían el riesgo de caer en el vértigo de una atomización que amenaza con convertirse en algo así como una extensión misma del desierto.
Carlos de Aragón y de Navarra, el príncipe de Viana por antonomasia, fue un personaje determinante en algunos episodios de la historia del reino de Navarra, de Castilla y de la Corona de Aragón. El contexto histórico en el que vivió fue tremendamente complejo y, a través de su vida, a través de biografías de la calidad historiográfica como esta de Vera-Cruz Miranda, se puede conocer más a fondo la historia peninsular de mediados del siglo XV. La infancia y juventud del príncipe fueron años tranquilos en tierras navarras; sin embargo, su destino cambió en el momento en el que murió su madre, la reina Blanca. A partir de entonces comenzaron las luchas con su padre, quien creía que no estaba lo suficientemente preparado para gobernar sus reinos. Estas desavenencias se plasmaron en una guerra civil en Navarra, de la que el príncipe prefirió huir para refugiarse en la exquisita corte de Nápoles al amparo de su tío el rey de Aragón. Cuando éste murió, salió corriendo para no verse envuelto en disputas en un reino que no era el suyo, pasando un año en Sicilia y otro en Mallorca. Los dos últimos años de vida transcurrieron en Cataluña, donde fue injustamente detenido por su padre; pero gracias a la implicación de las instituciones catalanas obtuvo una libertad muy corta debido a que la muerte llegó de manera inesperada. Con su muerte comenzaba el mito y la santidad del príncipe que ha perdurado hasta nuestros días. En la vida del príncipe no todo es guerra, intrigas y odios, también hay espacio para el amor, la poesía, la música y el placer por el lujo, pues muchos episodios sucedieron en ambientes culturales exquisitos y suntuosos. Acercarnos a su biografía es conocer y comprender momentos importantes del final de la Edad Media española.
La Edad Media fue una época especialmente difícil para las mujeres, sin embargo nos regalaron un legado de sabiduría, conocimiento y grandeza del que poco a poco vamos descubriendo su profundidad e importancia. Cristina de Pizán, Hildegarda de Bingen, Sabine von Steinbach, Jacoba Félicié, Beatriz de Día, María de Francia, Matilde de Magdeburgo, Catalina de Siena, Brígida de Suecia, Alice Kyteler o Gertrudis de Hefta son algunas de las protagonistas de este libro que nos acompañarán en un viaje al mundo de las catedrales, al nacimiento de las universidades y al crecimiento de las grandes ciudades europeas.
En esta obra se estudian las armadas y flotas creadas por los Austrias Mayores para administrar y proteger aquel vasto imperio del que se dijera que el Sol no nacía ni se ponía. Trece armadas permanentes con sedes en distintos puertos españoles, italianos y americanos, que se agrupaban o a las que se les añadían otras escuadrillas privadas o estatales cuando las circunstancias lo aconsejaban. En este libro se estudia el sistema naval del primer gran imperio de la Edad Moderna, el de los Habsburgo. Los territorios heredados por el emperador Carlos V fueron de tal extensión que únicamente la existencia de una marina permanente podía hacer viable su integración en una sola corona. Y en este sentido hay que decir que se diseñó un sistema naval razonablemente eficiente y sostenible, como lo prueba el hecho de que España dominase los mares durante buena parte de la Edad Moderna. La financiación fue también muy diversa entre otras cosas porque hubiese resultado imposible financiar la defensa de todas las costas del Imperio con fondos regios. Por ello, queremos insistir en el hecho de que ni era posible tener una o varias armadas reales ni tan siquiera recomendable. El mantenimiento de todas las armadas del Imperio hubiese supuesto un coste superior a los dos millones de ducados anuales, cifras verdaderamente astronómicas e inasumibles para la Corona. Se analiza la implantación del sistema de flotas para comerciar con las colonias, legislado a partir de 1564, como medio para defenderse de los corsarios. Zarparían dos anuales: una en abril y estaría integrada por los buques que se dirigían a Veracruz, Honduras y las islas antillanas, y la otra en agosto y estaría formada por los buques que se dirigían a Panamá, Cartagena, Santa Marta así como a otros puertos de la costa norte. Un sistema eficaz que mantuvo la relación entre la metrópoli y sus colonias, pues en más de dos siglos apenas cayeron un par de flotas en manos de los enemigos.
Raros supone el libro B de la Historia del siglo XX. Por él desfilan individuos marginales, extravagantes o alienados que se escapan de la uniformidad imperante. El personaje-narrador, un hombre innominado cuya biografía no cuenta con más méritos que el de dilapidar sin prisas pero sin pausa una herencia familiar, encuentra en estos hombres y mujeres un espejo en el que mirarse y una lección de vida (no siempre positiva).
Un hombre innominado, cuya biografía no cuenta con más méritos que el de dilapidar sin prisas pero sin pausa una herencia familiar, sopesa escribir Raros, un ensayo sobre individuos marginales, extravagantes o alienados que se escapan de la uniformidad imperante. Estos individuos, en su mayoría desconocidos, han escrito con sus vidas el libro B de la Historia del siglo XX. Un editor, fascinado por este proyecto anti-hagiográfico, le anima a escribirlo, pero el hombre tiene dudas: si hace realidad el único sueño de su vida, dar a conocer sus raros, ¿qué le quedará luego?
Raros avanza por dos carriles. En uno de ellos conocemos a esos seres enigmáticos que se han ganado el adjetivo de raros; en el otro accedemos -guiños metaliterarios incluidos- a la circunstancia actual de un hombre en crisis perpetua y también al proceso creativo del proyecto que puede darle sentido a su vida.
Todo el mundo ha oído hablar de Morgan o de Drake, incluso de Long John Silver o de Jack Sparrow -que nunca existieron-, pero pocos conocen hechos singulares como que Venecia actuó como estado pirata saqueando Constantinopla en 1204; que un rey de Aragón, Alfonso el Magnánimo, disponía de flota propia, y que llegaba al extremo de atacar enclaves de su propio reino para someterlos; que Colón pudo ser pirata, y que, de hecho, colaboró y contó con ellos para realizar el Descubrimiento… En realidad, la piratería, tan familiar y hasta entrañable en nuestro inconsciente colectivo, es una completa desconocida.
De los asaltos vikingos y las invasiones normandas, al asesinato del número uno de la navegación a vela, sir Peter Blake, por piratas del Amazonas; de los reyes piratas medievales aragoneses, al secuestro de modernos transatlánticos por filibusteros con motivos políticos; de los corsarios alemanes de la Primera y Segunda Guerra Mundial, a la epopeya marítima de Cristóbal Colón en unos mares dominados por los piratas; de los terribles corsarios berberiscos y argelinos -Barbarroja, Dragut, Aydin, Euldj Alí y Murad, los cuales, a pesar de holocausto de Lepanto, aún representan el horror de pasadas generaciones- hasta los legendarios piratas del siglo XVIII, Barbanegra, Calico Jack, Thomas Tew, Henry Every y el desventurado capitán Kidd; de los piratas de tiempos de paz que asolaron el incipiente Imperio americano (Drake, Hawkins, Cavendish y Frobisher), a los de los tiempos de las guerras de Flandes, que constituyeron el brazo armado marítimo de Holanda (Piet Heyn, Oliver Van Noort, Van Spielbergen, Cornelius Jol Pata de Palo, y Balduino Enrique), incluyendo a los protagonistas de la época dorada de la piratería, el siglo XVII (Edward Mansvelt, Jean David Nau El Olonés, Henry Morgan, Laurent De Graaf Lorencillo y Granmont), todo, en suma, conforma una larguísima crónica de piratas tan extensa como la de la propia humanidad.