Las calles de Santiago y Valparaíso se entrelazan en estas historias de amor y traiciones, situadas en los años posteriores a la dictadura. Años en que los chilenos se acostumbraron a vivir en una falsa democracia, nacieron monstruos y emergieron fantasmas que los acompañan hasta hoy, en «… una ciudad hecha para ninguno, de miradas oscuras y sucias, donde a nadie le importa una mierda lo que sea del otro y todo está condenado de antemano». Estos relatos dialogan entre sí para construir las vidas de los personajes, como si se tratara de un diario con páginas arrancadas. Escritos en un lenguaje desenfadado y colmado de intimidades, son un espejo de la memoria que, cual embrujo o mal sueño, insiste en volver hasta que se encuentre un antídoto. A su vez, esconden esperanza y un sol que brilla en un nuevo día, borrando la mala memoria.