Mientras en la casa se ultiman los preparativos, un hombre se demora en bajar a la fiesta. Hoy cumple setenta años, y los recuerdos le impiden moverse. El ardid familiar es enviar a un nieto para que lo rescate de sí mismo, pero, como tantas veces en esos casos, sucede lo contrario. Los recuerdos no se disiparán, pero hablar con ese niño los ordena.El hombre, José, hilvana su historia. Surge un personaje importante y olvidado: Urbino, un cartero que robaba cartas para atrapar el alma humana. Lugo aparece otro aún mayor: el legendario ícono de la Resistencia, el heredero.José lo había tratado durante un año inolvidable; él no era más que un joven inquieto, John William Cooke un mito de la política que estaba cerca de la muerte. Además de la amistad, los ligó un secreto: una carta que Cooke le escribió a Perón y que está perdida desde entonces.Perdida quizá no sea la palabra indicada. Mejor decir que aún no ha visto la luz… quizá sea el momento de hacerla pública.Con una prosa emotiva, que liga la lucha y la militancia a la memoria y los anhelos, en La última carta, Daniel Sorín recupera el personaje único de John William Cooke.