Biblioteca Clásica Gredos

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    Historia romana. Libros L-LX

    Dion Casio

    Estos libros de la Historia romana constituyen una fuente de primer orden, la más valiosa, para comprender el proceso histórico que condujo de la República al Imperio. Los libros incluidos en este volumen abarcan desde los preparativos de la batalla de Accio hasta mediados del reinado de Augusto. Precisamente los libros dedicados a este último constituyen una fuente de primer orden, la más valiosa, para comprender el proceso histórico que condujo de la República al Imperio. Sólo el relato biográfico de Suetonio sobre Augusto puede comparársele en importancia entre el escaso material que nos ha llegado. Dion Casio (c. 155-235 d.C.) llegó a Roma desde Bitinia al poco de la ascensión de Cómodo al trono (180), y ocupó destacados cargos administrativos en tiempos de Pértinax, Septimio Severo, Caracalla, Macrino y Alejandro Severo. Según cuenta él mismo, en un sueño se le apareció un genio que le ordenó escribir historia, y a raíz del incidente acometió la composición de la Historia romana, una de las obras más importantes sobre esta materia en lengua griega y fuente insustituible para el estudio de la evolución histórica y política de Roma, desde los orígenes legendarios de la ciudad hasta la época del emperador Alejandro Severo, contemporáneo del autor. Amigo y consejero del emperador, Dión se mostraba claro partidario de la monarquía, lo cual le diferencia de otros historiadores de época imperial.

    Comedias II

    Plauto

    Plauto, el más hilarante comediógrafo latino, adaptó con originalidad las obras de la Comedia Nueva griega, y su influencia se extiende hasta El avaro de Molière y la faceta cómica de Shakespeare. Las veinte comedias que se nos han conservado de Plauto (h. 250-184 a.C.), todas ellas adaptaciones de la Comedia Nueva griega, bastan para asegurar al autor su puesto de máximo comediógrafo latino. Con un uso muy libre y animado de los originales, simplificando la trama para agradar a un público romano popular, Plauto cosechó un éxito inmediato. Sus comedias plantean situaciones típicas o descabelladas, personajes prototípicos, chistes groseros, equívocos, enredos y todo un arsenal de recursos escénicos destinados a suscitar risotadas inmediatas, algunos de los cuales las convierten en comedias musicales. Plauto es un maestro en el uso del lenguaje coloquial, y no se abstiene de incurrir en obscenidades y groserías. Es un fino psicólogo que revitaliza los personajes de las comedias griegas: jóvenes calaveras, prostitutas, alcahuetas, traficantes de esclavos, viejos verdes, parásitos, soldados fanfarrones, etc. El genio de Plauto consiste en el juego constante que mantiene con el público acerca de la realidad y la ilusión, en su capacidad de extraer todas las posibilidades de las situaciones y los personajes, en la variedad de registros lingüísticos que usa con absoluto desparpajo y maestría. Este segundo volumen contiene La comedia de Asquilla (en estado fragmentario, obra de infidelidades, nacimientos secretos y desvelamientos), Gorgojo (sobre los amoríos de dos jóvenes obstaculizados por un viejo y achacoso rufián, y los intentos de los primeros por desembarazarse del segundo con la asistencia de un gorrón), Epídico (de intrincada trama, acerca de equívocos sobre hijas y amantes, amos y esclavos, viejos y jóvenes), Los dos Menecmos (desternillante pieza de equívocos sobre dos hermanos gemelos, uno desaparecido, el otro confundido con él por una cortesana, la esposa, el suegro…), El mercader (menos cómica y más lacrimógena de lo que es habitual en Plauto, sobre la conversión de una esclava en amante), El militar fanfarrón (comedia bufa sobre el Miles gloriosus grotesco en sus presunciones ridículas, el joven galán, la esclava atada al viejo), La comedia del fantasma (en que un joven despilfarra el patrimonio de su padre, ausente en viaje de negocios, y el esclavo del primero trata por todos los medios de que el segundo no se entere) y El persa (una suerte de sainete, de trama simple y trivial, pero amable y divertida, acerca de liberaciones de esclavas y engaños a rufianes).

    Sátiras

    Juvenal

    La sátira es según Quintiliano una creación enteramente romana, y Juvenal, con Horacio, su mejor exponente. Décimo Junio Juvenal, a pesar de ser uno de los mayores poetas satíricos romanos, es un desconocido para nosotros: apenas sabemos de seguro que nació en Aquino (Lacio) en época de Nerón (54-68 d.C.) y que murió durante el imperio de Adriano (117-138); probablemente participó en el ejército y en la vida política, residió en Roma en tiempo del emperador Domiciano y tal vez sufriera exilio. Sus Sátiras, dieciséis repartidas en cinco libros, son el modelo universal del género, que Juvenal deseó situar a la altura de las poesías épica y trágica y de la oratoria. Se refieren a la vida en la Roma contemporánea al autor, y tratan con una acidez despiadada y vitriólica a una variopinta galería de personajes: son víctimas de sus pullas los moralistas hipócritas, el estilo de vida en la urbe –en la sátira 3, que muchos consideran la mejor–, el gobierno de Domiciano, las mujeres –en la misógina sátira 6–, los literatos y los maestros, los que creen en la nobleza del linaje y los que sucumben a los vicios sexuales… Pocos son, en suma, los que se salvan de la quema. De Juvenal se ha apreciado, amén de la singular fuerza expresiva, la sinceridad de su cólera y un inagotable ingenio que ha legado al acervo literario expresiones tan universales como panem et circenses, rara avis in terris y mens sana in corpore sano. Este volumen completa la imagen de la sátira romana con Persio (34-62 d.C.), quien en su breve vida compuso seis sátiras a la manera de Lucilio y Horacio, que, lejos de la cólera de Juvenal, transmiten una rigurosa moralidad estoica.

    Disertaciones filosóficas I-XVII

    Máximo de Tiro

    Máximo de Tiro, platónico del siglo II d.C., incidió en la vertiente metafísica más que en la matemática del maestro. El filósofo neoplatónico griego Máximo de Tiro pronunció conferencias en Roma durante el reinado de Cómodo, en la segunda mitad del siglo II d.C. Era un destacado orador, aunque no se le incluía en la sofística. De él conservamos cuarenta y un discursos, de estilo agradable y sencillo, que aspira a la comunicación fluida y al tratamiento claro de cuestiones filosóficas. Más expositor y divulgador que pensador original, recoge temas de la tradición platónica y trata de iluminarlos desde nuevas perspectivas, con abundante uso de la poesía, de imágenes de la vida diaria y de ejemplos de la historia clásica. En la periodización de las corrientes filosóficas, se suele incluir a Máximo en el platonismo medio, como a Plutarco, Apuleyo, Ático y Celso. Subraya el dualismo al poner el énfasis en la trascendencia divina y limitar el mal a la materia, si bien incluye, para paliar el abismo entre los dos ámbitos, dioses inferiores o demonios.

    Obras IV

    Luciano

    En Luciano de Samósta brillan el estilo ligero, el ingenio fértil y la enorme versatilidad. Es el autor griego del siglo II más influyente en la literatura europea. Luciano (Samósata, a orillas del Éufrates, h. 120-h.180 d.C.) es el escritor griego del siglo II más influyente en la literatura europea: fue muy leído en el Renacimiento, es el creador del diálogo satírico y ha inspirado a autores de la talla de Erasmo y Quevedo, Swift y Voltaire. Poco sabemos a ciencia cierta de su vida, pues la mayoría de los datos biográficos son de fuentes ficcionales y es difícil determinar su veracidad. Estas noticias nos dicen que fue escultor y abogado en Antioquía, para después viajar por toda la cuenca mediterránea como sofista, dando conferencias sobre temas diversos, en tiempo de Marco Aurelio. Siempre según fuentes dudosas, residió unos años en Roma, y más de veinte en Atenas, donde habría escrito la mayor parte de sus obras, que habría leído en varias ciudades griegas. Ya era viejo cuando fue designado para un cargo en la cancillería del prefecto en la administración romana de Egipto. Su habilidad literaria, su humor, el estilo claro y su afán crítico y satírico, su ingenio y fantasía, lo destacan entre sus contemporáneos, en la brillante época denominada Segunda Sofística. Luciano lleva a la perfección la agudeza aticista y el talento satírico en la recreación del legado clásico, que revitaliza a fuerza de mordacidad e ironía. Tampoco los contemporáneos estuvieron a salvo de su vitriolo: lo prueban filósofos, retóricos, profetas y doctores del siglo II. Luciano no se tomó demasiado en serio el pensamiento y menos la filosofía; se dedicó a componer discursos y tratados de gran ingenio, a veces desternillantes, que pretendían entretener y divertir más que analizar y profundizar. Luciano bebe de varias fuentes: la retórica sofística (con su habilidad para la anécdota y el argumento), el diálogo platónico (en la forma), la Comedia Antigua (por la fantasía), la sátira menipea y la diatriba cínica. No fue ni filósofo ni un sofista típico; se dedicó a escribir y pronunciar sus conferencias con gran independencia, en su vena de escepticismo radical y con un espíritu antidogmático que desenmascara lo que considera sistemas de pensamiento fraudulentos de charlatanes y embaucadores, además de ser azote de vicios y corruptelas. Se hizo famoso en su tiempo y tuvo amistades influyentes; las obras que pronunció debieron de circular pronto en forma de libro. Los escritos de Luciano son numerosos y muy varios. Incluyen ejercicios de retórica (Elogio de la mosca), el escrito autobiográfico El sueño o el gallo, el Tratado sobre cómo escribir la historia, numerosos escritos más o menos filosóficos (La pantomima, El pecador), diálogos satíricos y morales (Diálogos de los dioses, Diálogos de los muertos, Diálogos de las cortesanas, Caronte el cínico, Prometeo, La asamblea de los dioses), diálogos literarios (El parásito), libelos (El maestro de retórica), novelas satíricas (Historia verdadera, El asno) y parodias de tragedia (El pie ligero, La tragedia de la gota). Aquí aparecen recogidos en cuatro volúmenes, según la ordenación tradicional.

    Sobre la música

    Arístides Quintiliano

    Sobre la música, tratado no sólo técnico sino provisto de una dimensión filosófica –platónica y pitagórica–, refleja el espíritu musical del pueblo griego. Arístides fue un teórico de la música griego de formación no sólo musicológica sino filosófica, de cuya vida apenas sabemos nada, salvo que vivió en los siglos I-II d.C. . Sobre la música es un texto capital que, además de tratar cuestiones técnicas fundamentales, refleja el espíritu musical del pueblo griego. En su enfoque filosófico de la música –uno de los escasos textos de este tipo que nos han llegado–, las influencias esenciales son platónicas y pitagóricas. Arístides valora la música no sólo por su belleza intrínseca, sino por su importancia educativa y formativa, por su misteriosa capacidad de influir en el ethos de las personas y de revelar tanto el alma individual del hombre como el alma del universo. Desde esta perspectiva, la música no es sólo arte, sino también ciencia: un conocimiento seguro e infalible, con unas leyes de la armonía, sin variaciones temporales o circunstanciales.

    Antología Palatina I. Epigramas helenísticos

    Varios autores

    Entre los autores españoles, la huella de la Antología Palatina se deja sentir, entre otros, en Garcilaso de la Vega, Fray Luis de León, Lope de Vega y Quevedo. Desde época helenística y durante toda la Antigüedad, el epigrama fue muy cultivado como género poético refinado y erudito. Pronto se hicieron antologías y recopilaciones de los poetas que lo utilizaron. Dos de las más importantes, la Guirnalda compilada por Meleagro en los primeros años del siglo I a.C. y la Guirnalda de Filipo de Tesalónica, compilada hacia el 40 d.C., junto con otros textos y a través de diversas colecciones, han llegado hasta nosotros gracias a la Antología Palatina, obra de un compilador anónimo del siglo X y así llamada por el manuscrito que la contiene, encontrado enHeidelberg, capital del Palatinado. La Guirnalda de Meleagro, junto con otros epigramas helenísticos, forma el primer volumen de la Antología Palatina en esta colección. En conjunto advertimos la enorme riqueza de esta modalidad: poemas de amor, de nostalgias, sepulcrales o eruditos, de maldición o de lamento; hay epitafios, dedicatorias, loas a poetas y a artistas, a la naturaleza… Poesía de una gran fuerza literaria, el epigrama ejerció una gran influencia en toda la literatura posterior.

    Oráculos caldeos. Fragmentos y testimonios.

    Numenio de Apamea

    El grecosirio Numenio de Apamea (siglo II d.C.) trató de armonizar las doctrinas de Pitágoras y Platón con algunas doctrinas secretas, y según algunos fue uno de los creadores de la filosofía neoplatónica. Los Oráculos caldeos son anteriores a Numenio de Apamea, sobre quien han influido y presuponen una concepción de la realidad que puede incluirse, dejando de lado lo que les es peculiar, entre las preneoplatónicas. Su origen histórico debe proceder de Siria, tierra de magos (caldeos). El filósofo pitagórico y platónico Numenio vivió en Apamea (Siria) durante la segunda mitad del siglo II d.C. Fue la suya una época de especial sincretismo, por lo que no es sorprendente que en sus textos, junto al magisterio de Pitágoras y de Platón, se adviertan influencias de otras filosofías del mundo helénico, oriental y hebreo, incluso ciertas afinidades con el gnosticismo. Según Eusebio de Cesarea, Numenio tuvo que ver con la fundación de la escuela neoplatónica de Alejandría. Este volumen contiene algunas de sus obras: Sobre el bien, Sobre los secretos de Platón, Sobre el divorcio de los académicos de Platón, Sobre la incorruptibilidad del alma y Fragmentos diversos.

    Banquete de los eruditos. Libros I-II

    Ateneo

    Este ameno diálogo, repleto de anécdotas y referencias a su tiempo, constituye una preciosa fuente de información sobre la literatura y las costumbres de la Antigüedad griega. Ateneo, autor de cuya vida poco más sabemos, nació en el siglo II d.C. en Náucratis, ciudad de Egipto con una larga tradición cultural griega. Imbuido de una amplia erudición e inmerso en la corriente cultural griega conocida como Segunda Sofística, de él ha llegado hasta nosotros el Banquete de los eruditos (Deipnosophistai), en quince libros. Basándose en el Banquete de Platón y en las Charlas de sobremesa de Plutarco, entre otros, Ateneo reúne en un simposio a veintitrés sabios que, mientras disfrutan de los placeres de la buena mesa, conversan en profundidad acerca de los más diversos temas: gramática, medicina, filosofía, música, leyes, zoología, gastronomía, etc., en una clara muestra de la literatura miscelánea tan del gusto de la época. Además de ser una lectura sumamente placentera, el Banquete constituye una fuente incomparable de noticias sobre costumbres, alimentos y personajes de la Antigüedad, y las numerosas citas textuales que contiene (en muchos casos de escritores ya casi desconocidos en época del autor) lo convierten en una vía de transmisión inestimable de fragmentos de obras por lo demás irremisiblemente perdidas. La traducción, primera completa al español, mereció el Premio Nacional de Traducción en 1999 por los dos primeros volúmenes de esta colección (libros I al V).

    Historias

    Agatías

    Un destacado exponente del mundo cultural bizantino del siglo VI narra con talento literario campañas militares contemporáneas. Agatías (Mirina, Asia Menor, 531 – Constantinopla, 580 d.C.), abogado por profesión y poeta por dedicación (como lo atestigua su Ciclo de epigramas), escribió la Historia por una obligación moral que le movió a continuar las Guerras de Procopio (también publicadas en Biblioteca Clásica Gredos) para relatar las campañas militares de Justiniano en Italia y Lázica desde donde aquél las dejó, año 552, hasta el 559. En la vertiente histórica, la obra resulta imprescindible como fuente para los acontecimientos de esos años, y muy en especial por sus dos largos excursos sobre los francos y los persas. Desde el punto de vista literario, desplegó todas sus habilidades retóricas y estilísticas en abundantes digresiones y episodios marginales a la narración principal.