Название | Amarillo |
---|---|
Автор произведения | Blanca Alexander |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789566039778 |
Sebastián se detuvo junto al reloj con los ojos abiertos de par en par. Paralizado, vio a uno de los guardias pasar a su lado sin notar su presencia. “Es cierto, soy invisible”, pensó antes de extraer el pergamino una vez más.
—¿Qué debo hacer? —musió.
Busca la luz.
—¿Busca la luz? ¿Qué se supone que debo entender por buscar la luz?
—Creo que se refiere a esa. —Dan, con la cabeza asomada a través de la puerta, señaló un círculo de luz púrpura brillante que se dibujaba sobre el suelo.
—No deberías salir, podrían verte.
—Quiero ver lo que ocurre en primera fila, ¡así que apúrate!
Sebastián caminó con cautela hasta el borde de la luz púrpura. A sus pies se abrió un orificio con la anchura suficiente para ser atravesado por cinco adultos a la vez, era tan profundo que resultaba imposible ver hacia dónde conducía. Las paredes del túnel eran de un negro profundo, como el interior de una chimenea en pleno invierno.
Debes entrar.
Sintió temor, su corazón latía con rapidez, pero se acercó al borde de la abertura y miró al interior.
—No puedo, Dan, no puedo. Tal vez esto fue un error, no soy quien debe entrar allí.
—¡Eres el indicado para hacerlo!
—Lo dices porque solo yo puedo ver lo que aparece en el pergamino, pero apenas ahora se me ocurre algo: lo intentamos entre nosotros nada más, tal vez si se lo mostramos a otras personas, vean lo mismo que yo.
—No, no lo digo por eso. Me refiero a que eres tú quien debe entrar porque es lo justo, todo esto se trata de justicia. —Dan se calzó en la mano derecha un guante púrpura que extrajo de su bolsillo.
—No entiendo… ¿Qué estás haciendo?
La mirada de su amigo se tornó tan fría como su voz.
—Llegó el momento de que se haga justicia.
—¡¿Qué?!
Dan levantó la mano enfundada en el guante y varios tentáculos negros emergieron del interior del túnel, rodearon a Sebastián y lo arrastraron hacia abajo.
—¡¡Auxilio!! ¡Auxilio! —El niño se retorcía, en un vano intento por resistirse.
—Nadie te escuchará, un hechizo alrededor de nosotros evita que puedan oírnos o vernos… Esa es la verdadera razón de que saliéramos de tu casa e ingresáramos al palacio tan fácilmente. No fue suerte… ¡Eres tan ingenuo!
—Tú eres quien…
—Sí, soy quien escribe en el pergamino. Durante estos años he llegado a conocerte, así que utilicé frases que te moverían… “Al fin entenderás por qué eres tan distinto”… Siempre te has sentido diferente y excluido… “Vas a cambiar al mundo”… Sé que eso es lo que quieres, a pesar de saber que es imposible, al menos para ti.
—¡No eres Dan! ¿Dónde está Dan? ¿¡Quién eres!? ¿Qué le hiciste a mi amigo!?
Dan sonreía con malicia y una mirada siniestra.
—¿¡Quién eres!? —Sebastián era incapaz de contener su furia y las lágrimas que resbalaban de sus ojos.
—Milton, Diora y Marcus ahora me pertenecen.
—¡¡No le harás daño a mi familia!!
De pronto, un resplandor verde destelló alrededor de varios tentáculos; un instante después, soltaron a Sebastián. Dan se desconcertó un poco y levantó su mano, más tentáculos emergieron del agujero para sujetar las piernas, los brazos y el dorso de Sebastián, luego lo arrastraron con dificultad al interior de la abertura.
—No les haré daño, solo quiero que estén a mi lado cuando gobierne el mundo…
La luz verde que envolvía a Sebastián se extinguió, los tentáculos ganaron la batalla.
La sonrisa de Dan se borró a medida que el suelo regresaba a la normalidad. Parecía que algo en su interior sembraba dudas sobre lo que había hecho, así que alzó la mano una vez más hacia el agujero cerrado.
***
Cuando terminó la canción que muchos de los invitados bailaban, resonó el golpe de un cubierto contra una copa, producido por el presidente Aurelio Buenas Casas para indicar que empezarían los breves anuncios. Hombres y mujeres regresaron a sus respectivas mesas, mientras el primer mandatario agradecía la presencia de los asistentes, destacando la presencia de la delegación del reino y el resto de los señores del país. Después invitó a escuchar el sermón que el Abba pronunciaría al día siguiente en el templo de Río Dulce, y bromeó al aconsejar no beber tanto esa noche para ser puntuales. Seguido de esto, mencionó la nueva medida tomada por el gobierno para reclutar menores de dieciocho años de cualquier clase social, y mintió al decir que el objetivo era ofrecer a todo joven zunés la oportunidad de servir a su país y gozar de educación subsidiada en la escuela militar. Esta declaración le valió profusos aplausos. Al culminar las felicitaciones, llegaron los anuncios que a Rodrigo le interesaba que Marcus escuchara.
—Hablando de servir a la nación, mi nieto Rodrigo me ha solicitado partir junto a estos nuevos reclutas hacia la Academia Militar. No quiere gozar de privilegios, desea ganarse a pulso su lugar en el Ejército. Cierto día me dijo: “Abuelo, quiero dar el ejemplo para que muchos jóvenes del país se entusiasmen y se animen a servir”. Sentí gran orgullo al darme cuenta de que mi nieto deja de ser un jovencito para convertirse en hombre.
Los aplausos no se hicieron esperar. En cuanto se apaciguaron, el presidente continuó:
—Otra muestra de que ya no es un niño es la segunda decisión que tomó…
—Esa no es… —susurró Marky al otro lado del salón, con los ojos abiertos de par en par.
Marcus no podía creer lo que veía. Liliana estaba de pie junto a Rodrigo en el estrado de la familia presidencial, llevaba un vestido amarillo acuarela con flores también amarillas en el rizado cabello castaño. Lucía avergonzada, ya que tocaba sus manos y bajaba la mirada con insistencia.
—Les presento a Liliana Reiss, prometida en matrimonio con mi nieto Rodrigo… Liliana era novicia por orden, pero ¿quién puede contra la fuerza del amor? Rodrigo, como todo un hombre, dio la cara ante el Abba para pedir la mano de esta hermosa joven; el santísimo Abba, conmovido, accedió a su petición. Se casarán en menos de dos semanas, pero no habrá celebración, ya que mi nieto desea donar el dinero de la fiesta a los más necesitados.
En medio de ensordecedores aplausos, los invitados se acercaron para felicitar a los futuros esposos.
Cruz detuvo a Marcus, quien avanzaba furioso hacia Rodrigo.
—¡Es mejor que te vayas antes de que hagas una locura! La gente se dará cuenta, Marcus. Sé que es difícil, yo también quisiera romperle la cara a ese idiota, pero debes pensar. Puedes ir preso si lo atacas, eso es lo que quiere.
En medio de la algarabía, Marcus tenía los puños apretados y estaba rojo de furia. Apartó con brusquedad a Cruz para abrirse paso entre la gente, salió de la Casa Amarilla, tomó uno de los caballos del carruaje de sus padres y abandonó la fiesta