Secuestro. Javiera Paz

Читать онлайн.
Название Secuestro
Автор произведения Javiera Paz
Жанр Книги для детей: прочее
Серия
Издательство Книги для детей: прочее
Год выпуска 0
isbn 9788418013652



Скачать книгу

seas negativa, no morirás —bajó la voz.

      —Eso no lo sabes. Marcus asesinó a mi mejor amiga, pueden hacer lo que ellos quieran conmigo.

      —Eso no pasará, Alice.

      Eso había sonado más bien como una promesa que una palabra cualquiera. Sin embargo, no podía ilusionarme con sentirme segura en ese cuarto simplemente porque él se encontraba ahí. No quería verme confiando en lo que sea o aferrándome a ideas que no se cumplirían jamás.

      De pronto, la puerta se abrió sin aviso. Mi mirada chocó con la del tal Joe. Ashton frunció el ceño y se puso de pie rápidamente.

      —¿Qué mierda haces aquí a esta hora? —le preguntó mi compañero de habitación con su semblante frío y molesto.

      1 Canción Caleidoscopio, de Glup!

      - capítulo siete -

      —Hey, tranquilo —sonrió Joe, pero de manera perversa.

      Su mirada se fijó en la mía y rápidamente su rostro cambió.

      —Demonios, preciosa, ¿qué mierda te hicieron? —ignoró a mi compañero de cuarto y se acercó a mí rápidamente. Ashton lo observó confundido, al igual que yo, pero no dijo nada.

      Joe se sentó en el colchón, rápidamente me corrí unos centímetros atrás. Él estaba claramente sorprendido por mi aspecto.

      —Nada —contesté con un nudo en mi garganta. Ni siquiera sabía por qué le había contestado, pero el simple hecho de que Joe fuera hijo de Marcus Denovan ponía mi piel de gallina. Además, me perturbaba que fuese tan amable conmigo, al contrario de como se había comportado su padre.

      —¡¿Nada?! —su voz subió de tono, luego volvió la cabeza hasta Ashton—. Ashton, ¿por qué demonios no interviniste? —le reclamó.

      —Sabes que no puedo hacerlo —contestó él, imperturbable—. No te hagas la buena persona, Joe.

      —No estoy haciéndome nada —contestó Joe con desagrado—. ¡Mira cómo han dejado a Alice! Claramente se les salió de control esta mierda.

      —¿Salirse de control? —pregunté con ironía. Expulsé mis palabras sin darme cuenta, pero ya era demasiado tarde para detenerme. Joe me observó con confusión y Ashton cambió su mirada fijándose en mí, era completamente clara la señal que estaba enviándome de no seguir hablando, pero pues…— ¿Me dejaron así de golpeada y dices que se les ha salido de control? —El enojo lo sentí en mi rostro—. ¡Debiste haber pensado en eso cuando estaban asesinando a mi mejor amiga ahí afuera!

      —Alice —la voz de Ashton me detuvo.

      —No puedo hacer nada en contra de eso —expresó Joe con tristeza en sus ojos—. Mi padre está desquiciado y paranoico. Intenté detenerlo, pero fue imposible… Esa chica, Jamie… Los tenía a todos fuera de control.

      No pude decir nada más, pero mi compañero de salón claro que sí.

      —Vete de aquí —ordenó Ashton con la vena de su cuello comenzando a marcársele.

      —No me iré —lo enfrentó Joe.

      —Te vas por las buenas o te saco a patadas de aquí —continuó el agresivo Ashton, a quien no podía tenerle miedo.

      Joe sonrió con grandeza, casi como si las palabras de Ashton le resbalaran por el cuerpo.

      —¿Tú golpearme a mí? —preguntó con desdén.

      Ashton resopló claramente fuera de sus casillas y se acercó lentamente a Joe. Se agachó frente a él y lo observó decidido. Su mirada se había quedado en una diferente, oscura y amenazante.

      —Podrás ser el hijo de Denovan, pero no te aproveches, Joe —soltó—. Tú no me conoces y no tienes idea de lo que puedo hacer contigo. Me importa una mierda Marcus, me importas una mierda tú, pero si me obligas a matarte a patadas en las bolas, créeme que lo haré sin lugar a duda —le dijo amenazante—. No me vengas con tus juegos imbéciles aquí, Joe. Y si mandas a matarme con tu padre asegúrate de ser bien sutil…, porque no me iré al infierno dejándote vivo aquí.

      Joe tragó saliva y se puso de pie. Lo vi alejarse, abrió la puerta y salió del salón dando un portazo casi como si hubiesen apretado su botón de escape.

      —¿Qué ha sido eso? —pregunté en un tono bajo.

      —Nada —contestó él. Nuevamente, regresó a su estado anímico frío.

      —¿Podríamos continuar hablando como dos personas normales? —pregunté. Luego esbocé una sonrisa que claramente no fue honesta. Él sonrió confundido al verme y sus facciones se relajaron.

      —Actúas pésimo, no es una buena sonrisa. Es mejor tu cara de culo —me guiñó un ojo.

      Creo que pasaron dos días exactos en donde no nos movimos del lugar a no ser que quisiéramos ir al baño. Con mi compañero de salón hablábamos lo justo, pero no lo necesario (y con necesario me refería a vías de escape), pero tampoco pretendía entablar una enfermiza amistad con él, pues jamás llegaríamos a ser algo así en otras circunstancias.

      Mi cuerpo se encontraba mejor, incluso podía caminar por el cuarto y las heridas ya casi estaban sanas.

      —¡Ashton! —escuchamos un grito detrás de la puerta y luego golpes provenientes de allí. Él se puso de pie y abrió. Por ahí se asomó un tipo que no había visto.

      «¿Con cuántas personas trabajará Marcus Denovan?».

      —¿Qué ocurre? —preguntó él completamente relajado, luego le dio un sorbo a su botella con agua.

      —Empaca tus cosas, viajaremos.

      Ashton se atragantó con el agua ocasionando tos.

      —¿Qué?

      —Lo que escuchaste —confirmó el sujeto.

      —¿Con ella igual? —preguntó Ashton sin comprender lo que estaba sucediendo.

      —Sí, en una hora en el pastizal. Debemos salir de aquí porque corremos peligro de allanamiento —explicó.

      —Está bien —contestó Ashton. Cerró la puerta y se quedó mirándome con un brillo de preocupación en sus ojos claros—. Nos vamos de aquí —informó, aunque sabía que había oído todo.

      —¿Sabes a dónde pueden llevarnos?

      —No.

      Guardé silencio y él continuó hablándome.

      —Por favor, no hagas estupideces.

      —Estás hablando como si nunca fuésemos a regresar.

      —Pues… Es muy probable —me miró confundido.

      —No bromees, por favor —arrugué mi entrecejo con preocupación. Rápidamente mi cabeza viajó a los golpes que me habían proporcionado los sujetos del lugar y mi corazón comenzó a acelerarse aterrado de tan solo pensar que podía volver a repetirse—. Por favor, no dejes que me hagan daño, Ashton —le pedí en un tono de desesperación.

      —Tranquila —posó su mano en mi hombro, rápidamente lo esquivé, pero él con paciencia volvió a ponerla encima de mi hombro. «¿Qué demonios pensaba?».

      —Ashton. Ya vámonos —dije y él pareció despertar de sus pensamientos.

      Él se movió unos centímetros atrás mirándome confundido.

      —Sí. Nos vamos.

      —Necesito ropa —bajé la voz observando que tenía puesta una camiseta de Ashton y mi ropa interior.

      —Está bien, vamos al centro