Название | Colapsología |
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Автор произведения | Pablo Servigne |
Жанр | Математика |
Серия | |
Издательство | Математика |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788417623685 |
COLAPSOLOGÍA
Título original: Comment tout peut s’effondrer
© del texto: Editions du Seuil, 2015
© de la traducción: Marta Suárez Bravo, 2020
© de esta edición: Arpa & Alfil Editores, S. L.
Primera edición: septiembre de 2020
ISBN: 978-84-17623-68-5
Diseño de colección: Enric Jardí
Diseño de cubierta: Anna Juvé
Imagen de cubierta: Car forest, Goldfield, Nevada
Revisión del texto: Alejandro Balentine y Alan Emilio Suárez
Maquetación: Àngel Daniel
Producción del ebook: booqlab
Arpa
Manila, 65
08034 Barcelona
Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida por ningún medio sin permiso del editor.
Pablo Servigne y Raphaël Stevens
COLAPSOLOGÍA
Traducción de Marta Suárez Bravo
SUMARIO
INTRODUCCIÓN. ALGÚN DÍA HABRÁ QUE ABORDAR EL TEMA…
PRIMERA PARTE. PRIMEROS INDICIOS DE UN COLAPSO
I. La aceleración del vehículo
II. La extinción del motor (los límites infranqueables)
III. La salida de la carretera (las fronteras franqueables)
IV. ¿Está bloqueada la dirección?
V. Atrapados en un vehículo cada vez más frágil
SEGUNDA PARTE. Y ENTONCES, ¿CUÁNDO?
VI. Las dificultades de ser futurólogo
VII. ¿Podemos detectar las señales anunciadoras?
VIII. ¿Qué predicen los modelos?
X. ¿Qué sucede con los humanos?
CONCLUSIÓN. EL HAMBRE ES SOLO EL PRINCIPIO
EPÍLOGO. CINCO AÑOS DESPUÉS...
A aquellas y aquellos que sienten miedo, tristeza e ira. A aquellas y aquellos que se comportan como si todos estuviéramos en el mismo barco. A las redes de tiempos difíciles «rough weather networks» inspiradas en Joanna Macy, que se expanden y se conectan.
INTRODUCCIÓN
ALGÚN DÍA HABRÁ QUE ABORDAR EL TEMA...
Crisis, catástrofes, colapsos, declive… El apocalipsis se lee entre líneas en las noticias cotidianas del mundo. Aunque ciertas catástrofes son completamente reales y satisfacen la necesidad de actualidad de los periódicos —accidentes de avión, huracanes, inundaciones, la extinción de las abejas, accidentes bursátiles o guerras—, ¿está justificado insinuar que nuestra sociedad «va directa al fracaso», anunciar una «crisis planetaria global» o constatar una «sexta extinción masiva de las especies»?
Resulta paradójico soportar esta avalancha mediática de catástrofes y no poder hablar explícitamente de grandes catástrofes sin que te tachen de… «¡catastrofista!» Por ejemplo, todo el mundo sabe que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) publicó en 2014 un nuevo informe sobre la evolución del clima, pero ¿hemos visto un verdadero debate acerca de las nuevas circunstancias climáticas y sus implicaciones en lo que respecta a los cambios sociales? No, claro que no. Demasiado catastrofista.
Quizás estemos hartos de las malas noticias. Además, ¿no ha habido siempre amenazas de fin del mundo? ¿Plantear el mañana como si fuera lo peor no es un fenómeno narcisista típicamente europeo u occidental? ¿Acaso no es el catastrofismo el nuevo opio del pueblo, destilado por ayatolás ecológicos y científicos sin financiación? Vamos, pues, ciudadanas y ciudadanos, ¡un último empujón y saldremos de «la crisis»!
O puede que no sepamos hablar de catástrofes, de las verdaderas, las que duran, las que no se corresponden con el ritmo de la actualidad. Porque, hay que reconocerlo, nos enfrentamos a serios problemas medioambientales, energéticos, climáticos, geopolíticos, sociales y económicos, que han alcanzado hoy en día puntos de no retorno. Pocos lo dicen, pero todas estas «crisis» están interconectadas, se influyen y se alimentan unas a otras. Actualmente disponemos de una gran cantidad de pruebas e indicios que sugieren que nos encontramos ante crecientes inestabilidades sistémicas que amenazan seriamente la capacidad de ciertas poblaciones humanas —incluso del ser humano en su totalidad— para mantenerse en un ambiente sostenible.
¿COLAPSO?
No se trata del fin del mundo, ni del apocalipsis. Tampoco de una simple crisis de la que se sale indemne, ni de una catástrofe puntual que se olvida unos meses después, como un tsunami o un ataque terrorista. Un colapso es «el proceso a partir del cual una mayoría de la población ya no cuenta con las necesidades básicas (agua, alimentación, alojamiento, vestimenta, energía, etc.) cubiertas [por un precio razonable] por los servicios previstos por la ley1». Por tanto, se trata de un proceso irreversible a gran escala, como el fin del mundo, efectivamente, ¡solo que no es el fin! Lo que vendrá después se prevé de larga duración, y habrá qué vivirlo con una certeza: no tenemos manera de saber en qué consistirá. Sin embargo, si peligran nuestras «necesidades básicas», no nos cuesta imaginar que la situación podría resultar