fatiga en el deportista se manifiesta de formas diferentes que pueden aparecer aisladas o asociadas. Es importante que el entrenador perciba los síntomas para ponerles remedio antes de que se llegue a la patología. Así pues, en función de su manifestación, se pueden distinguir los siguientes tipos de fatiga:
Funcional. Está fundamentada en el descenso de la actividad bajo diferentes aspectos, como mecanismos productores de energía (ATP), problemas provocados por la homeostasis o bajada de funcionalidad de órganos determinantes (hígado, corazón, descenso de producción enzimática, etc.).
Muscular. Incluye pérdida de funcionalidad en el aparato muscular y tendinoso, sea en diversos grupos musculares o en algún músculo de forma aislada. Cualquiera de las dos formas puede resultar determinante para la pérdida de rendimiento de los músculos. Un deportista puede ver interrumpido el ejercicio porque la mayor parte de los músculos de sus piernas queden “bloqueados” a causa de la hiperacidez producida por el catabolismo anaeróbico o por el bloqueo de uno solo, por muy insignificante que sea (la cadena siempre se rompe por el eslabón más débil). Al plantearse el entrenamiento, este aspecto debe llevar a que las deficiencias en un solo músculo o parte de él pueden resultar determinantes para que el deportista no pueda rendir en todo su potencial.
Mental. Aparece el deterioro de la capacidad de concentración. En numerosas ocasiones se aprecian errores inexplicables come-tidos por ciertos atletas en momentos trascendentes de la competición.
Sensorial. Incluye el deterioro de las capacidades perceptivas, auditivas, visuales o táctiles. Es posible, y de hecho ocurre, que, como en el caso anterior, se dé este tipo de fatiga pese a que exista una buena concentración. Puede suceder que el atleta no reaccione porque no percibe bien el espacio y el tiempo durante ciertos momentos de la competición. Las prestaciones referentes a la técnica pueden verse afectadas por este tipo de fatiga. Se puede observar que un corredor que se desplaza con una técnica correcta, llegada la última vuelta corre de forma más antieconómica y con defectos ostensibles que le hacen bajar su rendimiento.
Emocional. Hay deterioro o ausencia de estímulos volitivos o emocionales. Sobre todo se detecta en los entrenamientos. Es sabido que la falta de motivación durante el entrenamiento conduce a la bajada del rendimiento. Cuando aparece de forma ostensible esta falta de motivación (que a su vez puede venir asociada a pérdidas de ánimo, de autoestima, etc.), no se debe descartar que se encuentre presente este tipo de fatiga.
Nerviosa. Existe insuficiencia o deterioro de transmisión de impulsos nerviosos. Se ha hablado del sistema nervioso como el responsable y regulador del entrenamiento, por lo que si se ve afectado por la fatiga, aparecerá la bajada de rendimiento en cualquiera de los aspectos que precisa el deportista.
El sistema nervioso presenta dos procesos: excitación e inhibición. La primera supone un proceso estimulante para el entrenamiento y la inhibición un proceso de contención. El sistema nervioso central envía impulsos a los músculos que accionan durante el ejercicio, lo que provoca la contracción y, como consecuencia, el movimiento. Estos impulsos resultan más eficaces cuando el nivel de excitación es controlado pero, al mantener una intensidad elevada durante un tiempo prolongado, la célula nerviosa se inhibe para protegerse. Por ello la fatiga nerviosa puede considerarse “un mecanismo autoprotector contra daños del mecanismo contráctil del músculo” (Bompa, 2000).
Tipos de fatiga y su importancia en el entrenamiento de resistencia
En función del lugar de aparición, la fatiga puede ser de dos tipos (Martin, Carl y Lehnertz, 2001): periférica y central.
Fatiga periférica o simple
También conocida como “fatiga de ejecución” (Legido, 2002), aparece, a partir de la placa motriz en las estructuras que intervienen en la acción muscular, con la disminución de la capacidad de ejercer tensión por parte del músculo por causa de alguna alteración que se produce más adelante de dicha placa. En general coincide con el agotamiento de los depósitos más importantes de energía almacenados en el propio músculo. En general es de origen metabólico y se recupera una vez que se han restablecido los depósitos.
La fatiga periférica puede ser de dos tipos:
Fatiga muscular local: cuando afecta directamente a los músculos implicados en el esfuerzo.
Fatiga orgánica o general: si afecta a los órganos y sistemas que participan en la actividad.
Fatiga central o compleja
También conocida como “fatiga de regulación”, no es superable a corto plazo y suele aparecer tras varias sesiones de entrenamiento exigentes. Se origina merced a anomalías producidas entre el sistema nervioso central y la placa motriz. Se produce especialmente en uno o varios niveles de las estructuras nerviosas (Padilla y Terrados, 1995; García Manso, Navarro y Ruiz, 1996). Puede presentarse, a su vez, de dos formas (García Manso, 1999):
Fatiga de recepción. Implica a los sentidos y tiene lugar durante el proceso de interpretación de los mensajes procedentes de los distintos receptores sensoriales.
Fatiga de control. Se produce por fallos en cualquier punto del sistema nervioso referido a elaboración de respuestas, control del movimiento o impulso motor. Cobra gran importancia cuando se trata de mantener la técnica, por lo que resulta importante que el deportista sea capaz de retrasarla y tolerarla, ya que puede verse gravemente afectada en la última parte de la competición.
La fatiga central puede estar asociada a esfuerzos prolongados de baja o alta intensidad, por lo que debe considerarse mucho por parte del entrenador. Este tipo de fatiga es habitual en deportistas de resistencia, ya que puede aparecer por diferentes causas:
Por alteración de la motivación: la pérdida de ésta hace bajar el rendimiento.
Por alteración de la transmisión de órdenes del sistema nervioso central.
Por problemas en el reclutamiento de axones motores.
Por inhibición aferente entre los husos neuromusculares y las terminaciones nerviosas.
Por depresión de la excitabilidad de la motoneurona.
La fatiga central refleja síntomas muy significativos que el entrenador puede y debe tener en cuenta:
Disminución del rendimiento.
Ascenso de los valores de amoníaco en la sangre.