La crónica del Perú. Pedro de Cieza de León

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Название La crónica del Perú
Автор произведения Pedro de Cieza de León
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 4057664173638



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en quien ellos adoraban, derramando delante de las piedras é ídolos mucha sangre humana y de corderos. Todos ellos eran behetrias sin órden, porque cierto dicen no tenian señores ni mas que capitanes con los cuales salian á las guerras: si algunos andaban vestidos, eran las ropas pequeñas, y no como agora las tienen. Los llautos y cordones que se ponen en las cabezas para ser conocidos unos entre otros, dicen que los tenian como agora los usan. Y estando estas gentes desta manera, se levantó en la provincia del Collao un señor valentísimo llamado Zapana, el cual pudo tanto, que metió debajo de su señorio muchas gentes de aquella provincia; y cuentan otra cosa, la cual si es cierta ó no sábelo el altísimo Dios que entiende todas las cosas, porque yo lo que voy contando no tengo otros testimonios ni libros que los dichos de estos indios; y lo que quiero contar es, que afirman por muy cierto, que despues que se levantó en Hatuncollao aquel capitan, ó tirano poderoso, en la provincia de los Canas, questá entre medias de los Canches y Collao, cerca del pueblo llamado Chungara se mostraron unas mugeres como si fueran hombres esforzados, que, tomando las armas, compelian á los questaban en la comarca, donde ellas moraban, y questas, casi al uso de lo que cuentan de las amazonas, vivian sin[8] sus maridos haciendo pueblos por sí; las cuales, despues de haber durado algunos años y hecho algunos hechos famosos, vinieron á contender con Zapana, el que se habia hecho señor de Hatuncollao, é por defenderse de su poder, que era grande, hicieron fuerzas y albarradas, que hoy viven, para defenderse, y que despues de haber hecho hasta lo último de potencia, fueron presas y muertas, y su nombre deshecho.

      En el Cuzco está un vecino que ha por nombre Tomás Vázquez, el cual me contó que yendo él y Francisco de Villacastin al pueblo de Ayavire, viendo aquellas cercas y preguntando á los indios naturales lo que era, les contaron esta historia. Tambien cuentan lo que yo tengo escripto en la primera parte[9], que en la isla de Titicaca, en los siglos pasados hobo unas gentes barbadas, blancas como nosotros, y que saliendo del valle de Coquimbo un capitan que habia por nombre Cari, allegó á donde agora es Chucuito, de donde, despues de haber hecho algunas nuevas poblaciones, pasó con su gente á la isla, y dió tal guerra á esta gente que digo, que los mató á todos. Chirihuana, gobernador de aquellos pueblos, que son del Emperador, me contó lo que tengo escripto, y como esta tierra fuese tan grande, y en parte tan sana y aparejada para pasar la humana vida, y estobiese inchido de gentes, aunque anduviesen en sus guerrillas y pasiones, fundaron é hicieron muchos pueblos, y los capitanes que mostraron ser valerosos, pudieron quedarse por señores de algunos pueblos; y todos, segund es público, tenian en sus estancias ó fortalezas indios los más entendidos, que hablaban con el Demonio, el cual, permitiéndolo Dios todopoderoso por lo que él sabe, tuvo poder grandísimo en estas gentes.

       Índice

      Antes que los Incas reinasen en estos reinos ni en ellos fuesen conocidos, cuentan estos indios otra cosa muy mayor que todas las que ellos dicen, porque afirman questuvieron mucho tiempo sin ver el sol, y que padeciendo gran trabajo con esta falta, hacian grandes votos é plegarias á los que ellos tenian por dioses, pidiéndoles la lumbre de que carecian; y questando desta suerte, salió de la isla de Titicaca, questá dentro de la gran laguna del Collao, el sol muy resplandeciente, con que todos se alegraron[10]. Y luego questo pasó, dicen que de hácia las partes del Mediodía vino y remanesció un hombre blanco de crecido cuerpo, el cual en su aspecto y persona mostraba gran autoridad y veneracion, y queste varon, que así vieron, tenia tan gran poder, que de los cerros hacia llanuras y de las llanuras hacia cerros grandes, haciendo fuentes en piedras vivas; y como tal poder reconociesen, llamábanle Hacedor de todas las cosas criadas, Principio dellas, Padre del sol, porque, sin esto, dicen que hacia otras cosas mayores, porque dió sér á los hombres y animales, y que, en fin, por su mano les vino notable beneficio. Y este tal, cuentan los indios que á mí me lo dixeron, que oyeron á sus pasados, que ellos tambien oyeron en los cantares que ellos de lo muy antiguo tenian, que fué de largo hácia el Norte, haciendo y obrando estas maravillas, por el camino de la serranía, y que nunca jamás lo volvieron á ver. En muchos lugares diz que dió órden á los hombres cómo viviesen, y que les hablaba amorosamente y con mucha mansedumbre, amonestándoles que fuesen buenos y los unos á los otros no se hiciesen daño ni injuria, ántes, amándose, en todos hobiese caridad. Generalmente le nombran en la mayor parte Ticiviracocha, aunque en la provincia del Collao le llaman Tuapaca, y en otros lugares della Arnauan[11]. Fuéronle en muchas partes hechos templos, en los cuales pusieron bultos de piedra á su semejanza, y delante dellos hacian sacrificios: los bultos grandes questán en el pueblo de Tiahuanacu[12], se tiene que fué desde aquellos tiempos; y aunque, por fama que tienen de lo pasado, cuentan esto que digo de Ticiviracocha, no saben decir dél más, ni que volviese á parte ninguna deste reino.

      Sin esto, dicen que, pasados algunos tiempos, volvieron á ver otro hombre semejable al questá dicho, el nombre del cual no cuentan, y que oyeron á sus pasados por muy cierto, que por donde quiera que llegaba y hobiese enfermos, los sanaba, y á los ciegos con solamente palabras daba vista; por las cuales obras tan buenas y provechosas era de todos muy amado; y desta manera, obrando con su palabra grandes cosas, llegó á la provincia de los Canas, en la cual, junto á un pueblo que há por nombre Cacha, y que en él tiene encomienda el capitan Bartolomé de Terrazas, levantándose los naturales inconsideradamente, fueron para él con voluntad de lo apedrear, y conformando las obras con ella, le vieron hincado de rodillas, alzadas las manos al cielo, como que invocaba el favor divino para se librar del aprieto en que se veia. Afirman estos indios más, que luego pareció un fuego del cielo muy grande que pensaron ser todos abrasados; temerosos y llenos de gran temblor, fueron para el cual así querian matar, y con clamores grandes le suplicaron de aquel aprieto librarlos quisiese, pues conocian por el pecado que habian cometido en lo así querer apedrear, les venia aquel castigo. Vieron luego que, mandando al fuego que cesase, se apagó, quedando con el incendio consumidas y gastadas las piedras de tal manera, que á ellas mismas se hacian testigos de haber pasado esto que se ha escripto, porque salian quemadas y tan livianas, que aunque sea algo crecida es levantada con la mano como corcha. Y sobre esta materia dicen más, que saliendo de allí, fué hasta llegar á la costa de la mar, adonde, tendiendo su manto, se fué por entre sus ondas, y que nunca jamás paresció ni le vieron; y como se fué, le pusieron por nombre Viracocha, que quiere decir espuma de la mar. Y luego questo pasó, se hizo un templo en este pueblo de Cacha, pasado un rio que va junto á él, al Poniente, adonde se puso un ídolo de piedra muy grande en un retrete algo angosto; y este retrete no es tan crecido y abultado como los questán en Tiahuanaco hechos á remembranza de Ticiviracocha, ni tampoco parece tener la forma del vestimento que ellos[13]. Alguna cantidad de oro en joyas se halló cerca dél.

      Yo pasando por aquella provincia, fuí á ver este ídolo[14], porque los españoles publican y afirman que podria ser algun apóstol, y áun á muchos oí decir que tenia cuentas en las manos, lo cual es burla, si yo no tenia los ojos ciegos, porque aunque mucho lo miré, no pude ver tal ni más de que tenia puestas las manos encima de los cuadriles, enroscados los brazos, y por la cintura señales que debrian significar como que la ropa que tenia se prendia con botones. Si este ó el otro fué alguno de los gloriosos apóstoles que en el tiempo de su predicacion pasaron á estas partes, Dios todopoderoso lo sabe, que yo no sé que sobre esto me crea más de que, á mi creer, si fuera apóstol, obrara con el poder de Dios su predicacion en estas gentes, que son simples y de poca malicia, y quedara reliquia dello, ó en las Escrituras Santas lo halláramos escrito; mas lo que vemos y entendemos es, que el Demonio tuvo poder grandísimo sobre estas gentes, permitiéndolo Dios; y en estos lugares se hacian sacrificios vanos y gentílicos; por donde yo creo que hasta nuestros tiempos la palabra de Santo Evangelio no fué vista ni oida; en los cuales vemos ya del todo profanados sus templos, y por todas partes la Cruz gloriosa puesta.

      Yo pregunté á los naturales de Cacha, siendo su cacique, ó señor, un indio de buena persona y razon, llamado don Juan, ya cristiano, y que fué en persona conmigo á mostrarme esta antigualla, en remembranza de cuál Dios habian hecho aquel