Название | El inmigrante piamontés I |
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Автор произведения | Elizabeth Vilma Rodríguez Monticone |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789878705095 |
Los inmigrantes italianos llegados a esta región, en su gran mayoría, nacieron a mediados del siglo XIX y provenían del norte de Italia, eran naturales del Piamonte y Lombardía, regiones con problemas económicos, deficiencias en la producción y afectadas por el problema de la unificación italiana; de modo que, al momento de su partida, en su propia nación se encontraban en proceso de integración y esto aparecía como un rasgo muy notorio a la hora de comprender su identidad, por lo tanto se los asociaba directamente a su comarca natal.
“La historia contemporánea de italiana y argentina señala que la inmigración piamontesa tuvo lugar entre 1876 y 1915, con el indicador de la crisis agrícola como principal factor de migración”.11 Estudios contemporáneos afirman que la crisis agraria en la Italia meridional12 puso de relieve las diferencias regionales en torno a la agricultura afectando las relaciones sociales, estableciendo “una clara distinción entre la economía de montaña (“Iiosso”) y la de la llanura irrigada (“la polpa”), diferenciación que durante la crisis se acentuó al intensificarse el cultivo en esta segunda área y desestructurarse y perder población la primera”.13
“La comida más corriente de la mayoría de los campesinos consistía en polenta (hecha de maíz) en el norte, y en pan de varias clases en el resto del país. Bellotas, castañas, centeno, avena o legumbres eran de uso común para la elaboración de la harina. En pocas ocasiones se comía carne, tan solo en las fiestas o cuando se estaba convaleciente. A la dieta básica podían sumársele las aceitunas, nueces, patatas, verduras, agua con un poco de aceite y sal (l’acqua e sale de Apulia) o, de forma más esporádica, vino y queso. El trigo no estaba al alcance de la mayor parte de la población (Douglas, pág. 171)... Los trabajadores de las fábricas eran objeto de un trato cruel y casi no recibían protección estatal alguna. En 1876 la mitad de estos trabajadores eran mujeres y casi una cuarta parte eran menores de catorce años. Con frecuencia, niños de apenas cuatro y cinco años trabajaban, sobre todo en el sector textil (Douglas, pág. 173)... En muchas ocasiones, si algunos campesinos aprendían a leer y escribir, era gracias al servicio militar... A mediados de la década de 1870 unos 65.000 hombres eran llamados a filas cada año, y en muchos casos los tres años que pasaban en los cuarteles eran más instructivos que cualquier tiempo que pasaran en la escuela. En cierta medida, esto era precisamente lo que se pretendía: el ejército estaba considerado como el instrumento supremo de «crear italianos» y, por otra parte, era más seguro que la escuela del pueblo (Douglas, pág. 177).”14
En 1890, Italia se encontraba bajo el reinado de su majestad Humberto I, de la casa de los Saboya.
Sin duda, Pinin, en su niñez, protagonizó hechos que lo llevaron a buscar alejarse de la tutela de sus padres o como primogénito trazar una meta en busca de nuevos horizontes para ayudar económicamente a la familia, ya numerosa. Otro rasgo de los jóvenes de la época eran las ansias de progreso que se sumaban al espíritu aventurero, así también, hubo otros tantos, que en el intento de evadir el servicio militar obligatorio, avizoraban la salida del país y el viaje al nuevo mundo como la gran posibilidad de cambio en sus miserables vidas y no dudaban en asumir los riesgos; por tal motivo la mayoría de los italianos que se mudaron hacia la Argentina inicialmente fueron campesinos del norte de Italia, de regiones como Piamonte, Liguria, Véneto, Friuli–Venecia Julia y Lombardía; los que una vez llegados a la Argentina se dirigieron a las zonas rurales para sentar sus nuevas bases, mientras que los italianos del sur, como las regiones de Calabria, se afincaron en las grandes ciudades.
11 NOTICIARIO DE HISTORIA AGRARIA N. 3 (1992–1), pp. 173–180. La crisis agraria de fines del siglo XIX: nuevas contribuciones y nuevos enfoques, PLANAS MARESMA
12 NOTICIARIO DE HISTORIA AGRARIA N. 3 (1992–1), pp. 173–180. La crisis agraria de fines del siglo XIX: nuevas contribuciones y nuevos enfoques, PLANAS MARESMA
13 NOTICIARIO DE HISTORIA AGRARIA N. 3 (1992–1), pp. 173–180. La crisis agraria de fines del siglo XIX: nuevas contribuciones y nuevos enfoques, PLANAS MARESMA
14 *14. http://www.fhuc.unl.edu.ar/portalgringo/crear/gringa/itininerarios/pdf/Inmigrantes%20del%20Piamonte.pdf
Capítulo V
El vapor de la partenza...
Al momento de la partida, Pinin tenía cuatro hermanas —a las que volvería a ver nueve años más tarde—: Luigia, de 8 años, quien llevaba el nombre de su abuela paterna: Luigia Perrone; Teresa, de 7 años, quien llevaba el nombre de su abuela materna: Teresa Sachetto; le seguían: Antonia Vittoria, de 5 años y Margherita, de 3 años.
La compañía naviera Navegazione Generale Italiana de la Società Riunte Florio e Rubattino con sede en Génova capital es la encargada de trasladar —desde Génova con destino a Buenos Ayres— por mar al niño Giuseppe Monticone (h.) de 11 años, estatura: 1,40 m, cabello castaño, nativo de Canale; provincia de Cuneo, región de Piamonte, quien declara la profesión de contadino (granjero), embarcándose el 28 de marzo de 1890.
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Imagen 5. http://www.histarmar.com.ar/LineasPaxaSA/53–NGI–1.htm
Las diferencias sociales se hacían evidentes desde el momento del embarque, así lo señala Edmundo De Amicis, en su libro Sull’Oceano, dejando un dramático testimonio de ello, que nos permitimos transcribir íntegramente: “El contraste entre la elegancia de los pasajeros de primera clase, los guardapolvos, las sombrereras (cajas de sombreros), junto a un perrito, que atravesaban la multitud de miserables: rostros y ropas de todas partes de Italia, robustos trabajadores de ojos tristes, viejos andrajosos y sucios, mujeres embarazadas, muchachas alegres, muchachones achispados, villanos en mangas de camisa. Como la mayor parte había pasado una o dos noches al aire libre como perros en las calles de Génova, no podían tenerse en pie, postrados por el sueño y el cansancio. Obreros, campesinos, mujeres con niños de pecho. Sacos y valijas de todas clases en la mano o sobre la cabeza; fardos de mantas o colchones a la espalda y apretado entre los dientes el billete con el número de su litera. Los emigrantes pasaban delante de una mesilla, y el sobrecargo, reuniéndolos en grupos de seis, llamados ranchos, apuntaba sus nombres en una hoja impresa para que con ella en la mano, a las horas señaladas, fueran a buscar la comida en la cocina” 15.
Todo pasajero debía conocer y cumplir el reglamento del buque:
“... Los grandes baúles, valijones y cajones de los pasajeros debían ir inexorablemente en las bodegas. Anclado el barco en algún puerto, no se permitía bajar hasta allí. La bodega era abierta en alta mar para que cada pasajero buscara o retirara lo que necesitase. Cada uno debía identificar y cerrar bien su equipaje, ya que ni el capitán ni la empresa transportista se hacían responsables de este. Dinero y joyas debían ser entregados y estarían más seguros en poder del capitán... Las armas que llevaran los pasajeros también debían ser entregadas al capitán. Debía observarse una estricta higiene por parte del pasaje, tanto en puerto como durante el viaje. En todo barco había cucarachas, insectos de todo tipo y piojos. El hacinamiento y falta de aire favorecían su multiplicación. Estaba prohibido fumar, salvo en cubierta. Debían evitarse las peleas y pendencias entre los pasajeros, y con los tripulantes. No podían clavarse clavos ni ganchos en el buque. Había que levantarse temprano, y para lavarse la cara debía utilizarse el agua de mar. El desayuno, servido a las 8, normalmente consistía en sopa de batatas, un día con arroz, y otra con arvejas. El almuerzo era sopa de papas o batatas hervidas con carne salada. A las cinco se servía la cena, que consistía en sopa de papas con arroz y porotos. 16
Entre 1876 y 1976 cerca de 26 millones de italianos salieron de su tierra natal en dirección a varios puntos