Название | La trastienda de la mente |
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Автор произведения | Ana Martos |
Жанр | Общая психология |
Серия | |
Издательство | Общая психология |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788412150308 |
- ¡Gamberros! ¡Gamberros! ¡Gamberros!
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Trastornos que son formas de ser
Podría definirse la personalidad como el conjunto de rasgos y características que diferencian a un individuo de otro. Tiene una base biológica, otra base psicológica y otra social. La personalidad se desarrolla en un proceso dinámico en que sus tres bases interactúan entre sí y con el entorno. Cualquiera de las bases de la personalidad puede sufrir un trastorno que determine un desarrollo anómalo de la personalidad en su conjunto.
Un trastorno de la base biológica puede hacer que la inteligencia se detenga en un momento de su desarrollo y quede incompleta. Un trastorno de la base psicológica de la personalidad puede hacer que la autoestima se distorsione y la personalidad se desarrolle con una necesidad constante de estima y aprobación por parte de los demás. Un trastorno de la base social de la personalidad puede dar lugar a una psicopatía antisocial, es decir, a una personalidad que no llegue a introyectar las normas sociales, los sentimientos de culpa y la empatía.
Según el DSM-5, los trastornos de la personalidad son patrones de comportamiento que afectan a diferentes aspectos de la personalidad. Para que pueda considerarse un trastorno de la personalidad, ese patrón de comportamiento ha de ser perdurable, no momentáneo ni episódico sino una manera de ser; puede iniciarse en la infancia, en la adolescencia o al principio de la vida adulta y permanecer estable y constante.
Este patrón tiene que causar un deterioro importante a las relaciones del paciente con otras personas, con su trabajo o con algún ámbito importante de su vida.
Es importante descartar que el patrón de comportamiento se deba al consumo de sustancias como drogas o medicamentos, o a una causa fisiológica, como un traumatismo craneal.
Trastorno de la personalidad antisocial
La personalidad antisocial es un patrón de conducta en el que no existen las normas sociales ni la conciencia moral. Su origen es desconocido, aunque hay factores biológicos y genéticos que desempeñan un papel importante. El maltrato infantil también es una de las posibles causas. Aunque se diagnostica a partir de los 18 años, siempre hay antecedentes de conducta antisocial que se ponen de manifiesto hacia los 15 años de edad, como tendencia a mentir, incapacidad para cumplir obligaciones o abuso de las drogas.
Caso
Un ejemplo de este tipo de personalidades es el de Alfredo Galán, conocido como El asesino de la baraja, que cometió seis crímenes en la Comunidad Autónoma de Madrid en 2003, dejando en algunos de ellos como señal una carta de la baraja española. Alfredo Galán se entregó espontáneamente a la policía y confesó sus crímenes que estaban motivados, según dijo, por el deseo de demostrar que era capaz de matar; que, para él, matar era fácil. No solamente no se arrepintió de sus crímenes, sino que confesó haber elegido a una mujer como la primera víctima “porque por alguien tenía que empezar”. Como no pudo matar a la víctima elegida porque desapareció de su campo de tiro antes de tiempo, Alfredo Galán mató sin contemplaciones al portero de la casa en que vivía la mujer.
Galán dejaba un naipe junto al cadáver de algunas de sus víctimas y, junto a otras, el casquillo de la bala, para que la policía no relacionase unos crímenes con otros o pensase en la existencia de dos asesinos distintos.
Los informes psicológicos de Galán señalaron que se trataba de una personalidad psicopática antisocial, que era plenamente consciente de las consecuencias de su conducta, que podía evitar esa conducta pero que no deseaba hacerlo y que no sentía piedad ni remordimiento alguno por los crímenes cometidos.
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La personalidad antisocial presenta las características siguientes:
Ausencia de empatía. Es incapaz de ponerse en el lugar de los demás y de sentir lo que los demás sienten. Alfredo Galán ni siquiera pensó en el daño que iba a hacer.
Ausencia de miedo. No siente temor ante las consecuencias de sus actos. Galán no temió el castigo ni cuando cometió sus crímenes ni cuando se entregó a la policía.
Ausencia de remordimiento. No tiene sentimientos de culpa por lo que ha hecho o piensa hacer. Galán no se arrepintió del daño causado.
Autoestima distorsionada. Se siente más fuerte y valioso de lo que es en realidad. Galán confesó haber matado para demostrar que era capaz de matar sin dificultades. También jugó con la policía dejando unas veces un naipe junto a la víctima y otras, el casquillo de la bala disparada.
Búsqueda de sensaciones. Al no sentir ansiedad ni culpa, necesita sentir algo fuerte que le haga vibrar. Galán quiso probar lo que sentía matando a varias personas.
Deshumanización de la víctima. No considera que la víctima sea una persona de su mismo grupo o condición, sino alguien ajeno, como un objeto sin derecho a piedad. Galán eligió a su primera víctima porque “por alguien tenía que empezar”.
Distorsión de las consecuencias. Al no sentir temor ni culpa, no percibe las malas consecuencias que tendrán sus actos. Galán nunca pensó que podría ir a prisión ni que tendría que enfrentarse a un juicio porque, antes de entregarse, destruyó las pruebas de su culpabilidad.
Egocentrismo. Todo su amor se centra en su persona. Es incapaz de amar a otros. Galán subestimó a la policía y a la justicia, estableciendo con ellos un juego terrorífico.
Evitación de responsabilidad. No se siente responsable de sus actos. Siempre son los otros los que tienen la culpa, aunque sólo sea por estar ahí en el momento en que él decide hacer daño.
Extroversión. No tiene mundo interior, toda su energía, sus vivencias y su mundo está volcado al exterior, de cara a los demás.
Impulsividad. No controla sus impulsos porque no cree necesario ni importante hacerlo.
Inteligencia. Posee una inteligencia bien desarrollada. Galán tuvo en jaque a la policía bastante tiempo hasta que, al comprender que nunca le iban a encontrar, se entregó no sin haber antes destruido las pruebas para poderse confesar culpable y que no pudiesen probarlo. Es decir, después de tener en jaque a la policía pretendió hacer lo mismo con la justicia.
Motivación de autojustificación. Justifica sus actos a su manera. Perciben la violencia de manera diferente a como la mayoría la percibimos.
Motivación por experimentar sensación de control/poder. El juego de Galán con la policía y con la justicia es un claro exponente de esta motivación psicopática.
Recomendaciones
A una personalidad antisocial hay que ponerle límites muy claros y firmes desde el principio. Es importante no consentir en modo alguno que traspase esos límites, porque, una vez que pierda el respeto, ya no va a dar marcha atrás en cuanto compruebe que no pasa nada. Seguirá dando pasos adelante.
Aquí no cabe el arrepentimiento ni la culpa, así que lo único que puede sujetar al antisocial es la firmeza. Es importante estimularle para que desarrolle el control, la voluntad y la capacidad de esfuerzo e insistir en que debe corregir cualquier desvío. También es positivo enseñarle a enjuiciar la realidad de manera correcta, sin creer que puede hacer su santa voluntad porque es invulnerable. Si se logra cierta adaptación social, se evitarán muchos problemas.
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