Название | Aquiles y su tigre encadenado |
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Автор произведения | Gonzalo Alcaide Narvreón |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788468538143 |
–Huacamole –respondió Marina, explicándole que contenía y como se preparaba.
Los dos canadienses probaron y les pareció delicioso.
Marina le contó sobre la receta para preparar sándwiches de palta, especialidad de Aquiles y recurso al que frecuentemente solían acudir cuando no había ganas de cocinar, especialmente durante el verano.
Lentamente, el resto de las mesas se iban ocupando y el ritmo de los meseros se intensificaba.
–Hermosa piel y muy lindo bronceado –dijo Cristie, dirigiéndose a Marina.
–Gracias –respondió Marina, golpeándole la pierna a Aquiles por debajo de la mesa.
–Se nota que ambos son deportistas... vos, además de tener una increíble piel, tenés un muy buen físico y el traje de baño blanco de una pieza que lucías esta tarde, te queda de maravilla; y tu marido, luciendo su físico de “Macho latino” y vistiendo solo un slip blanco... una pareja soñada –dijo Critie, con total naturalidad, dirigiéndose a Marina.
Ahora fue Aquiles el que le pegó un golpe por debajo de la mesa.
Marina respondió al golpe agarrándole el bulto y largó una carcajada que no pudo contener, provocada por la frase “Macho latino” dicha por Cristie, en un castellano trabado.
–Gracias, fue lo único que Marina atinó a responder.
–Tratamos de mantenernos activos... vamos al gym, corremos, yo nado... –dijo Aquiles.
–Eso está muy bien y se nota –dijo Ethan.
–Uds. también se mantienen en forma –dijo Aquiles, solo con la intención de devolver la gentileza.
–Intentamos... Con el trajín diario, a veces es difícil encontrar tiempo como para hacer deportes –respondió Ethan.
–¿Tienen hijos? –preguntó Marina.
–No, no tenemos –respondió Cristie, de manera un tanto cortante.
Marina no quiso indagar más sobre el tema. En verdad, tampoco tenía mucho interés por saber y solo había preguntado como para sacar un tema de conversación.
–¿Uds.? –preguntó Cristie.
–No aún, pero estamos en eso –respondió Marina, pensando en que quizá, no pudiesen tener hijos o que quizá, uno quería y el otro no, lo que generaba cierta tirantéz entre ellos.
Nadie acotó más nada y se produjo un instante de incómodo silencio.
Afortunadamente, aparecieron dos meceros cargando la cena, que ayudaron a cortar ese incómodo momento. Cargaban dos enormes bandejas conteniendo platos también enormes que dejaron apoyados sobre la mesa frente a cada comensal.
–Esos platos se ven espectaculares –dijo Aquiles, viendo como Cristie e Ethan desplegaban las hojas de plátano, para dejar al descubierto las piezas de cerdo y de pescado que emanaban un esquicito aroma.
Transcurrió la cena en medio de conversaciones en las que hablaron de sus respectivas ciudades, explayándose sobre las actividades que cada quien desarrollaba, sobre los lugares a los que cada quien había viajado. Aquiles, inusualmente distendido, relató alguna de las experiencias vividas con sus amigos, durante las salidas a navegar en el velero de Adrián, logrando mantener atrapada la atención de la pareja.
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