El castellano andino norperuano. Luis Andrade

Читать онлайн.
Название El castellano andino norperuano
Автор произведения Luis Andrade
Жанр Документальная литература
Серия Colección Estudios Andinos
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789972429347



Скачать книгу

subordinada o coordinada, sino también a los monolingües que no tienen ningún conocimiento de las lenguas indígenas involucradas en el proceso de contacto, pero que están sujetos a su influencia. De este modo, señala, se podrán tomar en cuenta, de manera fluida, en la descripción de un espacio lingüístico determinado, todas las variedades lingüísticas existentes en él, sin restringirse a las hablas de los bilingües (Caravedo, 1996a, p. 494). Como se ve, el planteamiento de Anna María Escobar ha tenido la virtud de colocar nuevamente los fenómenos de bilingüismo en el centro de la discusión sobre la naturaleza del castellano andino, tal como había hecho Alberto Escobar desde inicios de la década de 1970.

      Un segundo campo de debate que el trabajo de Anna María Escobar ha abierto en el estudio del castellano andino, siguiendo los planteamientos de Thomason y Kaufman (1988), es el de la historicidad del fenómeno que nombramos mediante esta etiqueta. Desde perspectivas diferentes y con definiciones menos acotadas del concepto, diversos autores han apuntado que algunas características definitorias de esta variedad se encuentran presentes tempranamente en los documentos coloniales escritos por bilingües, sea en cartas o en crónicas. En consecuencia, han postulado que dicha variedad ya se encontraba configurada, en sus rasgos distintivos, desde los primeros siglos de la dominación hispánica. A partir de la lectura de cartas de bilingües, Rivarola (1994 y 2000) identificó en esta escritura rasgos fonético-fonológicos y sintácticos como la alternancia de vocales altas y la discordancia de género y número. Como ejemplos del primer tipo, tenemos ochinta en vez de ochenta, piquiña en vez de pequeña, cídula en vez de cédula, resedencia en vez de residencia, hordenarias en vez de ordinarias, coñado en vez de cuñado y ovexono en vez de ovejuno (Rivarola, 2001, p. 143). Como ejemplos del segundo tipo, dos de los muchos casos que identifica son Este mes está la comida maduro y Edificaron unas cacitas que parece horno (Rivarola, 1990, p. 165). En cuanto a las crónicas, Cerrón-Palomino ha señalado que, en textos de bilingües como Guaman Poma de Ayala y Francisco Tito Yupanqui, se puede observar la reducción de diptongos y el lo redundante o aspectual (Cerrón-Palomino, 1995 y 2003 [1992]). Por su parte, Adorno (2000 [1986]) y Harrison (1982) han identificado, en Guaman Poma y Joan de Santa Cruz Pachacuti, la recurrencia de mecanismos de presentación del discurso referido mediante las locuciones dizque y dicen con un valor de información reportada de segunda fuente. De hecho, la continuidad histórica del fenómeno ya se encuentra señalada desde los trabajos pioneros sobre el español andino (ver, por ejemplo, Cutts, 1973 [ca. 1985]).

      Anna María Escobar ha estudiado, en la crónica de Joan de Santa Cruz Pachacuti, la presencia de la alternancia vocálica y los mecanismos de marcación de la información reportada, con el fin de confirmar si la coexistencia entre un español andino, como una variedad surgida del bilingüismo social, y un español bilingüe, marcado por el bilingüismo individual, existía ya durante la época colonial. De este modo, ha comparado la presencia de los fenómenos mencionados en la escritura del cronista con datos actuales correspondientes a ambos tipos de español. Como resultado de este examen, ella encuentra que el tratamiento de la alternancia vocálica en Santa Cruz Pachacuti se asemeja más al conjunto de soluciones esperadas en una variedad de español como segunda lengua que a las de una variedad materna de español. En el caso del reportativo, es imposible asociar los datos con alguna de las dos variedades, pero sí se puede decir que la función reportativa, en un sentido semántico, se expresa de manera diferente en el texto de Santa Cruz Pachacuti que en el presente. El primer resultado lleva a la autora a concluir que el español andino, según la definición restringida que ella propone, no se encontraba configurado todavía en el siglo XVII, como sugerían los académicos que habían trabajado previamente sobre el tema. El segundo resultado es interpretado como un indicio de las etapas iniciales de la evolución de la función reportativa en las variedades de español en contacto con el quechua. La primera conclusión se relaciona con un hecho sociohistórico: la aparente inexistencia de una comunidad bilingüe en el sentido antes detallado se debería a la supuesta separación entre las sociedades hispana e indígena (la denominada «república de españoles» frente a la «república de indios»), así como a la existencia de una «estructura de castas» durante los primeros siglos de la dominación hispánica. Así, el bilingüismo social no podría haberse desarrollado durante la etapa colonial, debido a que las condiciones sociolingüísticas necesarias para la interferencia estructural no se habrían producido en este período (Escobar, A. M., 2001b). Algunos planteamientos historiográficos que cuestionan la existencia real de la consabida división colonial, más allá del discurso legal, podrían servir de base para futuros estudios que busquen replantear el problema de la historicidad del castellano andino con nuevas evidencias documentales21.

      Como se ha observado en este recorrido, el estudio del castellano andino como variedad de contacto ha seguido privilegiando fenómenos fonético-fonológicos como el tratamiento de las vocales y la reducción de secuencias vocálicas, pero también ha tomado en cuenta, con mayor intensidad que en los ejes conceptuales anteriormente estudiados, fenómenos sintácticos como la estructura de la frase posesiva y el lo aspectual, así como aspectos semántico-discursivos como la expresión de la reportatividad.

      Algunos problemas en el estudio del castellano andino

      A partir de la revisión bibliográfica efectuada, se puede afirmar que, aunque el concepto de castellano andino ha permitido legitimar un conjunto de hablas castellanas en el marco de la lingüística hispánica, la manera como se ha trabajado la categoría ha contribuido a generar algunos problemas y vacíos en el estudio del castellano del Perú. La primera observación que quiero formular se refiere al eje regional. Si bien nunca se ha puesto en cuestión que la cobertura geográfica del castellano andino alcanza a todos los Andes —la discusión a este respecto, más bien, se ha centrado en la expansión de la variedad hacia las grandes ciudades de la costa y a algunas zonas de la Amazonía—, las muestras en las que se ha basado la literatura evidencian un claro sesgo a favor de hablas sureñas y surcentrales. El departamento de Ayacucho, por ejemplo, fue privilegiado desde el inicio (Stark, 1970; Pozzi-Escot, 1973) y mantuvo su interés en trabajos de finales de la década de 1990 (Zavala, 1999), junto con Huancavelica de manera secundaria (Andrade, 2007), mientras que el Cuzco parece estar en la base del material analizado por Anna María Escobar (2000) y Calvo (2008); de hecho, lo está en los casos de Klee y Ocampo (1995), Ocampo y Klee (1995), Alvord, Echávez Solano y Klee (2005), De los Heros Diez Canseco (2001) y Merma Molina (2008). El departamento de Puno también ha generado buena parte de las muestras en que se ha basado la literatura, desde el pionero trabajo de Cutts (1973), pasando por los estudios de Schumacher de Peña (1980), hasta la mayor parte de acercamientos de Godenzzi, entre finales de la década de 1980 y la década de 2000 (Godenzzi, 1987, 1991, 1996a, 1998, 2004 y 2005). En cuanto a los Andes centrales, los trabajos iniciales de Cerrón-Palomino (2003 [1972] y 2003 [1976]) surgieron de ejemplos obtenidos en el valle del Mantaro, y un texto más reciente (Cerrón-Palomino, 2003 [1995]) analiza datos de una publicación periódica del mencionado valle. Esta clara orientación regional ha excluido involuntariamente del análisis las hablas castellanas de los Andes norteños. Considero que esta es una manifestación de un proceso más amplio de sureñización en la comprensión de lo andino que se observa también en el estudio de la cultura material22.

      Un segundo problema, estrechamente relacionado con el anterior, pero que conviene abordar de manera específica, atañe a la manera como se ha tratado el bilingüismo en relación con el castellano andino. Como vimos en la subsección anterior, desde los planteamientos iniciales de Alberto Escobar (1975 y 1978), el bilingüismo cobró centralidad en la definición y análisis de esta variedad dialectal, y dio lugar a una serie de productivos estudios acerca de las diversas maneras en que ha influido el contacto lingüístico en la transformación del castellano. Sin embargo, el sesgo sureño en la construcción del concepto, sumado al peso simbólico que cobraron el quechua y el aimara desde la década de 1970, llevó a entender el bilingüismo y el contacto de lenguas vinculado al castellano andino como un fenómeno restringido a las dos «lenguas andinas mayores». Esta tendencia ha dejado fuera del escenario otras lenguas andinas que, como el culle en los Andes norperuanos, pueden —o no— haber contribuido a la configuración de variedades particulares del castellano. Si, siguiendo a Rivarola (1990, p. 202), redefinimos el objeto de estudio del contacto de lenguas en la América hispana desde un punto de vista sociohistórico, no como el examen del castellano influido