¿Cómo debemos rendirle culto?. R. C. Sproul

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Название ¿Cómo debemos rendirle culto?
Автор произведения R. C. Sproul
Жанр Документальная литература
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Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9781629461335



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La fe de Abel hizo toda la diferencia.La fe de Abel estaba en la promesa de Dios en Génesis 3:15 de que el sacrificio de la Simiente de la mujer destruiría al maligno.La adoración de Dios siempre ha involucrado la palabra hablada de la promesa.La palabra de promesa siempre fue acompañada por una señal tangible.La palabra de la promesa en el Antiguo Testamento es la promesa del Redentor que vendría y ofrecería el sacrificio perfecto para salvar al pueblo de Dios de sus pecados. La redención estaba atada al sacrificio.Escuchar la promesa no era suficiente para Caín y Abel. El problema era si ellos confiarían o no en la promesa.Caín confió en su posición como primogénito. Dios no se complace en la confianza en sí mismo.Abel no tenía nada en este mundo en lo que confiar. Solo era un pastor. Confió en la promesa de Dios únicamente.La latria verdadera comienza en el alma.

      5 El enojo de CaínEl juicio de Dios es siempre justo.El enojo de Caín ante el rechazo de Dios de su ofrenda fue presuntuoso.Aquellos que confían en las promesas de Dios también confían en Su juicio.La adoración arrogante es una contradicción. Dios nunca nos debe nada.Es arrogante asumir que Dios está dispuesto a recibir cualquier tipo de adoración que la gente traiga–cristiana, judía, budista, hindú, etc.Estando en la posición de Caín, una persona fiel le habría pedido a Dios perdón por su actitud pecaminosa y un corazón cambiado.Aquellos que están enojados ante el juicio de Dios tienden a odiar a los fieles también.

      6 Conclusión

      Lo más importante para entender sobre la adoración es que la única adoración aceptable para Dios es la adoración que procede del corazón que está confiando en Dios, y solamente en Dios.

      ESTUDIO BÍBLICO

      1 En Génesis 22, ¿por qué le pide Dios a Abraham que ofrezca a su hijo como sacrificio? ¿Cuál es el rol que tiene la fe en el sacrificio de Abraham? ¿Qué observaciones adicionales ofrece Hebreos 11:17-19?

      2 En Levítico 1:1-9, ¿qué detalles especifica Dios sobre los holocaustos? ¿Qué detalles se agregan en los versículos 10-13? ¿En los versículos 14-17? Este es solo uno de los muchos tipos de sacrificio que se especifican en Levítico. ¿Qué propósito(s) tenían todos estos detalles? ¿Qué nos dicen sobre la adoración del Antiguo Testamento? ¿Sobre Dios?

      3 La expiación es mencionada en Levítico 1:4 como la razón para ese tipo de sacrificio, el holocausto. La expiación también es discutida en Levítico 16, que describe los ritos para el Día de la Expiación (Yom Kippur). ¿Qué es expiación? ¿Cuál es su relación con el sacrificio en estos textos del Antiguo Testamento? Haz una lista de detalles significativos sobre el sacrificio de expiación en Levítico 16.

      4 De acuerdo con Hebreos 9:11–10:18, ¿cómo ha cumplido Cristo la promesa de esos sacrificios del Antiguo Testamento? ¿En qué formas el autor compara el sacrificio de Cristo con aquellos prescritos en Levítico?

      GUÍA DE DISCUSIÓN

      1 ¿Cómo ilustra la historia de Caín y Abel la centralidad del sacrificio en la adoración del Antiguo Testamento? ¿Cómo ilustra la centralidad de la fe en ese sacrificio?

      2 ¿Por qué la confianza solamente en Dios es esencial para la verdadera adoración?

      3 ¿Por qué es arrogante asumir que Dios debería aceptar cualquier tipo de adoración que elijamos dar?

      APLICACIÓN

      1 El sacrificio ofrecido en fe era central en la adoración del Antiguo Testamento. Jesús se ofreció a Sí mismo como el sacrificio definitivo por el pecado. Da gracias a Dios y alábale por ese sacrificio. ¿Qué respuesta de confianza puedes ofrecer?

      2 Si has estado enojado, resentido o ingrato hacia Dios, confiesa esa actitud y pídele que cree en ti un corazón limpio y renueve en ti un espíritu recto.

      3

      SACRIFICIOS VIVOS

      Una vez escribí un libro sobre la dignidad humana. En ese libro, mencioné un ejercicio que un consultor me mostró una vez. Él dijo: “Este va a ser un ejercicio divertido, R. C. Quiero que escribas los cinco cumplidos más significativos que la gente te ha dicho en tu vida”.

      Él tenía razón–fue un ejercicio divertido. No tuve que pensar en las críticas o insultos con los que he tenido que lidiar en mi vida; en cambio, podía concentrarme en las cosas agradables que las personas me han dicho.

      Mientras pensaba en esos cumplidos y escribía los cinco que me parecían más significativos, me sorprendí al ver que cada una de las cosas que puse en la lista –comentarios que habían venido de la boca de personas– eran de antes de que yo tuviera veintiún años, y aun así yo podía recordarlas después de tanto tiempo. Luego el consultor empezó a mostrarme que estos comentarios habían tenido una influencia tremendamente importante en mi vida. También me indicó que las personas que me hicieron esos cumplidos eran individuos cuyo juicio yo valoraba y cuyas palabras apreciaba porque eran figuras de autoridad en mi vida: entrenadores, familiares, profesores, etc. De hecho, dos de los cinco cumplidos que escribí eran de mi profesora de inglés de octavo grado, y de repente me empecé a dar cuenta de la influencia tan grande que esa mujer había tenido en mi vida.

      Mientras discutíamos estas cosas, el consultor me señaló que seguramente hubo momentos en que las personas habían dicho cosas aun más agradables sobre mí. Me preguntó: “¿Nadie más te ha dicho un cumplido mayor a los que apuntaste en esta lista?”.

      “Pues, sí”, le dije, y le mencioné un par que se me vinieron a la mente. “¿Por qué no los escribiste en la lista?”, me preguntó. “Eso es fácil”, respondí con una sonrisa, “no los escribí porque no los creí”.

      A mi juicio esos cumplidos en particular no eran sinceros. Eran lisonjas, y yo entendía intuitivamente la diferencia entre la adulación y un cumplido genuino. De alguna manera, tendemos a saber cuando las personas nos dicen palabras vacías de alabanza o adulación, palabras que no son sinceras. Todos hemos recibido halagos que no son sinceros, y hay algo insultante en ello. El hecho mismo de que sean palabras vacías nos atormenta de cierta forma. Nos gustaría poder creer todas las cosas lindas que las personas dicen de nosotros–incluso cuando sabemos que realmente no piensan que lo que están diciendo sea cierto.

      Los sentimientos de Dios no son lastimados por la alabanza insincera, pero Él tampoco es honrado por ello. Dios nunca es honrado por medio de la adulación. Es por eso que la verdadera adoración debe ser sincera.

      En el capítulo anterior, vimos que el sacrificio era el elemento central de la adoración en el Antiguo Testamento. Vimos que este énfasis en el sacrificio se remonta a Caín y Abel, y que Dios estaba complacido con el sacrificio de Abel, pero rechazó el de Caín. La diferencia fue que Abel adoraba con un corazón que confiaba en Dios solamente.

      Los sacrificios hechos en el Antiguo Testamento debían ser sacrificios de alabanza, y la alabanza es un intento de expresar honor. El elemento central de la adoración en la Biblia incluía honrar, bendecir, estimar y reverenciar a Dios. Un sacrificio era ofrecido como una señal externa de un corazón que estaba lleno de admiración, reverencia y respeto hacia Dios. Cuando un sacrificio no era dado en fe, no era más que un rito externo, un patrón formal de comportamiento que no era una expresión de la fe verdadera que tenía a Dios en la más alta estima y reverencia posibles. Carecía de lo que los libros de sabiduría llaman el temor del Señor, ese sentido de admiración por el cual el corazón es inclinado a adorar y honrar al Creador. La esencia misma de la adoración, como la Biblia deja en claro, es el hecho de expresar, desde lo más profundo de nuestro espíritu, el mayor honor posible que podamos ofrecer ante Dios.

      Abel sinceramente quería honrar a Dios en su adoración, pero Caín no estaba interesado en honrar a Dios. Claramente, el honor que se expresa hacia Dios en la adoración puede no ser sincero.

      Cuando Jesús se encontró con la mujer samaritana en el pozo en Sicar, ella inició un debate teológico,