Solo tu. Niky Moliviatis

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Название Solo tu
Автор произведения Niky Moliviatis
Жанр Книги для детей: прочее
Серия Los Hamilton
Издательство Книги для детей: прочее
Год выпуска 0
isbn 9788418013140



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día me caí y mi hermana quería que prometiera que nunca más me subiría a ninguna otra. Lo siento, Holly, pero desde esa caída, me enamoré de la adrenalina que da este deporte.

      —¿Vas a competir en la competencia de resistencia y freestyle en Madrid? —preguntó Kyle.

      —No, no puedo aún por la rodilla, solo motocross y moderado. Caída más mierda, de verdad que destrozó mi existencia, hermano.

      —Bueno, tenemos tres meses de preparación para las eliminatorias del próximo año.

      Di una sonrisa de aprobación, iba a prepararme para el otro año ser el campeón de freestyle. Meses atrás, Louis sería el que estaría aquí conmigo diciéndome a qué carreras asistir y a cuáles no. Sé que en dos días aparecería en mi puerta. Los domingos eran religiosos para nosotros y cuando digo religioso no me refiero a ir a la iglesia. Todos los domingos hacemos cena en su casa, por primera vez ofrecí la mía para darle la bendición a mi nuevo hogar. Por más raro que suene, así es. Espero que no quieran comida preparada, tampoco es que pueda cocinar, les compraré una pizza y espero eso sea más que suficiente.

      Dos horas después, estaba frente al espejo viendo mi atuendo. Pantalón de lona, camisa blanca en v y chaqueta de cuero negro. Mi cabello, como era costumbre, estaba desordenado en ondas negras. Sí, quizá estaba vestido como imbécil, pero este estilo me gustaba. Eso de los pantalones de tela, camisas de botones y sacos, era para la élite.

      Hoy no era parte de la realeza, no era parte de ninguna tontería de esas. Hoy solo era Race Hamilton, corredor profesional y simple ser humano que va a salir a beber. Cualquiera de la élite que escuche eso no me lo creería ni en pedo.

      Le tiré sus llaves a Kyle, su motocicleta era una Ducati, muy parecida a la que hice tres pedazos hace unos meses. Yo llevaría a mi nueva bebé, tenía que lucirla. Tenía cuatro motocicletas sin contar la que ahora está en la chatarrería descansando en paz. Mi moto de motocross, la de freestyle, de racing y, por supuesto, mi nueva Honda.

      Cuando llegamos a ese lugar, el cual tenía una pinta de burdel barato, la gente salía de la puerta como hormigas. Los autos parqueados como si los tickets de tránsito fueran una broma y el sonido estridente mataba los tímpanos de cualquier persona que se acercara a la bocina. Me sorprendió ver que las chicas no estaban tan mal vestidas como veía en los bares americanos, estas eran un tanto más decentes.

      Pensé en las fiestas españolas y, definitivamente, Inglaterra tenía estilo. La música sonaba como si no hubiera tope tan alto. Me pregunto qué dirán los vecinos de eso, de seguro si fuera uno de la élite ya lo hubieran demandado. Por otro lado, las canciones eran muy parecidas, conocía unas cuantas y eso me hacía sentir mejor. No estaba tan perdido después de todo.

      —¡Race! —escuché la voz de una chica—. No puedo creerlo. ¡Es Race!

      Numerosos gritos de chicas se extendieron por el lugar acercándose como las típicas chicas fanáticas a las cuales ya estaba acostumbrado. Les di una sonrisa de esas que sabía las mataba, me acerqué a ellas y accedí a un par de fotografías. La verdad es que me encantaba tener a estas pequeñas gritando y exigiendo fotos, me hacían sentir importante.

      —Bueno, bueno —dijo Kyle llamando al orden—. Si quieren que Race aparezca más seguido, tienen que darle espacio.

      Muchas de ellas se quejaron, pero accedieron al cabo de un par de fotografías más. Me acerqué a una mesa donde había una cantidad absurda de alcohol, vasos rojos de plástico y hielo en cubetas que temía tomar.

      —Yo que tú, tomaría de estas —dijo una rubia de tetas de campeonato tomando una cerveza—. Son más seguras y casi nadie las elige.

      Una buena cerveza era la solución a todos mis problemas, definitivamente esta chica tenía cien puntos. Destapando la cerveza con la orilla de la mesa, le di un trago largo, sintiendo lo amargo deslizarse a través de mi garganta y bajar hasta mi estómago dejando frío todo su trayecto.

      —¡Gracias! —dije, extendiendo mi mano—. Race Hamilton.

      —Bree Vance —me dio una sonrisa enseñando sus dientes completamente blancos y rectos.

      —Es un placer, Bree. ¿Quieres salir al balcón para poder platicar mejor?

      Valía la pena entablar conversación con alguien, al fin y al cabo, a eso vine. Tenía que salir más, despejar mi mente de la pelirroja que hacía mi vida un infierno. No la conocía lo suficiente para decir que estaba loco por ella, enamorado, pero sí estaba enojado y molesto por su rechazo. Bree era agradable y, en cuestión de segundos, estábamos más que metidos en una estupenda conversación de tipos de llantas. Este tipo de pláticas no las podía tener con nadie de la élite, menos con una dama.

      —¡Renny Ren Scott! —escuché a alguien decir. No dudé en girarme con el corazón palpitando como conejo drogado.

      En la parte de abajo, cerca de la piscina, donde se encontraba Brat «Maldito» Minch estaba tomándola de la cintura. ¡Carajo! Espero que no regresen en este tiempo. Brat era el exnovio de Renny, para ponerle la fresa al pastel. ¡Era su exnovio! Por toda la vida pura… ¡Su ex! Y el tipo era un asco bien hecho.

      Me incliné un poco para verla cómo empujaba a Brat, como si guardara su distancia. ¡Aleluya! Si la veía besándolo me iría al infierno por matar a Brat en un ataque de… Un momento… ¿Celos? No, jamás. No estoy clavado de ella para sentir celos, definitivamente esto me está costando mi coherencia.

      —¿Te pasa algo? —preguntó Bree, acercándose a mí. Le di una sonrisa viendo una vez más el área de la piscina. Renny tenía los ojos clavados en mí, le di una sonrisa antes de dar media vuelta y tomar a Bree de la mano llevándola adentro de la casa una vez más.

      Así es Renny Ren, así es como se juega, yo también puedo hacerlo.

      Salí para buscar un poco de aire, esas ocho cervezas estaban empezando a hacer efecto en mi estómago, sin mencionar los jueguitos de quién toma más. ¡Malditas cartas! Según sabía, solo se usaban para póker.

      Por primera vez en muchísimo tiempo, me sentía relajado. Bueno, desde mi viaje a Grecia con Louis. Aquellos recuerdos, no me importaba nada más que tomar y pasarla bien. Recuerdo muy bien cómo empezaba a sentir cosas por Charlotte, era divertida y graciosa, la pasábamos bien y el sexo era de dioses egipcios y griegos calientes. Aún no entiendo el punto de lastimar a las personas. Me hizo daño, no voy a ocultarlo.

      Lo bueno es que la superé rápido y no me quedé en casa pensando en cómo había podido engañarme. No me gustaba sentirme vulnerable en cuestiones del corazón, miren a Holly, se entregó y salió como colador de esa relación. Aun así, el dolor era un recordatorio de que estaba vivo.

      Aclaración, no quiero sentirlo nunca más. Una vez es suficiente.

      Tomé un par de bocanadas de aire antes de regresar a la sala, donde todos mis conocidos estaban sentados en círculo con las cartas del infierno. Resulta que dependiendo de qué carta te salga, te toca una penitencia. ¡Kings! Me recordé a mí mismo, quizá algún día pondría a todos en la élite a jugarlo.

      Tomé mi asiento junto a Bree, envolviendo mi brazo alrededor de su cintura. Sentí una mirada antes de caer en la cuenta que Renny estaba justo frente a mí. ¿Qué hace aquí?

      —¿Renny? —pregunté, viéndola fijamente.

      —¡Oh, Dios! ¿La conoces? —preguntó Bree, acercándose un poco más a mí—. Estamos juntas en clases. ¡Es increíble!

      —Cálmate, Bree, te vas a caer de la silla. Ya estás borracha.

      Escuchar su voz era como un balde de agua fría. Maldición. ¿Por qué provoca esto en mí?

      —No, no lo estoy —sí, el primer paso es negarlo. Claro que estaba borracha y yo la estaba alentando a estarlo.