Solo tu. Niky Moliviatis

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Название Solo tu
Автор произведения Niky Moliviatis
Жанр Книги для детей: прочее
Серия Los Hamilton
Издательство Книги для детей: прочее
Год выпуска 0
isbn 9788418013140



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que la mujer no pesara absolutamente nada. Gritó un par de veces que la bajara, pero no estaba dispuesto a hacerlo por las buenas.

      —¿Vas a calmarte y dejar de pelear? —pregunté antes de dar el último paso. A este punto no me importaba, me iba a meter en la fuente para hacer esto una locura más grande de lo que ya era.

      —¡Me estoy mojando!, ¡mierda! —Me gustaba que usara palabras tan poco comunes en la élite.

      —Eso no es mojarse. Esto… —dije antes de dejarnos caer al agua. La escuché gritar al momento en que el agua fría tocó nuestra piel. De verdad estaba fría como hielo en la Antártida. Creo que fue una pésima idea.

      —¡Está helada! —Renny intentó separarme de su cuerpo, dándome pequeños golpes.

      La tomé con fuerza para que supiera quién diablos era el que mandaba, estaba cansado de sus arrebatos y que se hiciera la imposible cuando sabíamos que los dos queríamos.

      Tomándola del cabello, llevé sus labios a los míos. Pensé que me iba a pegar, o me iba a empujar, para mi sorpresa no hizo nada, al contrario, me tomó con fuerza los brazos como si la excitación no pudiera con ella.

      —Tienes cara de imbécil, ¿lo sabías?

      Levanté la vista para ver a mi mejor amigo que ahora es mi cuñado, Louis Montgomery. Nuestra relación cercana nunca cambió ni siquiera sabiendo que se acostaba con mi hermana. Incluso, varias veces los había escuchado gritar de placer y eso me dio náuseas. ¡Descarados! No esperaban a que no hubiera nadie en su apartamento para hacer sus cosas.

      —Cállate, estúpido. ¿Me vas a ayudar con la mudanza?

      —¿Qué crees que hago aquí? No es que venga a verte la cara solo porque sí.

      Observé las cajas con mis cosas. Tomé la decisión de mudarme a vivir solo cuando me di cuenta de que ni Louis, ni Holly estaban en casa. Mamá y papá accedieron después de una hora de explicarles que esto ayudaría a mi proceso de madurar. Papá fue el primero en apoyarme, mamá tardó un poco más diciéndome que era un niño. Realmente no podía decirme eso, ellos se mudaron a vivir juntos más o menos a la misma edad que yo tengo.

      —Bueno —levanté una caja pesada que supongo tenía mis libros de leyes—, movamos todo el culo a mi nuevo y lindo apartamento.

      —No lo vas a destrozar en el primer fin de semana, ¿verdad?

      —No, qué va. Esta semana, no, aún tengo que instalar todo para destrozarlo.

      Le regalé una sonrisa pícara a Louis. Esta aventura estaba a punto de empezar y yo era el espécimen más emocionado. Necesitaba mis juegos de realidad virtual avanzada, mis libros, ropa y cosas que mamá compró para que tuviera en la cocina. Si dependiera de mí, eso hubiera sido lo último en lo que hubiera pensado.

      Guardé la caja en la maleta del automóvil, le hice señas a uno de los encargados de mudanza y dejé que ellos se encargaran del resto.

      Primera y última vez que me mudo de casa. Todo el cuerpo me dolía sin mencionar que la cabeza me iba a estallar. Mi madre y hermana se dedicaron a la tarea de arreglar los detalles. No les discutí absolutamente nada, no estaba para decirles que era mi apartamento, no de ellas. Las paredes eran blancas con cuadros de marco negro pegados a las paredes sin ningún relieve. El sistema de sonido y luces conectadas a mi dispositivo móvil, de igual modo, en la seguridad en chapas y ventanas.

      La sala la habíamos convertido en una sala de realidad virtual para mis videojuegos y mis dispositivos de entrenamiento. Al menos podía ejercitarme desde la sala de mi casa cuando no podía ir a las pistas. Malditas lesiones que me interrumpen mi vida.

      Mi habitación era mi santuario de comodidad. La cama con edredón blanco, el sistema que se conectaba a las paredes para crear un ambiente como de estrellas en el cielo. ¡Era genial! Louis me lo regaló en junio para mi cumpleaños y no dejé de traerlo a esta casa. Incluso, podías colocar sonidos característicos de paisajes naturales, de selva, con su fauna, o de riachuelos y cascadas para ayudarte a dormir. En mi caso era totalmente funcional por mis problemas de sueño.

      Mañana tenía una pequeña carrera y necesitaba guardar mis energías de la mejor manera. Era de carreras cortas de motocross de un día, la Bai Whole que se efectuaba cada tres meses. Solo por ser una carrera sencilla, me animé a competir. Estaba fuera de la jugada por tanto tiempo en cama y aún tenía ciertos dolores de rodilla cuando me esforzaba mucho.

      Cerré los ojos después de poner música ambiental de meditación para entrar con mi conexión espiritual interna, encontrar mi paz y prepararme mentalmente. Tenía que ganar y demostrar que, a pesar de este par de meses inactivo, aún soy el mejor. Tenía enemigos en la pista que necesitaban un recordatorio.

      Debí quedarme dormido porque a las cuatro de la mañana que sonó mi despertador aún estaba con la ropa de ayer. Suspiré colocando diez minutos más en la alarma, típico de cualquier ser humano: desear esos diez minutos más. Solo diez más.

      Me levanté con pesadez y mucha hambre, me dormí sin cenar y obviamente mi estómago parece león enjaulado. Tomé espinaca y una manzana, la corté en trozos pequeños, los puse en el extractor y preparé mi jugo verde con las proteínas energéticas que necesitaba para hoy. Preparé cuatro huevos revueltos con pan de rodaja y tres minúsculos pedazos de tocino. Había regresado al gym y eso quiere decir que la dieta es parte de la rutina diaria, excepto por los fines de semana, claro está.

      Dejé los platos sucios en el lavaplatos y decidí revisar un poco las redes para ver qué se decía sobre mi regreso. Como era de esperarse, la multitud estaba emocionada al igual que yo. Me acerqué a la ventana sin camisa y tomé una selfie.

      La subí, colocando en la descripción de la fotografía: «Buen día para regresar a la pista. Nos vemos en unas horas». Sabía que eso levantaría más el ánimo de las multitudes y, sobre todo, a mis enemigos de pista. No iba a demostrar que estaba un poco ahuevado por todo, pero ya era hora de regresar.

      Tomé el teléfono y llamé a Charly, mi entrenador. Tenía que corroborar mi hora de llegada.

      —¿Qué dice el campeón de campeones? —esa era una buena manera de contestar el teléfono, es una lástima que solo él lo haga.

      —Listo para un título más. Mis patrocinadores están desesperados por mi regreso.

      —Totalmente. ¿Estás seguro de que quieres que esta sea tu primera carrera?

      Casi nunca corría estas carreras por ser cortas y no me gustaba quemarme como corredor. Evidentemente, mi entrenador aún tenía dudas de esto.

      —¡Claro, coach!, estoy más que listo. Además, son carreras cortas.

      —¿Dormiste bien? ¿Desayunaste bien? —Es parte de su trabajo asegurarse que todo esté normal conmigo.

      —Tengo ya una semana en dieta y gimnasio intenso. Además, no dejé la fisioterapia en ningún momento. Así que sí, estoy listo.

      —Está bien. Nos vemos a las nueve en la carpa de Boom Energy. Mandaré a traer tu motocicleta al taller, ya está revisada y con llantas nuevas. No llegues tarde.

      —Claro, coach, nos vemos ahí.

      Mi emoción se intensificó. Elevé mi mano con mi celular y di un golpe al aire. Extrañaba tanto esto, estar conectado con mi Race interno listo para patear culos era todo lo que necesitaba.

      Mandé un mensaje al grupo de la familia avisando de mi carrera y colocando una nota muy larga explicando que estaba listo. El primero en contestar fue Louis, estaba de turno por lo que no me extrañaba que estuviera despierto a las seis de la mañana.

      Louis M: Tú puedes, campeón.

      Me pasé a una conversación privada para decirle buenos días como se debe sin