La sociedad de castas. Agustín Pániker Vilaplana

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Название La sociedad de castas
Автор произведения Agustín Pániker Vilaplana
Жанр Социология
Серия Ensayo
Издательство Социология
Год выпуска 0
isbn 9788499884264



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sus equivalencias y correspondencias, está claro que los brāhmaṇs constituyen la contrapartida terrestre de Prajāpati. Su fuerza tiene el mismo origen que los dioses: brahman (la potencia sacrificial). Idealmente, el brāhmaṇ guía a la sociedad por la fuerza de su poder espiritual, como los antiguos sabios-poetas (ṛiṣis) que escucharon el Veda.

      A pesar de los privilegios que posee en virtud de su nacimiento, los textos declaran que el brāhmaṇ debe mantener la disciplina moral y la pureza inherente a su clase. De donde, como veremos, la cantidad de tabúes a los que está sujeto de por vida. Si el brāhmaṇ incumpliera sus obligaciones de varṇa, no se convertiría en kṣatriya, sino directamente en śūdra o en algo incluso peor. Al menos, así lo entendería una línea de pensamiento. Para otra, en cambio, un brāhmaṇ será siempre «el más elevado entre los dioses».21

      Esta visión ideal e idealizada, no obstante, tiene que matizarse considerablemente si queremos aplicarla a la sociedad factual. En primer lugar, no todos los brāhmaṇs han sido –o son– sacerdotes o expertos en el conocimiento sagrado. (Ni todos los sacerdotes han sido o son brāhmaṇs [FIG. 37].) Los Dharma-śāstras son más pragmáticos y flexibles de lo que aparentan. Y nunca dejaron de recomendar cómo un miembro de una clase debería de ganarse la vida y actuar en tiempos difíciles [véase en El dharma es contextual]. De ahí que hayamos encontrado a brāhmaṇs desempeñando cargos en la administración, en la educación y hasta en la agricultura, muy a pesar de las declaraciones del Manu-smṛiti, que desaprueba enfáticamente el arado para los brāhmaṇs.22 Eso no les ha convertido en śūdras. Serán brāhmaṇs pobres, pero –igual que con las jātis– habrá sido su nacimiento de padre y madre brāhmaṇ lo que les otorga su rango en el brāhmaṇ-varṇa.

      27. Retrato de un sacerdote havik-brāhmaṇ de Karnataka. Foto: Hurrichund Chintamon, 1867.

      Por mucho que los autores de los Dharma-śāstras nos quieran hacer creer que los brāhmaṇs eran los elementos más importantes de la sociedad y que su vida ejemplificaba el modelo de conducta ideal, la persistencia en la India de costumbres y reglas muy poco brahmánicas muestra que había secciones importantes de la población para quienes los brāhmaṇs han sido de importancia ritual o política relativas.

      El kṣatriya

      La función adjudicada a los kṣatriyas o rājanyas es la defensa y protección de la población [FIG. 41]. Si el brāhmaṇ está investido de brahman, que es el poder sacrificial, el kṣatriya lo está de kṣatra, la potencia y la fuerza. El kṣatriya por antonomasia es el rey (rāja) o gran rey (mahārāja). Aquel dignatario que emula el ideal del monarca universal (chakravartin) resume la esencia kṣatriya. La voz kṣatriya está emparentada con la irania ksathryō o la vieja persa kšasapāvam, de la que procede nuestro “sátrapa”. Y la de rāja con la latina rex. Hay que advertir que, al igual que con los brāhmaṇs, muchos grupos tenidos por kṣatriyas se situaban o se sitúan en parcelas de la sociedad distintas a su función ideal.

      La relación kṣatriya-brāhmaṇ

      Lo importante es que según el discurso brahmánico, el rey necesita legitimar su autoridad por los brāhmaṇs, que son quienes conocen los misterios últimos. Los brāhmaṇs son capaces de conceder al rey un estatus trascendente para que pueda involucrarse en la esfera mundanal del gobierno y capear el mundo del conflicto. De ahí los ritos de entronización (rājasūya, abhiṣeka), que tendrán que ser periódicamente actualizados. Por ello, el monarca se asesora por un capellán brāhmaṇ, el purohita, que hace a la vez de guru real, le aconseja en distintos asuntos de Estado y participa activamente en los rituales de entronización.

      Por descontado, el brāhmaṇ goza de una serie de privilegios que la literatura shástrica nunca deja de mencionar. A destacar, por ejemplo, que los castigos más severos no pueden aplicársele. Dada su posición aventajada, el brāhmaṇ se aseguraba del monarca una serie de puestos en el gobierno y –como reconocimiento a su sabiduría y mérito religioso– recibía gratuitamente tierras (brahmadeyas, agrahāras) exentas de impuestos. En el sur de la India, el brāhmaṇ ha sido con frecuencia un poderoso terrateniente (mīrasdar). (Ello explicaría, en parte, por qué los movimientos antibrahmánicos de finales del siglo XIX se originaron en el sur [véase Los movimientos antibrahmánicos].) Por supuesto, el brāhmaṇ ha de recibir una salutación respetuosa. Las reverencias podrían llegar a ser tales que algunos miembros de castas bajas ni siquiera pisarían la sombra de un brāhmaṇ.

      El brāhmaṇ instruido o śrotriya (versado en la śruti, predecesor del paṇḍit), estaba también exento de impuestos. Este punto revela un aspecto no siempre resaltado. Aquel brāhmaṇ que –en tanto que sacerdote doméstico o de templo– se dedica a las funciones rituales, verá rebajado su rango ya que ha de servir a castas más bajas (que le remuneran). En cambio, el brāhmaṇ que se aísla de la función sacerdotal y no acepta donaciones ni pagos, como el śrotriya, posee rango más elevado.23

      La función estelar del rey sería proteger el cumplimiento de este orden social o varṇa-dharma, motivo por el que tantos monarcas hindúes portaron el título de “rey del dharma” (dharma-rāja). Para ello, el gobernante hace uso de la “coerción”, el “castigo” o la “fuerza militar”, conceptos todos retenidos en el término daṇḍa.

      Muchos autores piensan que en la India el poder político ha estado permanentemente sometido al dharma, que es la esfera de dominio del brāhmaṇ. La atomización de la sociedad en castas impidió la fusión del poder vertical y el poder horizontal. Y lo cierto es que en la India no se ha prodigado demasiado la noción del rey-divino, propia del antiguo Egipto, de Mesopotamia, de China e incluso del ancien régime europeo. Dicho esto, también debe insistirse en que se da una cierta solidaridad y necesidad recíproca entre el par kṣatriya-brāhmaṇ. El primero necesita del otro para legitimarse; y el segundo, del rey para su sostén material. Y, como veremos en otro capítulo, tenemos muchos motivos para pensar que la cúspide de la sociedad india ha estado casi siempre de facto coronada por el rey (mientras que el brāhmaṇ la culminaría religiosa e idealmente).

      Serían los consejos de casta (pañchāyāts) o las asambleas de notables (pariṣads) de la aldea las instituciones que, más que el rey, habrían supervisado lo relativo al orden de castas. La institución de estas asambleas es añeja ya que puede rastrearse hasta la Chāndogya-upaniṣad,24 que es anterior al Buddha.

      Vaiśyas y śūdras

      Según el modelo brahmánico de la sociedad, los vaiśyas representan la función productora. Una mayoría de indoeuropeanistas derivan la palabra de viś, que significa “clan”; emparentada, por ejemplo, con la latina vicus (“barrio”, de donde surge la castellana “vecindad”). Otros la derivan de viśva, “todo el mundo”. En el contexto de los varṇas, viś es el poder del trabajo. Así, los vaiśyas se encargarían de la ganadería, la agricultura, algunos oficios y, por encima de todo, el comercio [FIG. 44]. A este colectivo habría que atribuir el nacimiento de los gremios (śreṇis). Aunque en comparación con las dos clases anteriores el vaiśya-varṇa posee un rango más bajo, pertenece todavía a la sociedad ārya; y queda claramente desmarcado del śūdra-varṇa. Con todo, los vaiśyas han constituido un grupo tan indefinido que, tal vez con la excepción del genérico “baniā”, pocos colectivos se han reconocido como tales. Y, como comprobaremos más adelante, históricamente han estado próximos a los śūdras.

      Según los textos clásicos, el śūdra-varṇa estaría compuesto por los grupos que habrían rehusado aceptar las costumbres y tradiciones de los āryas. Por eso su deber es “servir” a los āryas.