El nuevo gobierno de los individuos. Danilo Martuccelli

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Название El nuevo gobierno de los individuos
Автор произведения Danilo Martuccelli
Жанр Социология
Серия
Издательство Социология
Год выпуска 0
isbn 9789560014849



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Una diferencia visible incluso si, en ambos casos, el actor permanece libre en su conducta y es responsabilizado por las consecuencias de sus actos.

      15 Aunque la discusión se entabló a otro nivel y por otros caminos, puede encontrarse en esta tensión un eco del debate, tan importante en el último cuarto del siglo XX a nivel de la filosofía política, entre liberales y comunitaristas: entre aquellos que dan la primacía a lo justo o al bien.

      16 Aunque sea anecdótico, el punto extremo de este proceso de desplazamiento del prestigio de las jerarquías a la pura visibilidad se halla en las celebridades de la telerrealidad, y el caso extremo dentro de este universo extremo lo constituye sin duda la familia Kardashian que es, desde hace décadas, y luego de un efímero paso por un programa de telerrealidad, más o tan célebre como cualquier familia real.

      17 En este marco pueden entenderse por ejemplo los acalorados debates y críticas en el mundo académico sobre el valor de los rankings, las publicaciones en revistas de alto impacto, el número de citaciones, el coeficiente «h», etc. Lo que está detrás de estas polémicas son posiciones antitéticas entre lo que muchos consideran como una autoridad científica legítima y lo que cuestionan como una mera visibilidad medida por indicadores cuestionables.

      18 El fenómeno de los influencers sobre todo entre aquellos que trabajan para ciertas marcas, es él mismo objeto de juegos de poder. De las 20 millones de personas influyentes en el mundo (o sea, con más de 10.000 seguidores, trabajen o no para ciertas marcas), algunos estudios calculan que hasta un 25% de sus supuestos followers son falsos (en algunos casos la cifra es aún más elevada), y que una buena parte del dinero invertido en ellos por las empresas es gasto inútil.

       Capítulo 3 Desmesuras y límites

      ANTES DE ABORDAR concretamente y de manera más pormenorizada algunos de los grandes cambios señalados en el capítulo anterior, es importante estudiar una cuestión preliminar, en verdad un problema liminar, tratándose del gobierno de los individuos. El reconocimiento del carácter elástico de la relación entre las acciones y la realidad replantea, desde la sociología, lo que tal vez sea el más viejo y persistente problema del gobierno de los individuos. A saber, la gestión colectiva del deseo de la ilimitación humana. Todas las civilizaciones han tenido que enfrentarse a este desafío. Todas ellas tuvieron que comprender que uno de los más durables orígenes de la tragedia en la historia humana reside en este anhelo. Hybris, pecado, mal, orgullo, poder, avaricia, lucro, inmortalidad –los términos varían con el tiempo y entre las civilizaciones, pero el problema siempre fue y es el mismo. ¿Cómo yugular durablemente la atracción humana por el abismo del infinito?

      Para contravenir a este deseo de ilimitación, todas las sociedades han construido límites imaginarios con el fin de regular, gracias a la realidad y su supuesta fuerza dirimente, el abismo que en ellas suscita la ilimitación humana. Los controles, las creencias, las jerarquías todos ellos participan en el fondo y en último análisis en un trabajo societal por el cual se intenta evacuar el peligro de la ilimitación.

      Esta venerable problemática civilizatoria se sigue planteando con urgencia en la vida colectiva contemporánea, y la reconceptualización del lazo entre la acción y la realidad nos invita a una nueva mirada. En la medida en que la respuesta del orden social nunca evacúa completamente esta problemática fundamental, es preciso interrogar las distintas maneras históricas por las cuales las sociedades han enfrentado este desafío.

      I. Los choques con la realidad

      La realidad es lo que resiste. El mundo existe independientemente de nuestras representaciones, construcciones o percepciones, y en este sentido la realidad es una coordenada inevitable de la acción. Imposible actuar sin integrar las posibles resistencias del entorno. Los actores viven no solamente postulando que los límites existen, sino apoyados en la creencia que éstos actúan de manera constante e inmediata sobre sus conductas.

      Sin embargo, estas resistencias, y aquí está el origen del problema, operan en medio de un mundo social caracterizado por una elasticidad fundamental, un universo en el cual la noción que mejor designa la relación entre la acción y el entorno es la idea de choque con la realidad. Si esta noción –el choque con la realidad– merece la más grande atención es porque, actuando de manera constante a nivel imaginario, solo se experimenta factualmente muy raramente y en formas altamente complejas. En otros términos, el choque con la realidad es una noción límite, una idea reguladora, cuya importancia procede menos de su carácter efectivo, que de sus efectos estructurantes. Por imaginario que sea su carácter, el choque con la realidad es una noción cardinal de la acción. En su ausencia, el sentido ordinario de la realidad simplemente se disipa. La idea de que el entorno opone resistencias a la acción es un presupuesto inalterable de la acción y del sentido fundamental de lo que se denomina la realidad. Una dimensión que, por lo demás, permite justamente diferenciar la realidad del mundo del sueño, la fantasía o la ficción.

      Aquí reside el problema. Es imposible cuestionar las coerciones de la realidad, pues de hacerlo, ingresamos en un mundo que, desprovisto de toda forma de resistencia, es socialmente inverosímil. Sin embargo, como lo adelantamos y lo entendió Cervantes, a pesar de su omnipresencia imaginaria, los choques con la realidad, a diferencia de las coerciones, son producto de una experiencia altamente compleja. En verdad, los actores viven en medio de la certidumbre de la existencia de límites infranqueables y la sorpresa de la rareza de los choques efectivos con la realidad. Desde el registro de la acción, es esto lo que está en la base de la dinámica histórica entre la desmesura humana y los límites de la realidad. O para ser más precisos, de la dinámica entre las coerciones prácticas y los límites imaginarios. Vivimos en paréntesis de elasticidad. Los momentos en los cuales prácticamente los choques con la realidad se producen son relativamente escasos en nuestras vidas, lo cual no impide que sea la existencia cognitivamente supuesta de estos choques lo que nos dicta nuestro sentido liminar de la realidad. Lo anterior obliga, pues, a reconocer que los actores se desarrollan en un mundo social en donde si los límites se revelan muchas veces elásticos, no por ello las coerciones dejan de existir.

      Ahora bien, desde la experiencia de la acción, las resistencias de la realidad pueden ser interpretadas de dos grandes maneras. Por un lado, desde una experiencia antropológica de la acción que dicta de manera más o menos inmediata el sentido de la realidad dadas las facultades corporales y cognitivas de los humanos (incluso y a pesar de posibles adiciones técnicas). Por el otro, y en parte a distancia de esta dimensión, las resistencias de la realidad tienden a ser representadas a nivel de la sociedad (y ya no a nivel individual) en donde, en función de los períodos históricos, es posible constatar una variación de la fuerza y celeridad con las que se concibe que el ámbito societal es capaz de resistir a las acciones.

      La cuestión de la irreprimible desmesura humana ha sido a lo largo de la historia una permanente cuestión social. A pesar de que en último análisis es siempre la articulación entre ambos niveles (el antropológico y el societal) lo que estructura el sentido de la realidad (lo que resiste), cada uno de ellos posee una autonomía innegable. Y en lo que al gobierno de los individuos se refiere, lo importante es comprender las distintas maneras en que las sociedades, en diversos períodos, trazan los límites imaginarios infranqueables de la acción instituyéndolos históricamente desde diferentes ámbitos sociales. O sea, en la medida en que toda sociedad está atravesada por la tensión entre la desmesura y los límites, lo importante es comprender las maneras históricas por las cuales se instituyen los distintos límites imaginarios de la realidad –en medio de un universo práctico irreductiblemente elástico–. Estos límites instituyen la función social regulatoria de la realidad desde lo que puede denominarse, con el fin de subrayar su doble dimensión institucional y política, regímenes de realidad. Cada uno de ellos estructura un conjunto de significaciones imaginarias fundacionales que hacen mundo (Castoriadis, 1975; Taylor, 2004). O sea, instituyen los límites de lo posible y de lo imposible.

      Esquemáticamente