Hechizo tártaro. Javed Khan

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Название Hechizo tártaro
Автор произведения Javed Khan
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9788418996719



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de las carreteras internas del complejo estaban cubiertos de maleza, alta y seca como yesca esperando ser prendida por el fuego.

      Así en este estado de cosas empezaron su cometido. La tarea era ardua pues al desinterés y a la escasa atención que ponían los operarios rusos asignados al trabajo se unía la falta de herramientas. Si solicitaban una llave inglesa un operario tenía que ir al almacén central a solicitarla y solo regresaba al día siguiente.

      Pero el equipo estaba unido y se las arreglaba para sobrellevar los problemas. A las once se reunían para tomar café y allí Aliyá era la anfitriona perfecta, preparaba el té con suma delicadeza y amabilidad y se lo servía a cada uno regalándole una espléndida sonrisa. Era como una especie de hada madrina entre tanta hosquedad y modos poco refinados del personal ruso. Eran buena gente, pero un poco asilvestrados. Después del trabajo y para hacer más llevadera la monotonía y suavizar la tensión acumulada se reunían todos en el saloncito adyacente al comedor y organizaban una especie de aperitivo. Habían ido cargados desde España con dos maletas llenas de vituallas. Chorizos, jamón, frutos secos, aceitunas y hasta unas botellas de vino. Que a decir verdad duraron poco, pero conseguían que les suministraran de la Berioska de UFÄ cervezas. El vodka era local y se dejaba beber. Esto compensaba algo la cena que solía ser una salsa de verduras donde flotaba alguna que otra patata. Eloy, que era de mal comer, perdió ocho kilos en los primeros quince días.

      Un día después de la cena, Aliyá y Eloy se quedaron en el comedor porque le tenía que explicar cómo funcionaban unos programas que le iba a instalar en su ordenador. Estaban sentados uno enfrente del otro, separados por una mesa tan estrecha que sus rodillas casi se tocaban.

      Cuando se terminó la explicación, Aliyá se lo agradeció y de forma espontánea, estirando su cuerpo por encima de la mesa, lo besó suavemente en la mejilla. De forma no premeditada, o sí, sus labios rozaron la comisura izquierda de los labios de él. Y entonces el volcán que llevaba dentro entró en erupción. Sin pensárselo dos veces giró su cabeza y su boca buscó la de ella y la besó apasionadamente, para su sorpresa ella no solo no lo rechazó, sino que le correspondió con la misma intensidad. Sin decir palabra siguieron besándose hasta que llevados por un impulso natural se dirigieron a la habitación de ella.

      Nada más cerrar la puerta se abalanzaron uno sobre el otro, se abrazaron y recomenzaron los besos y los abrazos. Él, mientras la besaba con pasión, le acariciaba la espalda hasta introducir su mano por debajo de su blusa buscando el cierre de su sujetador. El tacto de esa piel tan suave lo excitaba más y más; finalmente, como no era capaz de abrir el cierre del sujetador, ella decidió subírselo un poco de forma que él pudo acariciar sus pechos, estos eran pequeños pero firmes y delicados, parecían dos melocotoncitos en su punto de madurez. Él empezó a acariciárselos muy suavemente, ella empezó a gemir y exhalar grititos apagados, esto le excitó aún más si cabe y le acarició los pezones, ella ya no pudo sofocar sus gritos y gemidos, y le apretaba contra su cuerpo, él bajó la cabeza y empezó a besárselos, esto la llevó al máximo, sin poder contenerse lo empujó hasta el camastro. Se desvistieron apresuradamente y sus cuerpos se unieron en un abrazo infinito. Se comportaban como dos adolescentes que descubren el amor por primera vez.

      La noche dio paso al día y ellos ni se enteraron hasta que miraron el reloj y escucharon pasos en el pasillo. Esto los devolvió a la realidad, había que hacer una pausa en esa noche de pasión y volver a la rutina cotidiana, anhelando que llegara la noche para reanudar su viaje al más excitante de los paraísos.

      Los días pasaban y su idilio no solo no se resentía, sino que se consolidaba, parecía que aparte del deseo sexual se afianzaba la constatación de que cada uno encontraba en el otro lo que le faltaba. Si él era rudo, impulsivo, fogoso, vehemente y a veces hasta furioso; ella era suave, delicada, reflexiva, serena y hasta, a veces, demasiado sosegada. Por ello se complementaban.

      Durante el trabajo sus miradas se buscaban continuamente y trataban, con una excusa u otra, estar próximos el mayor tiempo posible, en las cenas se sentaban juntos y, por debajo de la mesa, jugaban tocándose con sus piernas. Pero procuraban ser discretos para no llamar la atención de sus compañeros.

      Pero, desgraciadamente, las cosas buenas tienen un final, a veces feliz, la mayoría de las veces no tanto. El proyecto llegaba a su fin.

      El viaje de regreso hasta Ufá empezó de forma catastrófica. El calor era agobiante y la ciudad está plagada de álamos, que en aquellas fechas estaban en plena floración. Los granos de polen, casi cinco millones de granos por árbol, cubrían el suelo con un manto blanco, como si hubiese nevado. La contaminación hacía que las ventanas tuviesen que estar cerradas. La respiración se hacía dificultosa y los pulmones se inundaban del aire viciado.

      El autobús era una sauna, no se podía ventilar y la calefacción ¡estaba encendida! Eloy le pidió a Aliyá que hablase con el conductor y que apagase la calefacción, la respuesta fue demoledora. ¡La válvula estaba estropeada y no había pieza de repuesto! Así, en esa sauna rodante, tuvieron que hacer todo el trayecto.

      Para Aliyá y Eloy el trayecto fue una especie de suplicio sentimental para ambos, se iban a separar y seguramente para siempre. Pero durante el proyecto Eloy le regaló un libro: Ébano, la novela de Alberto Vázquez Figueroa, que narra la odisea de un europeo casado con una mujer africana que en la visita a su país de origen es raptada por unos mercaderes de esclavos y llevada hasta Arabia Saudita y el marido sigue su rastro hasta que ella desaparece en las aguas del Mar Rojo. Eloy le regaló el libro con una emotiva dedicatoria: «Como él la siguió así lo haré yo».

      Y así iba a suceder

      Mientras tanto había que salir del país.

      Y otra vez los problemas.

      Después de volar desde Ufá hasta Moscú se dirigieron apresuradamente a Sherémetevo-2 y oh, sorpresa, sorpresa, los billetes de sus compañeros estaban caducados y el dinero que tenían no les llegaba para pagar nuevos billetes. Entonces no proliferaban las tarjetas de crédito y ellos no tenían.

      Intentaron explicarles el problema a los funcionarios de Lufthansa en el mostrador de embarque y estos sin escucharlos porque estaban retrasados los remitieron a la puerta de embarque para ver qué podían hacer. Cuando llegaron a la puerta de embarque y viendo el nerviosismo de los funcionarios de la línea aérea, Eloy tuvo una inspiración y pidió a sus compañeros los billetes, puso el suyo que, era válido encima de todos, y lo entregó. Los teutones ni los miraron y les entregaron las tarjetas de embarque. Hasta que el avión no despegó no estuvieron tranquilos y se relajaron, como Eloy viajaba en bussines consiguió que una azafata muy gentil le regalara una botella de champán para celebrar con sus compañeros el final feliz.

      (1) Sterlitamak es la segunda ciudad más grande de la República de Bashkortostán con una población de más de 260 000 personas. Está ubicada en las orillas del río Belaya. Es un importante centro de producción petroquímica y de extracción de petróleo. Se rumoreaba que había sido una ciudad prohibida por ubicarse en sus inmediaciones silos subterráneos de lanzamiento de misiles nucleares.

      (2) KAUSTIC es el complejo petroquímico más importante de Sterlitamak. Y después de fusionarse con su homóloga JCSC el complejo se convirtió en uno de los mayores complejos petroquímicos de Rusia. Los orígenes de Kaustic se inician en 1941 cuando ante el avance de las tropas nazis las autoridades rusas decidieron desmantelar las fábricas más expuestas a su conquista por las tropas invasoras e instalarlas en las remotas regiones del este de Rusia, los Urales y Siberia. El actual complejo JSC KAUSTIC consta de las siguientes líneas de producción: Sosa Cáustica, Cloro, Diclorometano, Cloruro de Hidrógeno, Ácido clorhídrico, así como instalaciones de Hidrógeno, Oxígeno, Enfriamiento de Amonio, Laboratorio, planta de tratamiento biológico y talleres mecánicos y de reparaciones.

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