Название | Curso de sociología general 2 |
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Автор произведения | Pierre Bourdieu |
Жанр | Социология |
Серия | Biblioteca clásica de siglo veintiuno |
Издательство | Социология |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789878010915 |
En anexo de cada volumen se reproduce el resumen del curso correspondiente, tal como se publicó en su momento en el Annuaire du Collège de France - Cours et Travaux.
Los editores agradecen a Bruno Auerbach, Amélie y Louise Bourdieu, Pascal Durand, Johan Heilbron, Remi Lenoir, Amín Pérez, Jocelyne Pichot y Louis Pinto su colaboración. Y, más específicamente, a Bernard Convert y Thibaut Izard por su constante ayuda, que a menudo fue decisiva.
[1] Pierre Bourdieu, Science de la science et réflexivité. Cours du Collège de France 2000-2001, París, Raisons d’agir, 2001 [ed. cast.: El oficio de científico. Ciencia de la ciencia y reflexividad. Curso en el Collège de France, 2000-2001, trad. de Joaquín Jordá, Barcelona, Anagrama, 2003].
[2] P. Bourdieu, Sur l’État. Cours au Collège de France 1989-1992, París, Seuil - Raisons d’agir, 2012; reed., col. “Points Essais”, 2015 [ed. cast.: Sobre el Estado. Cursos en el Collège de France (1989-1992), trad. de Pilar González Rodríguez, Barcelona, Anagrama, 2014], y Manet, une révolution symbolique. Cours au Collège de France 1998-2000, suivis d’un manuscrit inachevé de Pierre et Marie-Claire Bourdieu, París, Seuil - Raisons d’agir, 2013; reed., col. “Points Essais”, 2016.
[3] P. Bourdieu, Sociologie générale, vol. 1, Cours au Collège de France (1981-1982), París, Seuil - Raisons d’agir, 2015 [ed. cast.: Curso de sociología general 1. Conceptos fundamentales, trad. de Ezequiel Martínez Kolodens, Buenos Aires, Siglo XXI, 2019].
[4] Véase la nota de los editores en P. Bourdieu, Sur l’État…, ob. cit., pp. 7-9.
Curso de sociología general Año 1983-1984
Clase del 1º de marzo de 1984
Primera hora (lección): preámbulo sobre la enseñanza de la sociología • Lector y auctor • El par campo-habitus • Sistema, campo y subcampos • El campo de los campos • La estructura de distribución del capital específico • La institucionalización del funcionamiento del campo • Segunda hora (seminario): el hit parade de los intelectuales (1) • Un golpe de fuerza simbólico • La sobrerrepresentación de las categorías vagas y la cuestión de la competencia • Instituir a los jueces • Toma de posición sobre las tomas de posición • La universalización del juicio particular • Productores para productores y productores para no productores
Primera hora (lección): preámbulo sobre la enseñanza de la sociología
Los comienzos siempre suscitan angustias y reflexiones, y me veo en la necesidad de interrogarme sobre lo que enseñaba y sobre el sentido de lo que podía hacer en las condiciones de enseñanza en que estoy. Sin mencionar todas las reflexiones que esa ansiedad me inspira, querría simplemente dar algunas referencias acerca de mi manera de enseñar y las conclusiones que he sacado. En efecto, la sociología, como todas las ciencias, puede enseñarse de dos maneras: pueden enseñarse principios, formalismos, o bien aplicaciones de esos formalismos. Por temperamento intelectual, yo preferiría la segunda fórmula, que consiste en hacer ver la ciencia en acción en operaciones de investigación, pero como sin duda las condiciones en que voy a situarme me prohíben hacerlo realmente, busqué una suerte de solución de compromiso entre la intención de transmitir formas y la intención de transmitir aplicaciones de esas formas. Por eso, dividiré en dos partes las dos horas de enseñanza que imparto; en la primera presentaré, conforme a la lógica y como prolongación de lo que hice en el pasado, análisis teóricos, y en la segunda procuraré dar una idea de lo que sería un seminario, exponiendo cómo se puede construir un objeto, elaborar una problemática y (sobre todo) poner en práctica en operaciones concretas esas formulaciones y fórmulas teóricas, lo que en mi opinión es lo propio del oficio científico: el arte de reconocer problemas teóricos en los hechos de la vida cotidiana más singulares, más banales, y poner realmente en práctica ese aparato teórico al transformar el objeto tal como se da a la percepción en un verdadero objeto científico. Por supuesto, esto no es una cosa común, y lo que presentaré tendrá siempre algo un poco artificial. Tendrá la apariencia de una suerte de experiencia ex post, reconstruida. Tal vez carecerá de lo esencial, es decir, de los tanteos, las vacilaciones, los balbuceos confusos –para llamar las cosas por su nombre– de la investigación real. Sin lugar a dudas, a veces realmente no acertaré siquiera en lo mínimo, porque creo que, pese a todo, persistirá una parte de las incertidumbres y debilidades que implica cualquier investigación.
Vuelvo a lo que será la exposición de esta primera hora: la continuación de los análisis que presenté en el pasado. Reitero aquí que las condiciones de comunicación en que estoy no son del todo adecuadas, y lo que presentaré es como una solución de compromiso, que no me satisface mucho, entre esa suerte de intención abstracta y las condiciones reales en que debo realizarla. De paso, querría darles a conocer una pequeña reflexión que nada tiene de genial pero, según creo, es importante. Lo propio de una comunicación, sea cual fuere, consiste en poner frente a frente una intención expresiva y lo que llamo un mercado, vale decir, una demanda;[5] lo que se produce en la comunicación es resultado de una suerte de transacción entre la intención y las condiciones de recepción. Incluso si cada hablante intenta controlar, mediante estrategias metadiscursivas, las condiciones de recepción de su discurso, en la práctica no controla completamente lo que produce. Una intención pedagógica científicamente controlada debería dominar las condiciones de su propia recepción. Entrego esta reflexión a quienes, entre ustedes, estén en situación pedagógica. Además, no existe la certidumbre de que la reflexión sobre lo que uno hace facilite la práctica. Puede incluso suceder lo contrario –creo que mis vacilaciones de este momento lo testimonian–, pero, a pesar de todo, si hay un precepto pedagógico, es que uno tiene que saber lo que hace, vale decir, intentar ajustar siquiera un poco las condiciones de producción de un discurso y las condiciones de recepción. Uno de los principios de mis vacilaciones es el desfase entre mi intención de producir un discurso cuya coherencia se ponga de relieve a escala de varios años y el hecho de saber que el público es discontinuo: ¿qué significa un discurso continuo ante un público discontinuo o, peor, ante un público que es parcialmente continuo y parcialmente discontinuo? Para las personas que se inclinan por la continuidad, tal vez parezca que lo que digo conlleva reiteraciones, repeticiones, vueltas atrás y hasta contradicciones; en algunos casos soy consciente de ellas y en otros, se me escapan. Y para quienes son discontinuos, la lógica misma de mi discurso amenaza constituir un problema, visto que las segmentaciones horarias, en su arbitrariedad, no corresponden necesariamente a unidades teóricas lógicas, autonomizables.
Lector y auctor
Esta es una de las contradicciones analizadas por la sociología: la contradicción entre los roles sacerdotales –la misa dicha en días y horas fijas– y las situaciones proféticas. Al otorgarme una presencia discontinua, ustedes me sitúan en un rol profético, ya que el profeta surge en la extracotidianidad, sin momento ni hora previstos, para producir un discurso extracotidiano y, como quien dice, milagroso.[6] La situación pedagógica en esta institución [el Collège de France][7] exige la extracotidianidad y por lo tanto el estatus profético; pero al mismo tiempo el perfil semanal, regular, repetitivo, requiere algo que de ningún modo es profético. El profeta debe poder elegir su momento: no quiere hablar cuando le duele la cabeza o cuando está cansado; antes bien, se hace oír en períodos de efervescencia, de crisis, de situación crítica, en los cuales el mundo sufre un vuelco, nadie sabe ya qué pensar, todos callan y él es el único capaz de hablar. La escolástica ya denunciaba esta contradicción cuando oponía el auctor, que produce y lleva hacia un auge gracias a su discurso, y el lector, que habla, hace lecturas y en esencia es un comentarista.
En el rol pedagógico hay un problema de estatus: las situaciones carismático-burocráticas –es decir, ambiguas– como esta en la cual