Название | Corrientes de psicología contemporánea |
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Автор произведения | Martín Echavarría |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789873736445 |
El neurótico (y, en el fondo, también el hombre “normal”) sería, entonces, un perverso que se ignora como tal. Y el niño, que en su desarrollo precontendría potencialmente los gérmenes de todos los desórdenes, sería un “perverso polimorfo”.
Dentro del campo de las neurosis, Freud distingue dos grandes grupos: a) Las neurosis actuales, y b) las psiconeurosis. Las primeras, que abarcarían la neurosis de angustia y la neurastenia, tendrían como causa o una falta de satisfacción sexual (las neurosis de angustia), o una inadecuada descarga de la misma, en particular la masturbación (la neurastenia). Las psiconeurosis se dividirían en neurosis de transferencia (que se llaman así por consistir en un desplazamiento de la energía a otros objetos distintos del yo), y las neurosis narcisistas (en las que se daría un repliegue completo de la libido sobre el yo). Las primeras son las que aun hoy suelen llamarse neurosis (histeria –o histeria de conversión–; neurosis fóbica –o histeria de angustia–; neurosis obsesiva). Éstas son a las que se aplica el mecanismo de formación de síntomas antes explicado, y son el centro de atención del psicoanálisis. Las neurosis de transferencia son las psicosis, si bien más adelante Freud restringe el nombre de neurosis narcisista a la melancolía (depresión), llamando a las otras simplemente psicosis.
9. La terapia
Como práctica terapéutica, el psicoanálisis nace distinguiéndose de la hipnosis, aprendida de Charcot, Bernheim y Breuer. Mientras que estos autores intentaban liberar a sus pacientes de los síntomas histéricos a través del recuerdo, inducido por hipnosis, de los sucesos traumáticos, Freud, luego de descartar la hipnosis y el método catártico, que usó al principio de su carrera, intentó lograr un resultado semejante, primero a través de la sugestión (imposición de manos en la cabeza), y después a través de la técnica central del psicoanálisis, la asociación libre (freie Assoziation)77. Para esto, el paciente tiene que someterse a la regla fundamental (Grudregel): confesar al psicoanalista los pensamientos y asociaciones que espontáneamente afloran a la conciencia, sin censura de ningún tipo78. Dice Freud:
Vemos pues, que si para buscar un complejo reprimido partimos en cierto enfermo de lo último que aún recuerda, tenemos todas las perspectivas de colegirlo siempre que él ponga a nuestra disposición un número suficiente de sus ocurrencias libres. Dejamos entonces al enfermo decir lo que quiere, y nos atenemos a la premisa de que no puede ocurrírsele otra cosa que lo que de manera indirecta dependa del complejo buscado. [...]
Bajo total renuncia a semejante selección crítica, debe decir todo lo que se le pase por la cabeza, aunque lo considere incorrecto, que no viene al caso o disparatado, y con mayor razón todavía si le resulta desagradable ocupar su pensamiento en esa ocurrencia. Por medio de su obediencia al precepto79 nos aseguramos el material que habrá de ponernos sobre la pista de los complejos reprimidos80.
La expresión “obediencia al precepto” pone en evidencia uno de los aspectos más destacados del psicoanálisis: mediante él, el paciente hace un pacto por que el que debe someterse sin oposición a dos principios: su propio inconsciente y el analista81. El presupuesto esencial de la técnica, como se ve, es el determinismo absoluto: todo pensamiento está determinado necesariamente. Lo que no tiene sentido desde el propósito consciente, debe tenerlo necesariamente desde lo inconsciente. Justamente por eso, lo aparentemente casual, fortuito y sin sentido (como los sueños y los actos fallidos), es el camino hacia lo inconsciente:
La elaboración de las ocurrencias que se ofrecen al paciente cuando se somete a la regla psicoanalítica fundamental no es el único de nuestros recursos técnicos para descubrir lo inconsciente. Para el mismo fin sirven otros dos procedimientos: la interpretación de los sueños y la apreciación de sus acciones fallidas y casuales82.
De entre estos procedimientos, para Freud la interpretación de los sueños, “anticuado y escarnecido arte”, es el camino principal:
La interpretación de los sueños es en realidad la vía regia para el conocimiento de lo inconsciente, el fundamento más seguro del psicoanálisis y el ámbito en el cual todo trabajador debe obtener su convencimiento y formación. Cuando me preguntan cómo puede hacerse uno psicoanalista, respondo: por el estudio de sus propios sueños83.
La práctica del psicoanálisis consiste básicamente en esto: a partir de estos fenómenos psíquicos que aparentemente no tienen causa, ir como tirando de una cadena, la de las representaciones reprimidas, hasta llegar a los complejos e ir disolviéndolos por el análisis, desatando la “cadena”, o desatando los “nudos” de los complejos reprimidos, hasta llegar al último “nudo” que es el complejo de Edipo. El problema es que los complejos reprimidos tendrían miles de ramificaciones, y esta operación no se podría hacer perfectamente. En todo caso, la práctica psicoanalítica es la disolución por análisis de complejos patógenos, es decir productores de patología (pues la patología no es el complejo sino que éste es causa de la patología que de alguna manera son el conjunto de síntomas). Una cosa es el carácter del neurótico que tiene que ver con los complejos inconscientes y otra cosa son los síntomas neuróticos cuya causa son estos complejos.
El fin inmediato de la terapia es, en los primeros desarrollos de la teoría de Freud, llegar al trauma que generó este síntoma neurótico concreto; porque Freud sostiene inicialmente, con Breuer (y, antes que él, con Charcot) la teoría del trauma. Supuestamente habría habido una experiencia traumática cuyo recuerdo fue reprimido y cuya toma de conciencia hace que desaparezca el síntoma específico que se generó a través del trauma. De este modo nace la práctica psicoanalítica, a partir del método catártico de Josef Breuer.
Pero Freud a lo largo de su desarrollo relativiza la teoría del trauma, porque cree descubrir que esos hechos traumáticos muchas veces no se han dado en la realidad, sino que han sido fantaseados. Por otro lado, la recuperación de recuerdos es imperfecta, y debe ser casi reconstruida por el análisis, y en este punto es fundamental la intervención del analista. El núcleo patógeno último al que el análisis debe llegar es al complejo de Edipo, que estaría en el origen no sólo de la neurosis, sino de la moral, la religión y la cultura84. O, incluso, más allá del complejo de Edipo, a esa especie de pecado original, primer complejo de Edipo, como se dirá en breve.
La terapia psicoanalítica (en todas las etapas del pensamiento freudiano) es una toma de conciencia. Aquí podríamos decir lo mismo que se encuentra en Spinoza y en Engels: “libertad es conciencia de la necesidad”. Nosotros nos liberamos cuando tomamos conciencia del carácter inexorable del determinismo. Hay autores que han intentado liberar el psicoanálisis del determinismo. Incluso autores católicos como Jacques Maritain, Roland Dalbiez o Romano Guardini, consideran que el psicoanálisis se puede rescatar pero cambiando su filosofía de base. El problema con esta posición es que, si del psicoanálisis quitamos el mecanicismo y el determinismo total, se destruye el fundamento del método. Porque éste supone que no hay casualidad, que todo está perfecta e infaliblemente determinado. Ahora bien, si resultara que un acto fallido, un sueño o un síntoma, no son fruto de la causalidad psíquica perfecta, sino que son casuales, y que alguna vez estos fenómenos carecen de sentido, consciente o inconsciente (por ejemplo, porque se deben a las vicisitudes biológicas de una sinapsis), se deshace la esencia del método psicoanalítico, que se basa en la suposición del determinismo psíquico absoluto. Si no hay determinismo psíquico total, el método falla porque podemos tomar como signos del inconsciente, fenómenos que son pura casualidad. Si yo me olvido de algo, no porque tenga que ver con un complejo reprimido, sino porque tengo alguna deficiencia bioquímica en el cerebro, la seguridad en el método cae. Es absolutamente esencial para que el método psicoanalítico sea viable y confiable, que el psiquismo funcione como una máquina psíquica absolutamente determinista. Si sacamos esto, el psicoanálisis se transforma en otra cosa, y para que tenga sentido y fundamento, no sólo habría que modificarlo teóricamente, en sus fundamentos “metafísicos” y antropológicos, sino también en aspectos esenciales de su práctica, transformándose de ese modo en otra cosa. No se puede mantener el método freudiano intacto si se deshace la teoría mecanicista y determinista que lo sostiene.
10.