El libro negro del comunismo. Andrzej Paczkowski

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Название El libro negro del comunismo
Автор произведения Andrzej Paczkowski
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9788417241964



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en publicaciones de escasa tirada de las organizaciones ucranianas en el extranjero, solo comenzó a imponerse a partir de la segunda mitad de los años ochenta, después de la publicación de una serie de trabajos y de investigaciones, realizados tanto por historiadores oficiales como por investigadores de la antigua Unión Soviética.

      No se puede ciertamente comprender el hambre de 1932-1933 sin situarla en el contexto de las nuevas relaciones entre el Estado soviético y el campesinado, surgidas de la colectivización forzosa de los campos. En los campos colectivizados, el papel del koljoz resultaba estratégico. Tenía como función asegurar al Estado las entregas fijas de productos agrícolas, mediante una requisa cada vez más fuerte realizada sobre la cosecha «colectiva». Cada otoño, la campaña de la cosecha se transformaba en una verdadera prueba de fuerza entre el Estado y un campesinado que intentaba desesperadamente guardar para sí una parte de la cosecha. El envite era de envergadura: para el Estado significaba el hacerse con ella, para el campesino la supervivencia. Cuanto más fértil era la región, más se extraía de ella. En 1930, el Estado cosechó el 30 por 100 de la producción agrícola en Ucrania, el 38 por 100 en las ricas llanuras del Kubán en el Cáucaso del Norte, y el 33 por 100 de la cosecha en Kazajstán. En 1931, para una cosecha muy inferior, estos porcentajes alcanzaron, respectivamente, el 41,5 por 100, el 47 por 100 y el 39,5 por 100. Una requisa semejante no podía más que desorganizar totalmente el ciclo productivo. Basta aquí recordar que bajo la NEP los campesinos solo comercializaban del 15 al 20 por 100 de su cosecha, reservando de un 12 a un 15 por 100 para simiente, del 25 al 30 por 100 para el ganado y el resto para su propio consumo. El conflicto resultaba inevitable entre los campesinos, decididos a utilizar todas las estratagemas para conservar una parte de su cosecha, y las autoridades locales, obligadas a realizar a cualquier precio un plan que cada vez era más irreal: en 1932, el plan de cosecha era superior en un 32 por 100 al de 19314.

      La campaña de la cosecha de 1932 adquirió un ritmo muy lento. Desde que comenzó la siega de la mies, los koljozianos se esforzaron por ocultar, o por «robar» de noche, una parte de la cosecha. Se constituyó un verdadero «frente de resistencia pasiva», fortalecido por el acuerdo tácito y recíproco que iba a menudo del koljoziano al jefe de brigada, del jefe de brigada al contable, del contable al director del koljoz, él mismo campesino recientemente ascendido, del director al secretario local del partido. Las autoridades centrales tuvieron que enviar nuevas «brigadas de choque» reclutadas en la ciudad entre los komsomoles y los comunistas para «apoderarse de los cereales».

      En el verdadero clima de guerra que reinaba entonces en los campos, esto es lo que describía a sus superiores un instructor del Comité Ejecutivo Central enviado en misión a un distrito cerealista del bajo Volga:

      Los arrestos y los registros son realizados por cualquier persona: por los miembros del soviet rural, los emisarios de todo tipo, los miembros de las brigadas de choque, por cualquier komsomol que no sea perezoso. Este año, el 12 por 100 de los trabajadores del distrito ha comparecido delante del tribunal, sin contar los kulaks deportados, los campesinos multados, etc. Según los cálculos del antiguo fiscal adjunto del distrito, en el curso del último año el 15 por 100 de la población adulta ha sido víctima de represión bajo una forma u otra. Si se añade a esto que en el último mes 800 trabajadores aproximadamente han sido excluidos de los koljozes, se tendrá una idea de la amplitud de la represión en el distrito. (…) Si se excluyen los casos en que la represión de masas está realmente justificada, hay que decir que la eficacia de las medidas represivas no deja de disminuir teniendo en cuenta que, cuando sobrepasan determinado umbral, se hace difícil ponerlas en práctica. (…) Todas las prisiones están llenas hasta reventar. La prisión de Balashevo contiene cinco veces más personas de las que estaba previsto, y en Elan hay, en la pequeña prisión del distrito, 610 personas. En el curso del último mes, la prisión de Balashevo ha «entregado» a Elan 78 condenados, entre los cuales 48 tenían menos de diez años; 21 fueron inmediatamente liberados… (…) Para acabar con este famoso método, el único empleado aquí —el método de la fuerza—, dos palabras acerca de los campesinos particulares, a los cuales se les ha hecho de todo con la finalidad de impedirles que siembren y produzcan.

      El ejemplo siguiente muestra hasta qué punto los campesinos particulares están aterrorizados: en Mortsy, un campesino particular, que había cumplido, sin embargo, su plan hasta un 100 por 100, vino a ver al camarada Fomichev, presidente del Comité Ejecutivo del distrito, y le pidió que le deportara al norte porque, de todas maneras, explicó, «no se puede vivir en estas condiciones». Igualmente paradigmática es la petición, firmada por 16 campesinos individuales del soviet rural de Alexandrov, en la que suplican que se les deporte fuera de su región. (…) En resumen, la única forma de «trabajo de masas» es «el asalto»: se «agarra por asalto» las simientes, los créditos, la cría de ganado, se «va al asalto» del trabajo, etc. Nada se hace sin «asalto». (…) Se «asedia» por la noche, de las nueve a las diez de la noche hasta el alba. El «asalto» se desarrolla de la manera siguiente: la «brigada de choque», que asedia una isba, «convoca» por turno a todas las personas que no han cumplido tal o cual obligación o plan y las «convence» por diversos medios para que cumplan con sus obligaciones. Se «asedia» de este modo a cada persona de la lista y se vuelve a empezar y así durante toda la noche5.

      Una ley famosa promulgada el 7 de agosto de 1932, en el período más agudo de la guerra entre el campesinado y el régimen, desempeñó un papel decisivo dentro del arsenal represivo. Preveía la condena de hasta diez años de campo de concentración o a la pena de muerte «por cualquier robo o dilapidación de la propiedad socialista». Fue conocida entre el pueblo bajo el nombre de «ley de las espigas» porque las personas eran condenadas generalmente por haber robado unas espigas de trigo o de cebada en los campos koljozianos. Esta ley inicua permitió condenar, de agosto de 1932 a diciembre de 1933, a más de 125.000 personas, de las cuales 5.400 fueron condenadas a la pena capital6.

      A pesar de estas medidas draconianas, el trigo no «entraba». A mediados de octubre de 1932, el plan de cosecha para las principales regiones cerealistas del país no se había cumplido más que entre el 15 y el 20 por 100. El 22 de octubre de 1932, el Politburó decidió, por lo tanto, enviar a Ucrania y al Cáucaso del Norte a dos comisiones extraordinarias, una dirigida por Vyacheslav Molotov y la otra por Lazar Kaganovich, con el objetivo de «acelerar las cosechas7. El 2 de noviembre, la comisión de Lazar Kaganovich, de la que formaba parte Guenrij Yagoda, llegó a Rostov del Don. Convocó inmediatamente una reunión de todos los secretarios de distrito del partido de la región del Cáucaso del Norte, al término de la cual fue adoptada la resolución siguiente: «como consecuencia del fracaso particularmente vergonzoso del plan de cosecha de cereales, obligar a las organizaciones locales del partido a quebrar el sabotaje organizado por los elementos kulaks contrarrevolucionarios, aniquilar la resistencia de los comunistas locales y de los presidentes de koljoz que se han colocado a la cabeza de este sabotaje». Para determinados distritos inscritos en la «lista negra» (según la terminología oficial) se tomaron las siguientes medidas: retirada de todos los productos de los almacenes, supresión total del comercio, reembolso inmediato de todos los créditos en curso, imposición excepcional y arresto de todos los «saboteadores», «elementos extraños» y «contrarrevolucionarios» siguiendo un procedimiento acelerado, bajo la dirección de la GPU. En caso de que prosiguiera el «sabotaje», la población sería susceptible de ser deportada en masa.

      Solo en el curso del mes de noviembre de 1932, el primer mes de «lucha contra el sabotaje», se arrestó a 5.000 comunistas rurales juzgados «criminalmente complacientes» con el «sabotaje» de la campaña de la cosecha, y 15.000 koljozianos en esta región altamente estratégica desde el punto de vista de la producción agrícola que era el Cáucaso del Norte. En diciembre comenzaron las deportaciones masivas no solo de los kulaks, sino también de poblaciones enteras, fundamentalmente de stanitsy8 cosacos ya golpeados en 1920 por medidas semejantes9. El número de los colonos especiales se incrementó rápidamente. Si para 1932 los datos de la administración del Gulag señalaban la llegada de 71.236 deportados, el año 1933 registró una afluencia de 268.091 nuevos colonos especiales10.

      En Ucrania, la comisión Molotov adoptó medidas análogas: inscripción en la «lista negra» de aquellos distritos cuyo plan de cosecha no