Название | La Revolución creadora: Antonio Caso y José Vasconcelos en la Revolución mexicana |
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Автор произведения | Guillermo Hurtado Pérez |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9786073038027 |
4. La filosofía y la Revolución mexicana: la posición estándar
Para entender la singularidad de mi posición en torno al tema tan discutido de la relación entre la filosofía y la Revolución mexicana, es preciso que recuerde las opiniones ofrecidas al respecto.
Durante varios decenios del siglo XX, se defendió la tesis de que la Revolución mexicana había nacido sin ideas. Esta tesis esgrimida entre otros por Alfonso Reyes, Octavio Paz y Leopoldo Zea, se incorporó a la llamada “idea oficial” de la Revolución.2 Lo que se sostenía es que a diferencia de otras revoluciones del siglo XX, la Revolución mexicana había estallado sin la orientación de una ideología particular. Esta tesis se combinaba con otras tres que formaban parte de lo que se conoce —de manera un tanto vaga— como la “idea oficial” de la Revolución mexicana.3
La primera idea, corolario de la tesis anterior, consiste en que nuestra revolución se distinguía de todas las demás del siglo XX por no haber dependido de la importación de ideas extranjeras. Eso no sólo la hacía doblemente merecedora del adjetivo de mexicana, sino que funcionaba como un recordatorio para protegerla de la influencia perniciosa de ideologías exógenas, como el marxismo. La segunda tesis, elemento central de la historia oficial durante el siglo XX, fue que, al no tener un acta de nacimiento ideológica, nuestra revolución podía cambiar el rumbo de acuerdo con las necesidades de los mexicanos en cada momento; podía oscilar de izquierda a derecha, sin por ello traicionar sus ideales más básicos. Esto último fortalecía uno de los postulados principales de la “idea oficial”, a saber, el de la revolución permanente. Como los golpes de timón no podían traicionarla, la Revolución mexicana era capaz de sobrevivir a todos los vaivenes hasta que llegara a su meta: la libertad y la justicia para todos los mexicanos. La tercera tesis es más difícil de formular porque nunca fue desarrollada de manera doctrinaria —ni siquiera por Zea— pero la podríamos plantear de la siguiente manera: toda ideología política tiene flancos débiles, aspectos criticables, supuestos refutables, pero al ser la Revolución mexicana un movimiento que no nace por el intermedio de una ideología particular, se puede decir que brota de las necesidades más básicas del ser humano y es, por lo tanto, más universal por ser más concreta, más perdurable por ser más histórica, que otras revoluciones cuyo fundamento ideológico es endeble.
Ligada a la idea oficial de la Revolución mexicana se formuló una historia de la filosofía mexicana en el siglo XX que sostenía que la crítica al positivismo porfiriano por parte del Ateneo de la Juventud había sido un antecedente de la Revolución en el campo de las ideas. Esta tesis —planteada por los ateneístas Vasconcelos, Caso y Reyes, luego ratificada por Vicente Lombardo Toledano y Samuel Ramos y, por último, expresada en su versión canónica por Leopoldo Zea— sincronizaba el desarrollo de la filosofía mexicana con el movimiento revolucionario. Es importante aclarar que no se afirmaba que la filosofía intuicionista y espiritualista de los ateneístas hubiese sido la filosofía de la Revolución mexicana. Su cédula de participación revolucionaria la ganaban por su crítica al positivismo, base ideológica del porfiriato, no tanto por la filosofía que propusieran en su sustitución. Sin embargo, este asalto al bastión positivista se leía como una batalla en el campo de las ideas.
5. La filosofía y la Revolución mexicana: el revisionismo
A principios de los años setenta del siglo anterior, se realizó una crítica de la “idea oficial” de la Revolución desde varios frentes. El postulado de que la Revolución mexicana había sido un movimiento social inmaculado que había destruido un antiguo régimen corrupto para sustituirlo por otro más justo colapsó ante el peso de las objeciones que se fueron acumulando una a una. Los académicos revisionistas pusieron en duda que la Revolución hubiese sido un movimiento de corte popular y nacionalista como afirmaba la historiografía estándar. También rechazaron que siguiera con vida en la segunda mitad del siglo XX. Hacia 1960, para la mayoría de los jóvenes intelectuales, la Revolución mexicana, comparada con la cubana, parecía una grotesca momia. El revisionismo histórico de la Revolución que tuvo lugar en aquellos años no se entiende sin su trasfondo político. El discurso histórico oficial fue sustituido por otro más crítico pero que también respondía a otra agenda política. A partir de los años sesenta, la izquierda universitaria se propuso ganar la batalla sobre la interpretación de la historia de la Revolución mexicana. Y se puede decir que venció.4 La llamada versión oficial de la Revolución fue desmantelada y sustituida por otras que frecuentemente adoptaban una crítica de orientación marxista de la Revolución mexicana y del régimen político vigente en la segunda mitad del siglo XX.
El revisionismo histórico también puso en su mira la tesis oficial de que la Revolución había nacido sin ideas. En un importante artículo de 1975, Arnaldo Córdova rechazó que la Revolución mexicana hubiese carecido de una filosofía, pero negó tajantemente que el humanismo espiritualista de Antonio Caso y José Vasconcelos hubiese sido esa filosofía. La verdadera filosofía de la Revolución mexicana, afirmaba Córdova, había sido el cientificismo social positivista, como, por ejemplo, la obra de Andrés Molina Enríquez, Los grandes problemas nacionales.5 Las filosofías de Caso y Vasconcelos, según él, estuvieron enclaustradas en el estrecho reducto de la Universidad y no tuvieron repercusión alguna en el desarrollo ideológico y político de la Revolución.6 El impacto de ese artículo y luego de su libro de 1973, La ideología de la Revolución mexicana, fue muy grande y en la mayoría de los círculos académicos se convirtió en lectura obligada de la historia de las ideas en México.7
6. La filosofía y la Revolución mexicana: el post-revisionismo
En este libro rechazo tajantemente la tesis de que la Revolución nació sin ideas, incluso sin ideas filosóficas. Pero, en contra de Córdova, sostendré que es falso que la Revolución tuvo una filosofía predominante y que ella fue el positivismo social. Mi propuesta es que la Revolución recibió la influencia de no una sino varias filosofías o ideologías: el liberalismo decimonónico, el liberalismo reformista del XX, el anarquismo, el socialismo, la doctrina social cristiana, el positivismo social y el humanismo espiritualista de Caso y Vasconcelos. Negar la repercusión del pensamiento de ambos filósofos mexicanos en el proceso revolucionario —por