Название | Poesía para gente sencilla |
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Автор произведения | Antonio Pérez Gil |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788418496868 |
La cabaña del tío Tom
los negros cantando y cogiendo algodón.
Camino de Oregón un predicador mormón
amonesta a King Kong.
Canta Frank Sinatra: la voz,
se repite el eco en el Gran Cañón.
En la ruta 66 una Harley y un motel,
cae la banda de Bonnie and Clyde.
Las montañas Rocosas, la pradera sin ley
Marilyn canta a Kennedy Happy birthday.
La Gran Manzana en Nueva York,
un sargento arisco, grita al pelotón: «¡¡Señor, sí, señor !!».
La reserva sioux, el 4 de julio,
Alcapone y el Padrino adoptan a Billy el Niño.
California, San Francisco, Alcatraz y Boston,
«Aquí la nave Apolo…», le contesta Houston.
Nebraska, Wyoming, Montana y Nevada,
el Día de Acción de Gracias, y Toro Sentado deja la reserva.
Dodge City, ciudad sin ley,
para bañarse en Miami Beach.
El rugby, el béisbol, el hockey
con la 6ª flota y el rock de Elvis Presley.
Desde el Misisipi hasta río Grande
Los puentes de Madison, Bette Davis, Gilda.
Y también Gary Cooper.
El teléfono Rojo, y la Casa Blanca,
Michael Jackson, en las Vegas, se queda sin blanca.
Por las grandes llanuras cruza un huracán,
la primera dama con el tío Sam.
Y sigue la historia, tengo que ir al market
de la Quinta Avenida y esta noche a un concierto
con la mona Chita y Tarzán en Madison Square.
el regreso a casa
Mi casa está en el agua
en el fuego, en el aire
y en la tierra.
Siempre estoy en casa
donde quiera que me encuentre,
donde quiera que vaya.
Siempre busqué personas sencillas
de buen corazón,
humildes y honradas.
Para que en mi regreso al hogar
me acompañaran.
La vuelta al origen: nuestra casa.
Donde el espíritu en paz duerme
mientras las estrellas silenciosas
en sueños le hablan.
Presiento que es la hora de volver.
Un apacible y cálido viento
me empuja y me arrastra.
Vuelvo a casa, nuestra casa.
La morada del alma.
Alguien allí me espera.
visión nocturna de la palacia
Sombras plateadas, por la luz de los siglos.
Paisaje de austeros campos.
Tierra fuerte, de gente noble.
Huellas de surco en los rostros,
vidas de azada y de carro,
tiempo de calma y sin prisa.
Nada duerme en la noche.
Una tenue y mística luz,
todo lo invade.
En la oscuridad, las sombras.
Cubre el llano
una luz plateada sin fin.
Aquí en la recta del camino,
allá ya llega.
Allí con el mismo polvo cósmico
divina emanación de claridad.
Levemente ensombrecido,
paisaje de ensueño.
Todo tan cerca, y tan lejos…
todo unido por la misma energía
sin apenas ruido.
Con la paz y el descanso
de una vida alegre y triste.
Con la paz y el silencio
de un patio bordeado
de oscuros, de austeros
y altivos cipreses.
Con la paz y el descanso
de la muerte.
Para ir desde Valencia, mi residencia habitual, a mi pueblo, Sacañet (Castellón), tenía que viajar en un autobús de línea hasta Alcublas (Valencia), que era el último pueblo hasta donde llegaba el autobús.
A partir de aquí y para llegar a mi destino, tenía que recorrer una distancia de unos diez kilómetros, por un camino de tierra y entonces de carro.
Por la hora de llegada del autobús, este trayecto había que hacerlo normalmente al anochecer.
Hay una llanura entre las dos poblaciones, que se llama «la Palacia».
Una noche hice yo solo este recorrido, tenía 17 años, la noche era ventosa, el paraje totalmente solitario, muy montañoso, había llovido la noche anterior…
el niño autista
No habla.
Juega solo,
no se relaciona
con nadie.
Farfulla,
balbucea,
gesticula
y grita.
Golpea con el dorso
de sus manos,
la tabla de la mesa
o el duro suelo.
Tamborilea
siempre con
dos objetos iguales
de forma repetitiva
y casi permanente,
constante,
muy constante.
A veces da saltitos
con mucha alegría.
Anda de aquí para allá
errante
sin saber dónde ir.
En ocasiones
se para,
mira como atento.
Y siempre se ríe
sin que sepamos por qué.
Él solo.