Название | Cinco pruebas de la existencia de Dios |
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Автор произведения | Edward Feser |
Жанр | Философия |
Серия | |
Издательство | Философия |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788418467110 |
Russell y la causalidad
Pero quizás el crítico apela, más que a la filosofía, a la ciencia. Son diversas las maneras en las que podría parecer que la ciencia ha socavado el principio de que todo lo que va de la potencia al acto tiene una causa. Por ejemplo, en su ensayo «Sobre la noción de causa», Bertrand Russel argumentó que «la ley de la causalidad […] es una reliquia del pasado»9. La física, en opinión de Russell, muestra que no hay tal cosa como la causalidad, porque explica el mundo en términos de ecuaciones diferenciales que describen relaciones entre eventos, y estas ecuaciones no hacen referencia alguna a las causas: «En los movimientos de cuerpos que gravitan mutuamente no hay nada que pueda ser llamado causa y nada que pueda ser llamado efecto: lo único que hay es una fórmula»10.
Pero existe un buen número de problemas con este argumento. De entrada, demostraría demasiado. Si el hecho de que algo está ausente de las ecuaciones de la física es suficiente para mostrar que no existe, entonces tendríamos que eliminar no sólo la causalidad, sino todo tipo de nociones fundamentales, incluyendo ideas esenciales para nuestra comprensión de la ciencia, que Russell necesita a la hora de hacer despegar su argumento. En palabras de Jonathan Schaffer:
A este respecto, «evento», «ley», «causa» y «explicación» están todas en el mismo barco. Estos […] términos sirven para permitir una comprensión sistemática de la ciencia, pero no aparecen ellos mismos en las ecuaciones. Desde este punto de vista, el argumento de Russell es semejante a la absurda afirmación de que las matemáticas han eliminado la variable, ¡porque el término «variable» no aparece en las ecuaciones!11
Por otro lado, no está claro que la física esté realmente libre de nociones causales. Como argumenta el filósofo C. B. Martin, las partículas fundamentales descritas por la física nuclear tienen claramente propiedades disposicionales, esto es, tendencias a producir ciertos efectos cuando interactúan de cierto modo12.
En tercer lugar, haya o no haya nociones causales en la física, ciertamente las hay en otras ciencias. Y que el resto de ciencias no pueden ser reducidas a la física es hoy algo aceptado de modo bastante amplio en la filosofía contemporánea. Esto es cierto no sólo de las ciencias sociales, sino también de la biología13, e incluso (algunos defienden) de la química14. Pero si el resto de ciencias nos dan conocimiento real acerca del mundo y hacen referencia a la causalidad, entonces ésta tiene que ser un rasgo real del mundo. Otro punto relacionado es que el naturalismo filosófico que aporta el fundamento intelectual al ateísmo moderno se articula y defiende típicamente, en la filosofía contemporánea, en términos de nociones causales. Los naturalistas de modo rutinario defienden teorías causales del conocimiento, de la percepción, del significado, etcétera. Pero si la causalidad es central de cara a la articulación y defensa del naturalismo, entonces el naturalista tiene que afirmar su existencia, haga o no haga la física referencia a ella.
De todos modos, el problema más básico con el argumento de Russell es que sencillamente no hay ningún motivo para suponer que la física no nos da nada cercano a una descripción exhaustiva de la realidad, y muchos para pensar lo contrario. Irónicamente, Russell mismo expuso este punto de modo elocuente en sus últimos trabajos:
No siempre se comprende cuán excesivamente abstracta es la información que la física teórica nos puede dar. Sienta ciertas ecuaciones fundamentales que la capacitan para tratar con la estructura lógica de los sucesos, en tanto deja completamente ignorado cuál sea el carácter intrínseco de los sucesos que tienen tal estructura. […] Todo lo que la física nos procura son ciertas ecuaciones que expresan propiedades abstractas de los cambios. Pero en cuanto a qué es lo que cambia, y desde qué a qué cambia, sobre esto la física calla15.
La física moderna centra su atención en aquellos aspectos de la naturaleza que pueden ser descritos en lenguaje matemático, abstrayendo de todo lo demás. Sus «matematizaciones», como Martin las ha llamado, implican llevar a cabo sólo una «consideración parcial» de los fenómenos estudiados16. Éste es el motivo por el que la física ha alcanzado un éxito predictivo y una precisión tan impresionantes: sencillamente no permite que entre en su caracterización de los fenómenos físicos ningún rasgo que no sea susceptible de predicción y descripción con precisión matemática. Si hay rasgos del mundo que pueden ser capturados por este método, entonces muy probablemente la física los va a encontrar. Pero, del mismo modo, si hay rasgos que no pueden ser capturados por este método, entonces está garantizado que no los va a encontrar. Deducir de su éxito predictivo la conclusión de que la física nos da una descripción exhaustiva de la realidad es, pues, cometer una falacia muy burda. Es como si dedujéramos, a partir del éxito de un detector de metales, que no existen rasgos no-metálicos en la realidad; o como si un estudiante, por el hecho de haber escogido sólo aquellas asignaturas en las que sabía que sacaría excelente, concluyera que no hay nada importante para aprender del resto; o como el razonamiento del borracho que, de su habilidad para encontrar cosas a la luz de la farola, deduce que las llaves que ha perdido no pueden estar en ningún otro lugar.
Dado que las ecuaciones de la física son, por sí mismas, meras ecuaciones, meras abstracciones, sabemos que tiene que haber algo más en el mundo que aquello que describen. Tiene que haber algo que haga que el mundo realmente se comporte de acuerdo con esas ecuaciones, en lugar de con otras o con ninguna. Tiene que haber lo que el último Russell llamó el «carácter intrínseco» de las cosas que se relacionan del modo descrito por las ecuaciones. Tiene que haber, en sus palabras, algo «que cambia» y algo desde y hacia lo que cambia, algo respecto de lo cual, como Russell admitió, «la física calla». Ahora, si lo que las ecuaciones describen es realmente el cambio, entonces, como he argumentado, este cambio implica la actualización de una potencia. Pero actualizar una potencia es justo lo que significa ser una causa. Con lo cual la causalidad ha de estar entre los rasgos intrínsecos de las cosas descritas por la física.
Date cuenta de que, incluso si alguien se resistiera a atribuir cambio real y causalidad a la realidad física extramental, aún así tendría que atribuírselos a nuestra experiencia de ella, a través de la cual adquirimos la evidencia experimental y observacional en la que la física se basa. Una experiencia deja paso a otra: por ejemplo, la experiencia de preparar un experimento es seguida por la experiencia de observar los resultados. Esto implica (por todo lo que Russell ha podido mostrar) la actualización de una potencia, y por tanto causalidad. Es más, el mismo Russell acabó admitiendo que conocemos el mundo descrito por la física precisamente porque nuestras experiencias están causalmente relacionadas con ese mundo. Sabemos que hay algo ahí fuera que podemos estudiar científicamente justo porque el mundo físico produce en los órganos de nuestros sentidos determinados efectos.
Por tanto, contra el primer Russell, sencillamente no hay modo coherente de apelar a la física en apoyo de la idea de que la causalidad no es un rasgo real del mundo.
Newton y la inercia
A veces se sugiere que la ley de la inercia de Newton –de acuerdo con la cual un cuerpo en movimiento permanecerá así a menos que sea influido por fuerzas externas– muestra que el cambio podría suceder sin una causa. Hay mucho que se podría decir para responder a esta objeción, y la he abordado en detalle en otro lugar17. Para nuestros propósitos, bastarán los siguientes puntos.