Название | Reavívanos |
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Автор произведения | Mark Finley |
Жанр | Документальная литература |
Серия | Reavivamiento y reforma |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789877983944 |
Los discípulos quedaron tan impresionados cuando escucharon al Salvador orar en voz alta que le pidieron que les enseñara a orar (Luc. 11:1). En el Getsemaní, Jesús determinó hacer la voluntad del Padre sin importar el costo. El Evangelio de Mateo registra que Jesús cayó tres veces sobre su rostro, a la vez que decía: “No sea como yo quiero, sino como tú”. Es obvio que Jesús estaba orando en voz alta (ver Mat. 26:36-44).
El libro de Hebreos nos dice que Jesús, “ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente” (Heb. 5:7).
Elena de White nos indica que debemos “aprender a orar en voz alta cuando únicamente Dios puede oír” (Nuestra elevada vocación, p. 132).
No necesitamos temer que Satanás de alguna manera escuche nuestras oraciones, sepa lo que pedimos y prepare estrategias para engañarnos, porque “al sonido de la oración ferviente, toda la hueste de Satanás tiembla”. Y Dios responde a nuestras peticiones enviando a legiones de ángeles que hacen retroceder a las huestes de Satanás (Joyas de los testimonios, t. 1, p. 122).
Siga el ejemplo de Jesús, y ore en voz alta durante sus momentos de devoción. Al principio le resultará un poco difícil; pero, al continuar, el Espíritu Santo lo conducirá a una rica experiencia con el Maestro.
Esto nos lleva al cuarto principio de la oración exitosa y al reavivamiento espiritual.
4. Organice un grupo pequeño de oración de tres a cinco personas y acuerden reunirse al menos una vez por semana para orar. La iglesia del Nuevo Testamento se unía en oración por el poder del Espíritu Santo (Hech. 1:14; 4:31). Jesús instruyó a sus discípulos para que oraran juntos. “Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mat. 18:19, 20).
Al comentar sobre este texto, Elena de White añade: “La promesa se hace sobre la condición de que se ofrezcan las oraciones unidas del pueblo de Dios, y en respuesta a estas oraciones puede esperarse un poder mayor que el que viene en respuesta a la oración privada. El poder conferido será proporcional a la unidad de los miembros y a su amor por Dios, y de uno por el otro” (The Central Advance, 25 de febrero de 1903). Esta es una declaración maravillosa, llena de ánimo para el pueblo de Dios en nuestros días. Hay un poder especial, inusual, en orar juntos. Cuando desechamos nuestras agendas personales, nos unimos en oración y derramamos nuestro corazón ante Dios, él responderá más allá de nuestras expectativas.
La historia del reavivamiento es la rica historia de un pueblo que ora. Es la historia de la iglesia que busca a Dios en comunidad. La iglesia se reaviva cuando los miembros establecen grupos de oración y derraman su corazón ante Dios.
¿Por qué no comienza un grupo de oración en su casa? ¿Por qué no invita a algunos amigos a unírsele para buscar a Dios y obtener una experiencia espiritual más profunda? ¿Por qué no intercede con algunos amigos cercanos por sus familias, sus amigos y sus vecinos que quizá no conocen a Jesús o su mensaje para nuestros tiempos?
Un padre o una madre que oran pueden ejercer una tremenda influencia en la vida de sus hijos. Un cónyuge que ora puede ejercer una maravillosa influencia en su matrimonio. Los miembros de iglesia que oran pueden tener un efecto enorme en sus iglesias. Los grupos de oración marcan una diferencia en la comunidad. Los estudiantes que oran pueden cambiar la atmósfera en su escuela. El legado de los gigantes de la oración como Moisés, José y Daniel demuestra que las personas que oran cambian el curso de la historia.
¿Desea usted plantar las semillas del reavivamiento? Cubra su vida de oración. Cubra su familia con oración. Sature su vecindario con oración. Interceda por su esposa o su esposo, sus compañeros de trabajo, sus amigos y sus vecinos. Eleve sus peticiones al Dios que escucha. Busque a aquel cuyos oídos se inclinan siempre para escuchar los pedidos de sus hijos. Abra su corazón a un Salvador que está más interesado en contestar sus oraciones que usted en formularlas.
Cuando lo haga, habrá descubierto la clave esencial del reavivamiento para su vida personal y para la iglesia de Dios del tiempo del fin.
MI APLICACIÓN PERSONAL
“Reavivamiento significa una renovación de la vida espiritual, una vivificación de las facultades de la mente y del corazón, una resurrección de la muerte espiritual” (Mensajes selectos, t. 1, p. 149). El reavivamiento no ocurre simplemente por el hecho de leer acerca de él, sino cuando ponemos en práctica sus elementos bíblicos. La iglesia del Nuevo Testamento mantenía una experiencia vital con Jesús por medio de la oración, el estudio de la Biblia y la testificación.
Esta es la primera de una serie de aplicaciones prácticas de los principios espirituales que discutiremos en cada capítulo. Al poner en práctica estos principios en su propia vida, descubrirá la clave del reavivamiento espiritual personal. Su experiencia con Jesús será más profunda y más íntima de lo que alguna vez imaginó.
Cada sección de aplicación se enfocará especialmente en el tema del capítulo que acaba de leer. Abajo, encontrará un ejercicio devocional para la próxima semana. Puede emplearlo como un bosquejo para su vida de oración.
En el capítulo 1, hemos presentado el modelo de oración ACAS. Al arrodillarse ante Dios:
1. Escoja tres cosas específicas por las cuales alabarlo. Dedique algunos minutos simplemente a adorarlo.
2. Piense sobre algo específico, en su vida, que no está en armonía con la voluntad de Dios y confiéseselo.
3. En tercer lugar, escoja tres cosas por las cuales agradecerle:
1 Respecto de algún aspecto o condición en su propia vida.
2 Respecto de su familia.
3 Respecto de su familia de iglesia.
4. Presente la mayor necesidad que tiene actualmente ante Dios y reclame la promesa de Filipenses 4:19: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”.
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