Название | El cine actual, confines temáticos |
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Автор произведения | Jorge Ayala Blanco |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9786073009225 |
La fusión absurdoacústica
Las marimbas del infierno
Guatemala-Francia-México, 2010
De Julio Hernández Cordón
Con Alfonso Tuche, Víctor Hugo Monterroso, Roberto González Arévalo
En Las marimbas del infierno, opus 2 del autor completo guatemalteco-estadunidense de 35 años en el mexicano CCC formado Julio Hernández Cordón (Gasolina, 2008), el oculto marimbero extorsionado por la Mara guatemalteca don Alfonso Tuche (él mismo) sólo puede rescatar del desastre de su antigua existencia a su amado aunque aparatoso instrumento tradicional, y va a reaparecer tres años después, corrido (por incosteable) de sus chambas en baldíos restaurantes de hoteles de lujo, penando en busca de fichas (dineros), refugiado en una bodega de mercaderes, acompañado por un inútil joven ahijado cementoso ultraignorante apodado El Chiquilín (Víctor Hugo Monterroso) y planeando en resurgir como músico gracias a su brillante idea de fusionar su noble instrumento ancestral con la banda metalera del exigentísimo greñudo Blacko (Roberto González Arévalo), pero la venta irresponsable del imprescindible instrumento obligará al viejo ejecutante a robarse una marimba diminuta y al nuevo conjunto a enfrentar una infinita serie de humillaciones y dificultades, sin conseguir nunca debutar en público, hasta disolverse. La fusión absurdoacústica incide, como el primer film del realizador, en un hiperrealismo minimalista radical y siempre veladamente crítico, cobrando mayor autoconciencia en virtud viciosa de sus imágenes parcas, inmóviles, semivacías, donde la acción principal se prolonga hacia inmostrables fueras de campo y donde el envejeciente héroe ensimismado, antiglamouroso y varado, establece de continuo tensas relaciones conflictivas con el espacio imaginario (interrogado desde un off docuficcional acerca de su inicial condición extorsionada, patizas inmostrables o acaecidas por elipsis), patéticamente despojado de su herramienta de trabajo como cualquier obrero repartidor de carteles de Ladrones de bicicletas (Vittorio de Sica, 1948), aunque valerosa y kafkianamente resistiéndose a su inevitable lumpenización. La fusión absurdoacústica confía, a diferencia de la seriesísima y grave vivisección socioantropológica de la anterior Gasolina de su original realizador, en la dimensión humorística espontánea, inmediata, casi diríase innata, de sus ridículas y consecuentes tribulaciones guatemaltecas, ese humor que nace de criaturas tierna y precozmente abestiadas que hablan de “vos” y con voz de chiapanecos marimberos, pero jamás envilecidas ni tan violentas ni brutalmente subrepticias como las mexicanas, sino como entes ingenuos, deliciosos, siempre conscientes de sus limitaciones folclóricas y existenciales a la vez, encabezados por nuestra postposneorrealista víctima de los ladrones de marimbetas en ese entorno fanatizado por una omnipresente miríada de sectas religiosas, y bien secundado por ese hirsuto médico impostor aunque delirante roquero autoritario con facha de residuo flagrante de mejor época setentera, por ese hilarantemente inepto Chiquilín con cara de vapuleado Hombre Elefante ostentando parche punitivo en un ojo pero aún así soñándose rapero biblicoinfernal, o por esa explotadora sexogalana incidental que eróticamente se excita drogada hasta la madre ya brincoteando en pantimedias sobre el colchón. Y la fusión absurdoacústica traza una verdadera metafísica de la marimba como objeto marcado por un incontenible amor loco, signo regional invaluable, tesoro privado resistente a toda privación, sobrevivencia sonora de un pasado ya arcaico, lastre y estorbo, lenguaje otro vuelto intransferible, instrumento dúctil aún capaz de renovadoras fusiones insólitas y agradables que parecerían imposibles, fetiche de acústica celestial que se torna voluntariamente diabólico al integrarse con otros instrumentos musicales y resurgir adornado mediante blanquísimos diablitos alados más bien angelicales, o así, hasta lucirse por última íntima vez y tener que salir en fuga de friega para no pagar la cuenta de la empobrecida cervecería nacional.
La navegación precolombina
Un viaje fantástico (Kon Tiki)
Noruega, 2012
De Joachim Ronning y Espen Sandberg
Con Pal Sverre Hagen, Agnes Killelsen, Anders Baasmo Christensen
En Un viaje fantástico, señorial film 3 de la dupla de polifacéticos noruegos de 40 años Joachim Ronning y Espen Sandberg (el forzado divertimento Bandidas, 2006, con Penélope Cruz y Salma Hayek; la altiva crónica de sabotajes en la II Guerra Mundial Max Manus, 2008), con guion de Petter Sklavan supervisado por el veterano libretista escocés Allan Scott y basado en las exitosas memorias noveladas del propio expedicionario, el soñador antropólogo experimental osloense vuelto navegante Thor Heyerdahl (Pal Sverre Hagen discretísimo) urde en playas de los Mares del Sur una descabellada idea, involucra el contradictorio apoyo de patrocinadores exigentes y emboleta a cinco audaces aventureros más, para acometer por temeridad científica, hacia 1947, sobre una reforzadísima aunque finalmente frágil balsa de madera, la travesía de 8 mil kilómetros por el Pacífico, para demostrar que los aborígenes incas sudamericanos pudieron haber cruzado el inmenso océano en sus primitivas embarcaciones y pudieron haberse asentado en las islas polinesias antes de Colón, con sorprendente y épico éxito en su comprobación confirmadora, luego de 101 turbulentos y peligrosos días, de Perú a Tahití. La navegación precolombina configura una ardua, brillante y emotiva ficción, hermosa a su hiperkinética manera, que jamás se enfoca como una hazaña legendaria, ni como un viaje iniciático o mitológico, ni mucho menos como una maravilla mamila de Winnie Puh con Tigger a base de infladísimos efectos especiales tipo Una aventura extraordinaria-La vida de Pi (Ang Lee, 2012), sino como un acontecimiento simplemente aventurero y prócer, pegado a la inmediatez, a los hechos cotidianos, a las grandes nimiedades náuticas, a la deriva de los elementos (tempestades, insolaciones) y de los encuentros animales (ese ataque de los tiburones como punto más alto del cine de acción hoy concebible) y de las necesidades (hambre, sed), a la corporalidad puesta en máximo riesgo