Название | Actos de disposición del cuerpo humano |
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Автор произведения | Édgar Cortés |
Жанр | Сделай Сам |
Серия | |
Издательство | Сделай Сам |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789587905151 |
Así, la violación, no pocas veces colectiva en Italia, contra las niñas/mujeres de las clases bajas, o cortesanas41, sería atribuida paradójicamente a ellas: porque presuntamente a priori son consideradas culpables en cualquier caso a priori –de acuerdo con una evaluación universal (masculina) de uso corriente en área mediterránea– por seducción, o poca defensa, o por no haber gritado, etcétera42. De nuevo la estructura del sistema patriarcal y su laberinto excluyente.
La Venus tuta43, el amor seguro y sin problemas para el hombre, de acuerdo con las inclinaciones e ideologías personales, naturalmente encontró tipificaciones precisas entre los autores. Dando por descontado que, en la autorizada opinión de Catón el Censor44, y en el mismo sentido Cicerón45, para el mos maiorum es mejor recurrir a una prostituta –nunca se habla de prostitutos, generalizados también ellos– en uno de los 45 burdeles de la Urbe, en lugar de socavar a las matronas o esposas de otros. Horacio declaró abiertamente su propensión por la libertad46; Ovidio, por la mujer plebeya, a quien le dedicó su código erótico el Arte de amar47; Marcial, aunque prefiere la libre desde el nacimiento (ingenua), no descarta la esclava doméstica, y refiere que podrá escogerla si, por su buen aspecto, le pareciera una verdadera señora48.
A comienzos de la época imperial parece que solamente Ovidio, a su manera, intuye y divulga lo positivo de la búsqueda del placer mutuo, recordando con gran sentido común y de modernidad que “el placer está completo cuando la mujer y el hombre yacen juntos abrumados en igual medida”49. Además, el hecho de que la mujer tome la iniciativa respecto del hombre, por lo demás rechazado con dureza por los griegos, fue en su mayoría censurado por los romanos, porque contradecía clamorosamente la anulación de sí misma y el papel femenino requerido e impuesto por la tradición50.
Por otra parte, se tenga en cuenta que la ética y la filosofía de herencia platónico-aristotélica fueron bastante severas contra las relaciones sexuales no encaminadas y dirigidas exclusivamente a la procreación. Séneca el Rétor dice que “nada es más vergonzoso que amar a su cónyuge como si se tratara de una mujer de otro”51, o bien, adultera. El derecho romano entre los siglos II-III d.C. incluso declara adulter, sin juego de palabras, a quien “ama a su esposa con excesivo ardor”52. Y no muy lejos un Filón de Alejandría o un Musonio Rufo, así como los apologistas cristianos, las estigmatizaron con dureza como pecaminosas53, debido a que por la costumbre antigua la uxor tenía que ser “respetada” por el cónyuge y no le era lícito involucrarse en las fantasías eróticas del marido54 o en prácticas sexuales no maritales y no generativas (en cualquier caso, la lujuria o la embriaguez del hombre en época de Constantino no era causa suficiente para conceder a la mujer el divorcio55: por el contrario, incluso los Padres de la Iglesia56 aconsejaban a las esposas que recomendaran a sus cónyuges las prostitutas57. El laberinto patriarcal acá toma derivaciones realmente sorprendentes.
La lengua latina es rica en palabras para referirse a la “prostituta”, pero, fuera de las obras de Plauto y su lexicografía, estos términos conllevan diferencias de tono, connotación y énfasis más que de estatus, métodos de solicitud y provisión de servicio. Prostibulum pudo haber designado alguna vez a una meretriz que estaba disponible frente a un stabulum, por ejemplo, pero en la época imperial se emplea como otro término peyorativo para una prostituta o para denotar un burdel58. El nombre mucho más comúnmente usado scortum, que deriva de la palabra para “ocultar” o “cuero”, difiere de meretrix esencialmente en la fuerza peyorativa que aplica a las mismas personas o fenómenos; e incluso lupa, literalmente una “loba”, simplemente lleva esta condena un paso más allá59.
Ulpiano60 rechaza la pobreza como una excusa para vivir una turpissima vita (la vida más sórdida) en su definición de aquellas mujeres cuya conducta las coloca en el lado equivocado de la Lex Julia et Papia con respecto a su matrimonio, y Lactancio es solo un poco más comprensivo con las mujeres a quienes la necesidad obliga a profanar su castidad61.
Solo escritores imperiales, más o menos incidentalmente, nos proporcionan un puñado de razones para la prostitución de las mujeres; y aunque evitan los estilos más barrocos de convertir a la mujer en víctima, tampoco le ofrecen exactamente muchas opciones en la materia. Ella podría ser prostituida, primero y principalmente como esclava o, en segundo lugar, como esposa o hija; de lo contrario, ella misma podría verse obligada a vender su cuerpo sistemáticamente ya sea por sus deseos depravados o por su indigencia62.
En efecto, no solo hubo constreñimiento como causa del meretricio, sino que también muchas mujeres se vieron obligadas a vender sus cuerpos de forma sistemática debido a una pasión depravada o una grave situación de pobreza. Por ejemplo, Hostia, la Cintia del poeta Propercio, parece haber ingresado voluntariamente en las listas de prostitutas (registro a cargo de los ediles)63 para escapar de las estrictas reglas impuestas por las leyes romanas; otro famoso caso de prostitución voluntaria de una ingenua, además de rango noble, es el de Messalina, la “meretriz Augusta” que, según la historia paródica de Juvenal64, se prostituyó por la noche en un burdel de baja liga bajo el seudónimo de Licisca65.
En particular, meretriz también podría haber sido una mujer libre, “expuesta” en la primera infancia por la voluntad de su padre, pero en todo caso vista en esta época, como decía Catón el Censor, como una válvula de escape fisiológica para todos los llamados varones exuberantes (el estupro juvenil singular o colectivo, especialmente en detrimento de las prostitutas, también está bien atestiguado en Roma con el asalto tradicional a la puerta de la casa66, y en su conjunto, fue expresión de un instrumento inconsciente de control social67.
El proceso de convertirse en una prostituta en el mundo romano, convertirse en una meretriz, literalmente, una mujer que obtiene ganancia (del latín mereo), una hetaira o una porne, una mujer que vende (del griego pernemi), no es una cuestión en la que los contemporáneos muestran mucho interés, en contraste con la preocupación que eventualmente iba a desarrollarse en esta área, con su compleja clasificación de caminos hacia la prostitución centrada en narraciones de la “caída” de la mujer en la que su victimización es mayor.
Este marco emblemático del principal sistema de prostitución que opera en el mundo romano estaría además en línea con lo que en ese momento representaban las estructuras de poder más elementales: no solo los esclavos, sino también las esposas e hijas ocupaban un lugar dentro de la familia. Eso hizo que su prostitución fuera “legítima”. En la mayoría de los casos, convertirse en una meretrix (etimológicamente: “la mujer que gana”) no era un acto atribuible a la esfera volitiva de las mujeres, sino a quienes ejercían cierta hegemonía sobre ella68.
El verbo merere implica la ganancia obtenida a través de un trabajo manual o concreto, similar al del trabajador remunerado por día (mercennarius), que merece una tarifa por el esfuerzo físico realizado69.