Название | Geopoéticas, memoria e imaginarios en la frontera México - Estados Unidos |
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Автор произведения | Mauricio Vera Sanchez |
Жанр | Социология |
Серия | |
Издательство | Социология |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789587904970 |
Hubo sin embargo quienes se inclinaron –subraya Wallarstein (2004, p. 25)– más que por la dureza y rigidez del método científico por las humanidades, y recurrieron a lo que se llamó “epistemologías ideográficas”. Estos cientistas sociales “pusieron el acento en la particularidad de los fenómenos sociales, la utilidad limitada de las generalizaciones y la necesidad de empatía para la comprensión del objeto de estudio”.
Las ciencias sociales se fundan así entre las epistemologías nomotéticas en oposición a las epistemologías ideográficas; entre el establecimiento de leyes en los procesos sociales versus la inutilidad comprensiva de las generalizaciones; entre la toma de distancia del sujeto frente al objeto en contraposición a la necesidad, precisamente, de implantar una empatía mutua sujeto-objeto; entre el alma y la materia; lo interior y lo exterior; las humanidades y las ciencias naturales; entre la palabra sagrada y el verbo creador del científico y la imaginería mítica y pagana del saber popular; entre el pasado, el presente y el futuro: el progreso y el retroceso; entre los mega relatos: History, y los micro relatos: story; entre el Todo y el fragmento; entre la descripción y la interpretación; entre los datos, las cifras y la narrativa; entre lo antiguo y lo moderno; entre Occidente y Oriente.
Así, las ciencias sociales, subraya Wallarstein (2004, p. 25), “estaban atadas a dos caballos que galopaban en sentidos opuestos. Al no haber generado una postura epistemológica propia, se desgarraban como consecuencia de la lucha entre los dos colosos: las ciencias naturales y las humanidades, que no toleraban una postura (terreno) neutral”.
Terreno cuyos límites se establecían por dos por miradas inconexas, y en el cual se abonó a su interior el surgimiento en las ciencias sociales de una disciplinarización que reflejó, ciertamente, esta dicotomía. Así, por ejemplo, la economía, las ciencias políticas y la sociología, responsabilizadas académicamente de estudiar el mundo moderno, echaron sus raíces en las epistemologías nomotéticas, en los métodos y la cosmovisión newtoniana.
Consolidación y división entre el período comprendido entre 1850 y 1945 que Wallarstein (2004, p. 26) describe de la siguiente manera:
La división entre pasado (historia) y presente (economía, ciencia política y sociología); la división entre el mundo occidental civilizado (las cuatro disciplinas anteriores) y el resto del mundo (la antropología, dedicada a los pueblos “primitivos”, y los estudios orientales, dedicados a las “grandes civilizaciones” no occidentales), y la división, válida solamente para el mundo occidental moderno, entre la lógica del mercado (economía), el Estado (ciencia política) y la sociedad civil (sociología).
Se configuran de este modo hasta mediados del siglo XX unas ciencias sociales de núcleo duro, en el sentido que su método y enfoque epistemológico estaban orientados hacia el establecimiento de leyes dentro de los sistemas sociales; y unas de núcleo más blando que, aceptando la función y obligatoriedad de la inclusión empírica de los datos, las cifras, las mediciones y el cálculo mecánico de corte newtoniano dentro la investigación social, privilegiaban la singularidad de cada contexto en particular, la “contaminación” impajaritable que en el proceso relacional sujeto-objeto modifica la manera de construir y comprender el conocimiento generado y, consecuentemente, el mundo.
Pero es también en este momento histórico de las décadas de los cuarentas, cincuentas y sesentas en los que el mundo se debate no solo entre una dominación de Occidente sobre Oriente, que se consuma en el nefasto hito de la Segunda Guerra Mundial y se fortalece momentáneamente en los sembrados de arroz vietnamitas convertidos en campos de batalla bañados de Napalm y sangre “amarilla”, o en las revueltas de los estudiantes universitarios franceses y estadunidenses que inauguraron a través de la filosofía del peace and love una concepción nueva de la relación de género, de la autonomía femenina sobre su propio cuerpo, junto a una inclusión de las cosmovisiones orientales a la ya debilitada manera utilitarista y material con la cual Occidente los había formado, que ese principio de operación apoyado en la exclusión con el que estaban comprometidas las ciencias –igual naturales como sociales– con perspectiva newtoniana era cuestionado en su estructura.
No podemos aún, plantea Schödinger (1999, p. 60), deshacernos del principio de exclusión, este sirve para darnos cuenta del problema, pero no para resolverlo. Lo que sí debería reconsiderarse es la actitud científica, la ciencia debe construirse de nuevo. Nuestra imagen del mundo, añade, se elabora a partir de la información proporcionada por los órganos sensoriales de la mente y el cuerpo, de manera que esta imagen es y se conserva para cualquier hombre como elaboración de su propia mente y sus propios sentidos.
Siguiendo el trazado de Wallarstein (2004), las ciencias sociales, al igual que las ciencias naturales y las humanidades, se volvieron blanco de críticas, en lo cual ha habido dos grandes movimientos nuevos del saber:
Uno de ellos es el que se ha denominado “ciencias de la complejidad” (con origen en las ciencias naturales); el otro es el de los “estudios culturales” (con origen en las humanidades). En realidad, pese a haber surgido en lugares tan distintos, los dos movimientos tomaron como blanco de ataque el mismo objeto: la modalidad dominante de las ciencias naturales a partir del siglo XVII, es decir, la forma de ciencia que se basa en la mecánica newtoniana (p. 27).
De esta manera, la perspectiva de la complejidad relativiza más allá que la mera cuestión del método científico y sus implicaciones en su tendencia maniquea de entender el mundo, la percepción del tiempo, un ente que evidentemente no nos es simplemente dado, sino que es fundamentalmente una construcción social. La determinación del tiempo en los procesos sociales, su inevitable linealidad que lleva como consecuencia una carrera inalcanzable hacia el progreso que está allá, en el futuro, se indetermina. Por tanto, este futuro es en sí mismo indeterminado e indeterminable. Roto el tiempo, roto el equilibrio, que no es más que una excepción dentro de los fenómenos sociales.
Numerosos académicos, puntualiza Wallarstein (2004, p. 27), cuyo punto de mira está emplazado en la complejidad,
consideran que la entropía lleva a bifurcaciones que traen nuevos (aunque impredecibles) órdenes a partir del caos, y por ello concluyen que la consecuencia de la entropía no es la muerte sino la creación […]. Así, en lugar de la simetría temporal, la fecha del tiempo, de las certezas, la incertidumbre como supuesto epistemológico; en lugar de la simplicidad como producto último de la ciencia, la explicación de la complejidad.
Emplazados en el otro punto de mira, pero coincidiendo con la mirada de la complejidad en la crítica férrea al determinismo y universalismo de las ciencias newtonianas, los estudios culturales “representaron un ataque al modo tradicional de abordar los estudios humanísticos, que habían propuesto como valores universales en el orden de lo bello y de lo bueno […]. Sostenían que los textos son fenómenos sociales, creados y leídos o evaluados en un determinado contexto” (Wallarstein, 2004, p. 27).
De tal suerte que Wallarstein concluye que las ciencias de la complejidad y los estudios culturales, al objetar esas concepciones tradicionales de las ciencias naturales y las humanidades, abrieron el campo del saber a nuevas posibilidades que habían estado vedadas debido al divorcio decimonónico entre la ciencia y la filosofía.
Ahora bien, reaparecen impetuosamente en el escenario contemporáneo del saber caminos conceptuales que cruzan y entrecruzan el tiempo con la belleza, el fragmento con el todo, la unicidad con la totalidad, la verdad con lo bueno y, a su vez, con el tiempo y la incertidumbre y, a su vez, con las certezas. La improvisación con el método, la flexibilidad con la lógica, la creación y el caos con lo determinado. La ciencia con la filosofía, la complejidad con los estudios sociales.
Parafraseando a Fernando Vásquez (1992) en su afirmación sobre las formas artísticas, podríamos decir que los estudios sociales hoy se presentan como miradas plurales, pero no excluyentes de una y múltiples realidades a la vez. Que como miradas son inevitablemente lugares de poder y de saber. Que, como miradas, duras, blandas, alumbradoras, oscurecedoras,