Название | Acordes para un lamento |
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Автор произведения | Manuel M. Represa Suevos |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788468556581 |
—Dimitri, esto merece que abramos una botella, ¿no te parece? —dijo uno de los científicos.
—Claro que sí querido amigo —replicó Dimitri con alegría—, quizás podamos obtener más minerales como los descubiertos a principios de 2013 en esta misma región.
—Sin embargo, nos han dicho que nos dejas —comentó otro científico.
—Es cierto. Me requieren en otro sitio, muy lejos de aquí. Pero no puedo daros más detalles.
—Creo que echaras de menos los volcanes querido amigo. Brindemos.
Los volcanes de Kamchatka son un gran grupo de volcanes situados en la península del mismo nombre, en el oriente ruso, entre los mares de Ojotsk y de Bering. Forman parte del llamado Cinturón de Fuego del Pacífico. Una treintena de ellos se encuentran activos en la actualidad.
A principios de 2015, Dimitri, junto con un pequeño grupo de científicos de la Universidad de San Petersburgo encontró varios minerales nuevos procedentes de las erupciones. Con la ayuda de otros grupos de investigación del país, los expertos estudiaron los materiales formados en Kamchatka tras las erupciones de las últimas décadas. Entre sus descubrimientos se encontraron con un azulado e interesante mineral que decidieron llamar petrovita, en honor a Tomas Petrov, cristalógrafo de la Universidad de San Petersburgo. El otro, era un elemento con red cristalina de color verdoso al que se llamó triolita.
Ambos materiales eran especialmente interesantes por su poco común estructura y composición. Según sus descubridores, tenían una composición de oxígeno, azufre de sodio y cobre. Desde fuera se notaba un aspecto cristalino con tonos azulados y verdosos brillantes. Su estructura era porosa y los vacíos en el mineral estaban conectados por canales por los cuales se podían mover pequeños átomos de sodio. Esta estructura conectada dio nuevas ideas a los científicos. Abrió la puerta a la posibilidad de utilizar la petrovita para la conductividad iónica. En otras palabras, utilizar la petrovita como cátodo en baterías de iones de sodio. Una alternativa a las baterías de litio, las más usadas en la actualidad. De hecho, la alta demanda en baterías para coches podría hacer que este mineral fuese cada vez más preciado.
Por su parte, la triolita era un material perteneciente a la familia de los sulfuros con sorprendentes propiedades recién descubiertas. Este elemento era capaz de generar una pequeña corriente a nivel molecular cuando se haya en presencia de una débil fuente sonora. Las aplicaciones de este elemento son infinitas. El resto de propiedades de estos elementos han sido considerados secretos por su escasez y alto valor estratégico. No es sencillo encontrar estos dos materiales en la naturaleza. En su lugar, ciertas compañías se han planteado sintetizar estos compuestos con sus mismas estructuras en el laboratorio.
Capítulo I
Una ciudad medieval
La vieja Berna se despertaba. Era el mes de abril y, sin embargo, aquella mañana hacía más frío de lo habitual. Había llovido mucho en la meseta suiza durante todo el invierno y, el cauce en los meandros del Aare, amenazaba con desbordarse a su paso por la ciudad. Las calles amanecían empapadas un día más. En el casco antiguo, las arcadas y soportales permitían a sus habitantes moverse con inusitada fluidez a pesar de la lluvia.
El trazado de las calles bernesas, con sus fuentes, fachadas de arenisca, balcones, callejones y torres históricas, conferían a la ciudad un aire medieval singular, prácticamente inalterado desde el siglo XV. La Kramgasse o calleja del mercado, era por aquel entonces el alma de la ciudad y centro de la vida urbana desde el siglo XIX. Esta vía, antes llamada Märitgasse, se extendía hacia el este con una ligera curvatura desde el reloj de la torre medieval Zytglogge, que era una de las tres torres guardianas de Berna, hasta cortar casi ortogonalmente la calle Kreuz.
Desde los laterales de la calle surgían los estrechos pasadizos que conectaban esta arteria con la calle del ayuntamiento al norte y la catedral al sur. Las fachadas barrocas de la Kramgasse se combinaban en una sucesión pequeñas tiendas. Apotecas, joyerías, librerías, casas de antigüedades, negocios y casas particulares.
Justo encima del restaurante “Zum untern Juker”, donde un político de la capital federal se podía tomar un café tranquilamente junto a cualquier honrado comerciante de la ciudad, se hallaba la casa donde se había instalado el joven Alberto Einstein con su mujer a principios del siglo XX.
Muy cerca de allí vivía Ebrahim Soltani., quien solía quedar con sus colegas precisamente en el famoso restaurante cada tarde. Allí, en los bajos de la casa de su venerado Einstein, el docto profesor se enfrascaba en sesiones interminables discutiendo sobre matemáticas, lógica y filosofía. Cada mañana, Ebrahim solía tomar un atajo por uno de los callejones cercanos a la Kramgasse para llegar a la parada del tranvía que lo llevaría a la Universidad politécnica. Allí, el docto profesor impartía sus clases magistrales sobre musicología desde hacía un año. Con paso acelerado, llegó hasta la panadería donde solía tomarse un café rápido. Luego compraba algo de comer para tomar a medio día y se dirigía a la para da del tranvía. Era su rutina diaria.
—Buenos días Frau Weissmann —dijo Ebrahim limpiándose los zapatos en el felpudo.
—Buenos días profesor ¿lo de siempre?
—Hoy no Frau Weissmann. Llego tarde. Solo me llevaré algún bizcocho.
—¿Le pongo un poco de este Apfelstrudel que acabo de sacar del horno? —dijo la rolliza panadera con una sonrisa.
—Sí, por favor. Tiene una pinta excelente.
Ebrahim se sintió complacido. Pagó y se despidió. Encaró entonces la primera callejuela a la izquierda del establecimiento. Sus pies seguían automáticamente la ruta que tan bien conocía, pero sus pensamientos estaban en la clase que debía impartir esa mañana. Ebrahim no solo era un experto en musicología. También era un gran matemático, compositor, un poco filósofo y con grandes conocimientos de teología.
Después de muchos años, había desarrollado independientemente una forma de notación alternativa muy precisa que le satisfacía plenamente pues, según pensaba, gracias a ella cualquier composición musical podría ser interpretada con gran precisión, tal cual fue creada. Se podría decir que Ebrahim era todo un personaje, pero el adjetivo que mejor le definía era el de un genio al estilo clásico. Tenía un pelo gris, revuelto, una perilla poco cuidada, aire ensimismado y unos andares algo desgarbados. Sus clases eran siempre poco ortodoxas, pero era un gran comunicador y sus alumnos le adoraban.
De origen iraní, se había trasladado a los Estados Unidos cuando sus padres dejaron Teherán antes de que el Ayatola asumiera el poder. Se graduó en el MIT con las mejores calificaciones y se doctoró en ciencias exactas y semiótica. Estuvo dando clases en varias universidades de los Estados Unidos hasta que fue contactado por miembros del gobierno.
Ebrahim trabajó desde entonces para varias organizaciones gubernamentales en su país de acogida. Contribuyó con sus conocimientos a la seguridad nacional en muchos proyectos de carácter reservado. También trabajó para la OTAN en Europa, y finalmente, el departamento de defensa de los Estados Unidos permitió al profesor trabajar en empresas privadas, donde el salario era mucho mejor. Acabó ligado a una compañía de alta tecnología en Oriente Medio, pero el trabajo no fue de su agrado y solo estuvo un par de años en el desierto. Desde hacía un año vivía en el pacífico país centroeuropeo donde se encontraba muy a gusto. En Berna se había podido centrar en lo que él siempre había querido. El estudio de la notación, las partituras y la armonía. Sus conocimientos sobre matemáticas que tanto había ayudado al departamento de defensa, ahora le habían proporcionado una visión holística de la naturaleza física del sonido y de sus atributos. Después de todo, pensaba, la música solo era otra forma de notación matemática.
Ebrahim estaba algo nervioso últimamente. A su pesar, no se había desligado completamente del departamento de defensa. Hacía unos meses que le habían pedido una última colaboración. Querían interrogarle sobre su