Pedaleando en el purgatorio. Jorge Quintana

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Название Pedaleando en el purgatorio
Автор произведения Jorge Quintana
Жанр Сделай Сам
Серия
Издательство Сделай Сам
Год выпуска 0
isbn 9788412178098



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ha contestado que lo mejor es esperar a ver la evolución y tomárselo con calma.

      —¿Eso qué significa?

      —Pues que le han jodido, pero no tienen los huevos de decírselo.

      —Joder, no das positivo y ni siquiera superas la regla australiana… y ya estás manchado. Esto es una caza de brujas.

      —Sí, pero la cuestión ahora es que debemos adaptarnos a las nuevas reglas.

      —Bueno, pues a correr a pan y agua —dije intentando reafirmar mi decisión del 1 de enero.

      A partir de ahí comenzamos un debate intenso sobre la función de la Unión Ciclista Internacional. Enrique y yo teníamos un torbellino de ideas y de dudas: la UCI podía usar el pasaporte para imponer sanciones y para freír a controles a los sospechosos, pero debía empezar a actuar. Cada día sin noticias, era un día de desesperanza para la gente limpia. Enrique, siempre pesimista, concluyó:

      —Espérate al Tour y verás el espectáculo completo. Es la gran carrera para lo bueno y para lo malo. Muchos ciclistas hemos cambiado. Pero no todos. En cambio, los patrocinadores lo han hecho. ¡Todos! Yo no veo marcas que quieran ganar a toda costa. Es más bien justo lo contrario. En cuanto oyen la palabra positivo, cierran el chiringuito.

      —Ojalá no aciertes. Voy a rezar para que tengamos un Tour tranquilo —le contesté.

      —No es un tema de fe. Es mucho peor. Lucas, la estupidez humana no tiene límites.

       CAPÍTULO IV

      El 1 de marzo de 2008 saltó la noticia. Sucedió alrededor de las nueve de la mañana y, al principio, fue únicamente un titular, tal vez llamativo, eso sí: «El paro se dispara». Luego llegaron los detalles del tsunami al que se enfrentaba la sociedad española y las alarmas empezaron a sonar: era el mayor incremento en el número de parados en los últimos 25 años. A pesar del dato, el gobierno seguía negando la existencia de una crisis económica en el país. Es más, ni siquiera empleaba esa palabra. Estaba prohibida y parecía como si, fruto de un pensamiento mágico, el hecho de no pronunciar el término borrase la realidad. No era así.

      Al llegar a casa me esperaban caras largas. Cada semana era peor que la anterior, pero mejor que la posterior. Esa noche Clara me pidió que, al día siguiente, la acompañase a las oficinas de Magic Resort. Miguel quería hablar con ella y le había pedido que yo también acudiese. Así que fuimos hasta allí. Al circular por los pasillos de la empresa, me di cuenta de que algo no funcionaba. Apenas había movimiento. Todos los empleados estaban cruzados de brazos o, como mucho, mirando las pantallas del ordenador y accionando de forma robótica el ratón. Ese silencio era catastrófico. Si entras en una empresa como Magic Resort y no escuchas decenas de conversaciones de comerciales vendiendo o alquilando apartamentos… es que algo va muy mal.

      Miguel parecía haber envejecido otros diez años. Lucía unas ojeras espantosas e incluso tenía los ojos completamente rojos, fruto de la cantidad de horas que se había pasado frente a los documentos excel intentando cuadrar los números de sus empresas. Para la cita, nos había preparado una presentación en la pantalla de la sala de juntas. No había nadie más. Solo nosotros y los gráficos. Con cautela, fue pasando las diapositivas dejándonos el tiempo justo para que las digiriésemos. Todas se explicaban por sí mismas. No necesitaban de aclaraciones. Los datos no eran malos. Eran aterradores. En noviembre, diciembre y enero se habían vendido dos apartamentos. Tenían más de 200 acabados sin comprador, otros 150 en la fase final de construcción y otros 150 con la estructura finalizada, sin contar los más de 1000 que se habían planificado sobre el papel y para los que se había empezado la labor de movimiento de tierras después de realizar todo el trabajo de diseño con sus correspondientes proyectos de los arquitectos. ¡Y todo ello cuando solo habían vendido dos en el último trimestre! Aquello no era un pinchazo. Era un reventón.

      —¿Estos son los números? ¿Se han vendido dos en tres meses? —pregunté como resumen ante lo que acabábamos de ver. Sinceramente, no me podía creer esas cifras.

      —No, en realidad, son peores. De los que vendimos en verano, diez compradores nos han pedido que les devolvamos el dinero porque no pueden pagar los plazos. Evidentemente, les hemos dicho que no hay nada que hablar y que han firmado un contrato de arras para lo bueno y para lo malo. Uno ya nos ha remitido un burofax para decirnos que renuncia al contrato y que pierde el dinero dado a cuenta, así que en realidad no hemos vendido dos. Hemos vendido dos y nos han devuelto uno. Creo que alguno más seguirá el mismo camino y perderá la entrada para evitarse la deuda. Como comprenderéis, así es imposible mantener una empresa.

      —¿Qué tienes en la cabeza? —preguntó una Clara que estaba cada vez más preocupada ante el tono de su padre.

      —Podemos bajar precios. Pero no es un problema de Magic Resort. Es global. Mirad los datos del paro en febrero. ¿Quién piensa en comprarse una casa en la playa cuando hay despidos generalizados? El que no ha perdido su trabajo tiene miedo de perderlo. Me han dicho que Don Piso lleva tiempo sin pagar y está al borde de la quiebra. Tienen 400 oficinas inmobiliarias y es posible que no lleguen al verano. Sinceramente, os he llamado para deciros que… me siento perdido.

      —Pronto tenemos elecciones, ¿no intentarán que esto mejore?

      —No hay nada que hacer. Intentan taparlo con los cheques bebé. El presidente ha llamado antipatriotas a los que se atrevan a utilizar la palabra crisis. Pero la realidad es que están maquillando el cadáver. Nada más. La economía está podrida.

      —¿Qué alternativas hay? —pregunté.

      —He hablado con los abogados y les he pedido un plan de viabilidad. Esto es lo que me proponen.

      A partir de ese momento Miguel desglosó un plan de gestión de la crisis. Partía de una base clara: no había un futuro razonable para Magic Resort con la estructura actual. La idea de los abogados era eliminar una parte importante de la constructora y de la promotora, negociar con los bancos daciones en pago masivas para compensar las deudas y reforzar la desvinculación entre las diferentes empresas del holding intentando que las partes más corrompidas no se lleven por delante a las que aún podían ser saneadas. Las consecuencias para la cotización en bolsa iban a ser dramáticas, aunque ya llevaba meses cayendo. La parte de los hoteles y los apartamentos para alquilar era la única que podía tener futuro. En definitiva, el holding de la familia Pellicer era un conglomerado empresarial con dos bloques: el promotor-constructor y el hotelero. El primero parecía muerto. El segundo estaba muy enfermo. El dinero de la refinanciación del Banco de Castellón se iba a dedicar casi de forma exclusiva a la parte hotelera.

      —¿Y los bancos qué dicen?

      —Si debes 100 000 euros, tienes un problema. Si debes un millón, el banco y tú tenéis un problema. Pero si debes 100 millones, es el banco el que tiene un problema.

      —Nosotros también lo tenemos, papá —respondió Clara.

      —Hija, he sido tajante con los abogados. Los jueces nos van a mirar de arriba abajo y no quiero riesgos, aunque eso suponga perder mucho dinero. No quiero jugar con fuego. Nos refinanciaron hace poco y eso nos ha dado aire. Pero con este nivel de ventas, pronto volveremos a la situación en la que estábamos: asfixia absoluta. Vamos a acabar con una suspensión de pagos y asumo que perderemos una gran parte de la fortuna.

      —Pero… —trató de interrumpir Clara a su padre.

      —Te he pedido que vengas porque necesito que me ayudes. Debes viajar a Andorra y Panamá. Y hay que hacerlo ya. Tenemos que poner las cuentas en limpio. En este sobre hay una carta con las instrucciones. Necesito que la leas y lo memorices antes de destruirla. Yo no puedo ir. Tengo la lupa encima. También me gustaría que fueras acompañado por Lucas. Sería más fácil de explicar si alguien pregunta: unas vacaciones románticas con tu pareja o unas vacaciones para entrenar o lo que se te ocurra. Además, ya no trabajas para Magic Resort.

      —Tengo que correr… no puedo salir de España y mucho menos para irme de vacaciones.

      —Lo