Cuente las estrellas en un cielo vacío. Michael Youssef

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Название Cuente las estrellas en un cielo vacío
Автор произведения Michael Youssef
Жанр Религия: прочее
Серия
Издательство Религия: прочее
Год выпуска 0
isbn 9781646911097



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el hogar. Diga: «Sabes que siempre te amaré y te apoyaré, y siempre serás bienvenido al visitarnos. Siempre oraré por ti, pero es tiempo de que te ganes la vida y vivas tu propia vida».

      Una razón por la que Dios llamó a Abraham para que abandonara Ur fue sacarlo de ese centro de idolatría. Dios quería alejar a Abraham de la mala compañía y el mal entorno. Quería alejar a Abraham de su antigua vida hacia su nueva vida en Canaán.

      Abraham tenía un padre incrédulo. Como cristiano, usted debe siempre amar, respetar y honrar a sus padres. Si ellos son no creyentes, debe orar por ellos, testificarles y ser un buen ejemplo para ellos. Pero si alguna vez todo se reduce a elegir entre obedecer a sus padres y obedecer a Dios, siempre haga lo que Dios le llame a hacer.

      Salga mientras pueda

      Abraham le dijo a su padre que se iba a Canaán, y Taré dijo que él se iba también. Génesis 11:31 contiene un detalle fascinante: «Y tomó Taré a Abram su hijo, y a Lot hijo de Harán, hijo de su hijo, y a Sarai su nuera, mujer de Abram su hijo, y salió con ellos de Ur de los caldeos, para ir a la tierra de Canaán». ¿A quién llamó Dios? A Abram. Pero la Biblia nos dice que «tomó Taré a Abram su hijo». Si Dios llamó a Abram, ¿no tenía Abram que haber llevado a Taré en su travesía en vez de ser al revés? Parece que Taré, el padre de Abram, no dejaba a Abram ir a ningún lugar sin él.

      No sé si usted ve el humor en esto, pero lo encuentro divertidísimo. Dios llamó a Abraham; pero Taré lo tuvo que llevar. Abraham no pudo o no quiso ir por su cuenta. Taré también llevó al sobrino de Abraham, Lot, y a la esposa de Abraham, Sara. Juntos partieron de Ur de los caldeos, con rumbo a Canaán.

      A mitad de su camino, llegaron a Harán, y se establecieron ahí. ¿Por qué? Creo que es porque Harán era el hogar del gran templo de Sin, el dios de la luna. Tamara M. Green, directora del Departamento de Estudios Clásicos y Orientales en Hunter College, de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, escribe: «La relevancia política de Harán en el período asirio se debió en gran medida a su deidad protectora, Sin, el dios de la Luna, y dador de oráculos, guardián de tratados cuyos ojos lo ven y conocen todo».4 El templo de Sin, añade la profesora Green, era llamado Ehulhul, que es el término sumerio para «Templo del Regocijo».

      El padre de Abraham, Taré, vio el templo pagano del dios de la luna y pensó que había muerto y llegado al cielo pagano. Amaba la adoración a la luna en la ciudad de Harán. Para un adorador de la luna como Taré, la ciudad de Harán era como la Meca para los musulmanes, Salt Lake City para los mormones y el Vaticano para los católicos romanos. Este era el lugar de lugares, el Shangri-La de Taré.

      Cuando Taré llegó a Harán, miró alrededor y dijo: —¡Yupi! ¡Abram, hijo mío, estoy muy contento de haber venido contigo! Olvida Canaán. ¡Quedémonos aquí! ¡Este lugar es el Disneylandia pagano!

      —¡Pero Abba, Dios me llamó a Canaán!

      —Canaán está a setecientas millas de distancia. ¿Por qué viajar tan lejos? Este lugar tiene que ser mejor que Canaán. ¡Aquí es donde está la diversión!

      Habían llegado a Harán en la tierra de las concesiones. Habían llegado a la feria de Vanidad. Abraham estaba en gran peligro espiritual en Harán. Este lugar estaba lleno de tentaciones de materialismo e idolatría, que amenazaban con contaminar su fe en Dios.

      Si usted se halla en Harán en este momento, le insto a salir mientras se pueda. Salga mientras aún sea posible. Salga mientras todavía pueda encontrar la voluntad de Dios. No se establezca en Harán. No se conforme con menos de lo mejor que Dios tiene.

      Todos somos propensos a conformarnos con las seducciones mundanas que están por debajo del plan perfecto de Dios para nuestra vida. Lo sé. Yo personalmente he experimentado al menos dos «Harán» en mi vida. Me conmuevo nada más al pensar en este pasaje de las Escrituras, porque Dios me rescató y me salvó de mis dos experiencias en Harán. Llegó a mi corazón antes de que fuera demasiado tarde.

      Mi oración por usted como lector de este libro es que no se conforme con Harán. Oro para que preste atención a esta advertencia en la historia de Abraham y salga de Harán sin demora. Póngase de rodillas y diga: «Señor, lamento haber transigido y haberme conformado con Harán. Siento haberme salido del camino que tú habías establecido para mí. Lamento haberme detenido antes de ir a Canaán contigo. Sácame de Harán, Señor, y prometo seguirte».

      Sé sin sombra de duda que Dios se regocijará por esta oración, y le dará poder para actuar. A Dios le encanta cuando confiamos en Él incondicionalmente con todo nuestro corazón. Le encanta que nos despojemos de nuestra bendita seguridad y nos atrevamos a grandes cosas por Él. Le encanta cuando invertimos todo lo que somos y tenemos en su reino. Le encanta cuando contamos las estrellas que ni siquiera hemos visto: estrellas de sus promesas, estrellas que son nuestras incluso aunque las nubes de tormenta puedan ocultarlas de la vista.

      Cuando contamos estrellas que ni siquiera hemos visto, estamos andando por fe y no por vista. Los ojos de la fe nos mantendrán en el camino correcto, siguiendo la visión de Dios para nuestra vida. Cuando seguimos nuestra propia sabiduría humana y nuestra visión mundana, nos quedamos atrapados en Harán.

      Sea cual sea su Harán (y sospecho que Dios ya está trayendo algo a su mente algo que significa Harán para usted, algo que le hace sentirse atorado, atrapado e incapaz de moverse hacia Canaán), sea lo que sea, dígale a Dios ahora mismo que quiere dejar Harán atrás. Que quiere avanzar con Él. Que quiere regresar al camino y continuar su peregrinaje con el Señor. Dígale a Dios que está listo para moverse ahora mismo, luego dé el primer paso, sea cual sea. No se conforme con Harán. Salga mientras pueda. No espere hasta mañana o algún otro tiempo. Váyase ahora.

      Se requiere: Una invasión del cielo

      En seguida, aprendemos lo que Abraham hizo a su llegada a la tierra de Canaán, y aprendemos lo que Dios le dijo a Abraham:

      Y pasó Abram por aquella tierra hasta el lugar de Siquem, hasta el encino de More; y el cananeo estaba entonces en la tierra. Y apareció Jehová a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra.

      Y edificó allí un altar a Jehová, quien le había aparecido. Luego se pasó de allí a un monte al oriente de Bet-el, y plantó su tienda, teniendo a Bet-el al occidente y Hai al oriente; y edificó allí altar a Jehová, e invocó el nombre de Jehová”. (Gn. 12:6-8)

      Abraham llegó a Canaán y encontró que la tierra estaba habitada por cananeos, fieras tribus idólatras. Quizá Abraham se turbó cuando vio que la tierra a la cual Dios lo había llamado ya estaba ocupada con gente hostil. Dios se apareció a Abraham y le habló, quizá como una forma de tranquilizarlo. El Señor le hizo una promesa: «A tu descendencia daré esta tierra». Aliviado y regocijándose porque Dios había reconfirmado su promesa, Abraham hizo un altar para el Señor y lo invocó con alabanza y acción de gracias.

      ¿Quiere ver el avivamiento llegar a su iglesia? ¿Quiere avivamiento en su comunidad? ¿En su nación? Entonces comprenda esto: el avivamiento comienza con usted; el avivamiento comienza conmigo. No estoy diciendo que podamos, en nuestra propia fuerza, hacer que ocurra el avivamiento. Solo el Espíritu de Dios puede traer reavivamiento a una iglesia o a una nación. Pero el avivamiento sucede cuando el pueblo de Dios lo invita a quedar a cargo de su vida. El avivamiento vendrá cuando cada creyente individual decida salir de Harán y construir un altar en Bet-el.

      Construir un altar es un símbolo de que estamos renovando nuestra visión (la visión de Dios) para nuestra vida. Eso es lo que Abraham hizo cuando salió de Harán y llegó a Canaán. Edificó un altar en Bet-el e invoco el nombre del Señor. Stephen Olford llamó al avivamiento «una invasión del cielo que trae una percepción consciente de Dios».5 Esa invasión santa de nuestra vida no sucederá hasta que queramos a Dios más de lo que queremos el pecado. David Wilkerson dijo una vez: «Hoy hay gente deseando grandes experiencias emocionales y llamándolas avivamiento.

      Pero creo que el verdadero avivamiento vendrá... [únicamente cuando] la gente se ponga de rodillas para arrepentirse».6 El avivamiento vendrá cuando huyamos del pecado y corramos hacia Dios, cuando abandonemos Harán y