Los números de la felicidad en dos Perúes. Enrique Vásquez H.

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Название Los números de la felicidad en dos Perúes
Автор произведения Enrique Vásquez H.
Жанр Социология
Серия
Издательство Социология
Год выпуска 0
isbn 9789972574597



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ejemplo, Galarza y Yamada (2012) encuentran que existe discriminación sexual, racial y por apariencia física en las etapas de reclutamiento del mercado laboral peruano. Incluso el apellido y su origen son factores de discriminación a la hora de la selección de personal. La segregación ocupacional según sexo —«trabajos de hombres» y «trabajos de mujeres»— en el país (Jaramillo, Ñopo, & Díaz, 2007) es otra manifestación del atraso del mercado laboral. Ciertamente, el posicionamiento en un puesto de trabajo particular es dispar, y se explica por el nivel educativo alcanzado: seguir una educación superior universitaria o técnica no genera suficiente rentabilidad en el mercado laboral para compensar el esfuerzo si la calidad de esta es juzgada como mediocre (Yamada, 2007). Lamentablemente, la lengua, la etnia y el nivel educativo diferencian a los peruanos a la hora de acceder a un trabajo decente.

      Los Perúes desde los grupos sociales

      Mirar a los Perúes en sus múltiples aristas sería inacabable, pero merece la pena cerrar esta presentación con tres ángulos que determinan el desarrollo de comunidades o grupos poblacionales. Estos aspectos, que de alguna u otra manera cimientan o dividen en algún momento a las personas y grupos, para bien o para mal, son lo religioso, lo político y lo económico. Cabe mencionar que las aristas religiosas y políticas estructuralmente no alimentan Perúes contrapuestos, antagónicos o de superposición de uno con el otro. Sin embargo, sí existen diferencias que por momentos se han acortado, ignorado o avivado. De ahí que valga la pena examinar con pinzas los rostros políticos y religiosos, pues sus aspectos dependen de las particulares circunstancias en las que se están tomando las fotografías respectivas.

      Los Perúes desde la religión

      Los Perúes desde la política

      Los Perúes desde la economía

      Por último, revisemos la arista económica del Perú. Entre los años 2007 y 2017, la línea de pobreza monetaria subió de S/ 119 a S/ 183 en las zonas urbanas y de S/ 95 a S/ 153 en las zonas rurales del país (INEI, 2019a). El número de personas en condiciones de pobreza bajó en un 20,7% entre los mismos años (INEI, 2019a). De manera similar, la pobreza multidimensional, que aborda las privaciones, bajó del 30,3% al 20,4% entre los años 2007 y 2014 (Midis, s. f.). Pero ¿qué consecuencias tiene en la sociedad ser pobre? Vivir en una zona pobre implica, históricamente, el abandono del Estado (IEP, 2011). Por consiguiente, ser pobre extremo e indígena incrementa la probabilidad de estar atrasado en los estudios primarios y secundarios (Vásquez et al., 2009) y, por lo tanto, existe menos probabilidad de reducir la transmisión intergeneracional de la pobreza. Ser pobre también implica tener un menor nivel de acceso a servicios de salud (Seclén, 2008) y a un trabajo (Roca Rey & Rojas, 2002). En síntesis, ser pobre o vivir en una zona pobre excluye a esta población del acceso a la salud, la educación y el trabajo decente. Dado que esta arista es de fundamental preocupación, debido a que genera la división de las poblaciones centrales del presente estudio, merece ser desarrollada en profundidad. Por tanto, se buscará en el siguiente capítulo revisar con gran detalle las diferencias más relevantes entre los ricos y los pobres en el Perú, para luego centrarnos en los extremos.

      Una rápida exploración de estos diferentes lentes nos permite observar cómo las diferencias sí importan. Algunas significan ventajas y otras, desventajas, para unos a costa de otros, y, a fin de cuentas, pueden generar heridas, barreras y más puntos de desencuentro que de sintonía entre peruanos. ¿Cómo se sobrevive ante ello? En este Perú fragmentado por cristales arañados o quebrados, por diferentes causas, las personas deben subsistir. Para ello, buscan, crean o encuentran espacios de interacción donde comparten similares condiciones de etnia, lengua, condición económica, entre otras dimensiones humanas. El compartir esquemas de vida y formas de interacción origina espacios de convivencia que de alguna u otra manera adquieren contenido, identidad o espíritu de grupo. Los grupos construyen sus lenguajes, valores, aspiraciones, quehaceres y otros que se traducen en bienestar y –¿por qué no?– en felicidad del espacio o comunidad compartida. El problema comienza cuando cada espacio adquiere vida propia, se encierra o excluye y se desvincula de otros dentro de un territorio. Cuando el Perú urbano se desentiende del rural, cuando las comunidades nativas no existen para los que hablan el spanglish y cuando una lejana provincia pobre resulta indiferente o inexistente para el residente de un condominio de nuevos ricos.

      Quizás el aislamiento ha seguido un proceso natural de supervivencia para protegerse de «los otros» o para afianzar a la existencia entre «gente como uno». Cada cual existe por su cuenta dentro de un mismo territorio y es regido por una misma Constitución, pero la coexistencia es solo formal, sin compartir más allá de la euforia por el fútbol o la fe por el Cristo Morado.

      Dentro de estos espacios llenos de vida,