Название | Vivencias cortas vividas de la vida |
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Автор произведения | Miria Véliz Hernández |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789566107071 |
Ellas
Cierta tarde estaban conversando sobre la problemática actual en el mundo, la Sra. Paz, Sra. Dicha, Sra. Tranquilidad, Sra. Bondad, la Sra. Esperanza y tomaron una decisión unánime, que cada una daría lo mejor de sí, se lo traspasarían a un ángel, el cual a su vez lo repartiría por los cinco continentes, para así disminuir un poco las penas y miedos de los habitantes de este mundo. No sé si se habrá cumplido, ya que la alarma me despertó y era hora de ir a trabajar.
Enséñame
Enséñame todo lo que debo dar sin límites.
Enséñame tu mundo y juntos crearemos nuestro
mundo.
Si nuestras soledades se hubiesen fundido
en la primavera de nuestras vidas,
hoy sería otro mundo, más el momento es ahora y no
hay porqué ni cuándo.
Solo en este invierno de la vida, con lo poco o mucho
que nos quede.
Felicidad
La felicidad tocó a su puerta, cuando menos lo esperaba, de la mano de quien menos imaginaba.
Ambas soledades se fundieron y fueron un volcán de pasiones, que dormidos estaban.
El alma y corazón los cobijaron.
Hoy, en el invierno de la vida, el sol y todos los astros, son testigos de primaveras y veranos.
Cada segundo es un día.
Hoy, aman, solo aman.
El mensaje II: el viaje de Manuel
Sus pensamientos y su mente se cansaron de viajar por el tiempo, y a través del tiempo. Manuel ya había caminado, caminado descubriendo pequeños horizontes.
Fue un viaje maravilloso, ya que Manuel, como lo mencioné anteriormente viajó a través del tiempo, un privilegio que se le había otorgado, traspasar del umbral de la vida y la muerte.
¡Un privilegio de pocos!
Viajó como a él le gustaba, por túneles y disfrazado. Llegó por los mismos hasta el mineral de Chuquicamata.
Mina que había sido a rajo abierto, la más grande del mundo, hoy los chucos trabajaban bajo tierra.
Cuál sería su asombro ante tanta modernidad.
De pronto vio la luz, el sol quemaba su pálido rostro, ese sol abrasador, el viento le acaricia y abrazaba dándole la bienvenida.
Pero su misión esta vez no era en el mineral, sino que en la ciudad vecina llamada Calama.
Llegó a la plaza de nuestra ciudad, donde las campanadas de la iglesia parecían aplaudirlo, a tan ilustre visita.
Mientras el sol bañaba con sus cintas de fuego los paisajes gigantes vestidos de metal.
Ya estaba en la ciudad, y encaminó sus pasos a la población que llevaba su nombre.
Entonces, golpeó mi puerta y entró a mi casa, su figura alta, delgada y su rostro pálido, se presentó ante mí. Recorrió con su mirada todo lo que la vista pudiese alcanzar, ya que el tiempo era oro. Caminó y se detuvo, se puso de pie frente a mi biblioteca, se sentó, tomó un libro de Historia de Chile y comenzó a leer y no lo podía creer, lo que había sucedido después de su muerte y se entristeció al saber cómo habían terminado los hermanos Carrera.
Con los cuales desde pequeños vivían cerca, eran amigos, hubo un tiempo que estuvieron alejados, pero el cariño y admiración permanecía.
Me contaba que su amor platónico fue doña Javiera Carrera.
Su espíritu libertario y de lucha eran su sello y en el apasionamiento en su relato, tenía buena oratoria.
Me contaba que hace siglos había venido a nuestra ciudad por primera vez, con un mensaje al último sobreviviente de la batalla de Topáter, veía con alegría y orgullo que su mensaje fue recibido, ya que Calama hoy era una gran provincia.
Hoy, su mensaje era de paz, en estos tiempos tan difíciles, tiempos de pandemia, tiempos en que el mundo es un caos, tiempos de recogimiento, donde se aprendió a compartir. Donde estábamos en cárceles de cristal, sin tener culpa.
Nos instó esta vez a seguir adelante luchando, a ser los mejores, porque sea como sea Calama es el motor y corazón de Chile.
Dicho este mensaje, se dispuso a recorrer la ciudad y los pueblos del Alto Loa.
Ya casi anocheciendo, cuando la señora Luna se disponía a dar su saludo en conjunto con las estrellas. Comenzó su viaje de retorno por este desierto hermoso, por este Norte Grande tan bello y tan nuestro.
¡Buen viaje Manuel! ¡Hasta Pronto!
Imploré a Dios
Imploré a Dios, ser poderosa
para realizar grandes propósitos
y él me hizo débil para
que fuese humilde.
Imploré a Dios, riquezas
para que muchos dependieran
de mí y él me hizo desvalida
para que precisara de él.
Imploré a dios, salud para comenzar
grandes sueños y ambiciones
y él me hizo enferma para
que conservara la humildad.
Señor de todo lo que imploré
nada me diste, pero solo sé
que nada preciso, porque
te tengo a ti y eso es mucho
más valioso, que el poder,
las riquezas y las ambiciones
que pudiese yo tener.
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