Название | Amor romántico y muerte voluntaria |
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Автор произведения | Abraham Godínez Aldrete |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9786075478265 |
En este libro se realiza una exploración psicoanalítica de una pasión de Occidente: la vivencia intensa de un amor desgraciado cuyo destino es la muerte de los amantes. Tristán e Isolda, Romeo y Julieta son ejemplos de este mito que realiza el amor en la muerte. El amor romántico es una pasión que desemboca en la muerte: “Desde el deseo hasta la muerte a través de la pasión, tal es el camino del romanticismo”, dice Denis de Rougemont (2001: 241). La concepción de un amor que se legitima con la muerte del amante es un tema que se hizo popular en el romanticismo alemán. Las cartas del joven Werther —escritas por Goethe— ejercieron una fuerte influencia, se trata de una historia epistolar en la que el amante se suicida por un amor no correspondido. En México el mito del amor romántico alcanzó una de sus cúspides con la muerte de Manuel Acuña. En este trabajo se realiza una interpretación psicoanalítica de este tipo de mitos (en el que el amante muere voluntariamente por amor), y para lograrlo se toma el caso de Manuel Acuña.
En este trabajo de investigación se utiliza el método psicoanalítico para explicar las relaciones entre amor y muerte en la literatura romántica. Jean Allouch (1994: 64) dice que “el método [psicoanalítico] se inventa poniéndose en práctica a propósito de un caso. El hacer saber del método es también y en principio el de un caso”. El psicoanálisis no puede acercarse al acto suicida por medio de la prevención, el juicio moral, el castigo o la amenaza, sino que es necesario darle escucha al guion simbólico que se presenta en un caso. La producción del saber del método psicoanalítico emana de la situación clínica singular que procede en la particularidad del caso. El paradigma es el caso. Analizando cada caso en su singularidad, se puede preguntar por qué una persona (y no otra) ha podido superar la pulsión de vivir “de intensidad tan extraordinaria” (Freud, 2000, AE XI: 232). El psicoanálisis solamente puede descifrar las motivaciones inconscientes de la muerte voluntaria tomando un caso que, en su unicidad, tenga un valor de producción de saber.
El psicoanalista no debe revelar lo que sus pacientes le han confiado, por eso no puede exponer casos de su práctica clínica para investigar y transmitir el saber. El límite del método psicoanalítico es el secreto profesional: “la función de secretario, al igual que la del psicoanalista, comporta el acto de callarse y de ser, pues, una tumba, como tan justamente lo dice esta expresión francesa”, expresa Allouch (1994: 68). Para no violar el secreto, el psicoanálisis debe producir saber clínico a partir de un sesgo fallido que pueda validarse por el respeto a la ética de la confiabilidad. La fábrica de caso es un método que alude a la construcción de un caso en el cual se produce un sujeto que no es un paciente recostado en un diván. Se utiliza material de dominio público para construir un sujeto que pertenece a otra época, y así poder discutir cuestiones de interés clínico sin revelar el secreto confiado en el diván.
La fábrica de caso es un método clásico en el psicoanálisis. Para la producción de un saber que no se deslinde del fundamento clínico, Freud hizo uso de este método para estudiar el delirio de Daniel Paul Schreber, quien no fue su paciente. Para elaborar sus “Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia (Dementia paranoides) descrito autobiográficamente” (Freud, 1911), el fundador del psicoanálisis se ocupó del testimonio escrito para producir un saber que se desprende de un caso singular y que puede ser importante para la teoría psicoanalítica. Por su parte, Lacan se ocupó de este método en el análisis del crimen cometido por las hermanas Papin, que aparece en un anexo de su tesis doctoral. En varios de sus seminarios se refirió a diferentes producciones literarias (por ejemplo: Edipo, Antígona y Hamlet) para obtener consecuencias clínicas de estas. En algunos casos, por ejemplo con Gide, Sade y Duras, Lacan realizó importantes puntualizaciones sobre la relación del autor con su obra. En el seminario “El Sínthoma” (1974), la escritura de Joyce fue el centro del análisis de Lacan para dar cuenta del síntoma como anudamiento de lo real, lo simbólico y lo imaginario. La literatura y la construcción de casos clínicos es un método válido en psicoanálisis para producir un saber sobre el sujeto.
La fábrica de caso no se lleva a cabo en la teoría de la representación diagnóstica, en donde habría un personaje histórico al cual se le analiza. Afirmar junto con Lacan que “el inconsciente es el discurso del Otro” implica señalar que el inconsciente no se encuentra en un interior que se está por pronunciar. Según Lacan, no hay un sujeto dado de antemano, no hay una unidad interior que preexista a la otredad. El lenguaje es una condición del inconsciente y no al revés. La subjetividad se encuentra en la alteridad del lenguaje, lo subjetivo no se encuentra del lado de quien habla sino en la exterioridad del significante. Tomando nota del decir textual del caso, una fábrica de caso es un artificio en el que se produce un sujeto que está soportado por el significante y las interrogantes que el caso suscita. A partir de la fábrica de caso es posible mostrar —o no— ciertas aristas clínicas que pueden aportar un saber a la teoría. La fabricación abre la posibilidad de tomar un caso desde el sesgo clínico sin exponer lo confiado y lo sucedido en un psicoanálisis.
En la fabricación de un caso se dispone de un decir textual, de tal forma que la construcción debe realizarse a partir de un entretejido de documentos y fuentes primarias, mediante las cuales se le da voz a aquel que ha dejado su testimonio. El psicoanalista se comporta como un secretario, porque está ahí para recibir un testimonio de forma textual, para dejar hablar a los textos, tomar el relato al pie de la letra y evitar agregar significados apresurados: “El secretario es la lengua de su amo”, decía Maquiavelo (citado por Allouch, 1994: 37). Generando preguntas, planteando problemas en el discurrir de la palabra, el psicoanalista se ubica en la función de secretario: toma nota —al pie de la letra— de los discursos con los que cada caso cuenta. Lacan así lo propone en el seminario sobre las psicosis:
Aparentemente nos contentaremos con hacer de secretarios del alienado. Habitualmente se emplea esta expresión para reprochar a los alienistas su impotencia. Pues bien, no sólo nos haremos sus secretarios, sino que tomaremos el relato al pie de la letra; precisamente lo que siempre se consideró que debía evitarse (Lacan, 2000: 295-296).
Tal como lo demuestra la cita anterior, el método psicoanalítico de Lacan se funda en tomar literalmente el discurso del sujeto. Aunque se auxilia del método historiográfico, no se reduce a este: no se trata de dar testimonio de lo pasado, sino de servir de escriba a la especificidad de la singularidad del sujeto interrogado. A propósito, Lacan (2004a: 26) dice: “Se trata de la aprensión de un caso singular. En ello radica el valor de cada uno de sus cinco grandes psicoanálisis. El progreso de Freud, su descubrimiento, está en su manera de estudiar un caso en su singularidad”.
La fábrica de un caso debe fundamentarse siempre en un extremo respeto a la literalidad de los elementos disponibles, con cuidado de no traspasar los límites en la exacerbación de significados que podría plantear el investigador. La fábrica de caso tiene valor clínico en psicoanálisis, porque aporta conocimientos desde la especificidad de un testimonio singular.
En este libro interesa darle voz al acto suicida en la singularidad de un caso que pueda ofrecer una enseñanza sobre el mito del amor romántico, por eso se toma el caso de Manuel Acuña, ya que ofrece varias ventajas para su estudio: Manuel Acuña es un poeta de habla hispana cuya vida se desarrolló en México; el testimonio que su literatura ha dejado es importante para la historia de las letras mexicanas, el impacto social que tuvo su muerte forma parte de la historia cultural de México. Los discursos que su suicidio produjo han creado un mito sobre las