Empresa, persona y sociedad. Cristian Mendoza

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Название Empresa, persona y sociedad
Автор произведения Cristian Mendoza
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9786079380816



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a problemas específicos es preguntar a los que han tenido tiempo y oportunidad de pensar sobre la sociedad en que vivimos. Usualmente, las preguntas son muy generales y las respuestas, en cambio, pueden arrojar mucha luz en beneficio de una solución llena de sentido común.

      El filósofo y teólogo suizo, Martin Rhonheimer (2009), interesado en la sociedad y el papel de la fe en la misma y que fundamentó una teoría del comportamiento moral humano, sostenía que el gran reto de la Iglesia en nuestros días consiste en distinguir la responsabilidad de los fieles laicos y los ministros ordenados.

      Los fieles laicos que han recibido el bautismo, y con él el sacerdocio real, están llamados a santificar el mundo con su trabajo y su vida de contemplación; por lo tanto, las esferas económicas, políticas y sociales son, al mismo tiempo y esencialmente, también religiosas. Por su parte, los fieles de la Iglesia que además del bautismo recibieron el sacramento del orden —como ­diáconos, sacerdotes y obispos— tienen una misión diferente: administrar los sacramentos y servir a la comunidad que les ha sido confiada, de acuerdo con su tarea pastoral específica.

      Otra perspectiva, menos teológica, de los problemas más importantes de nuestro tiempo ha sido expresada recientemente por Kevin Majeres, médico psiquiatra, instructor de la Universidad de Harvard. El Dr. Majeres explica que los problemas más importantes de nuestro tiempo son la falta de concentración, las distracciones y la ansiedad. Vivir en un mundo lleno de ansiedad es un gran reto, porque no es fácil superarla serenamente. Cualquiera que sea la perspectiva que adoptemos para observar la sociedad en que vivimos —teológica, filosófica o médica—, hemos de pensar que lo interesante es observar la sociedad desde un determinado punto de vista, el cual fijamos de acuerdo con la historia de nuestra vida, con lo que somos y lo que hacemos. Por lo tanto, y para ser coherente con lo que acabo de mencionar, me parece que un punto de vista interesante para comprender la sociedad es contemplarla desde la perspectiva del empresario, de la persona que trabaja en una sociedad con categorías económicas y que juzga para comprender con estos mismos paradigmas el mundo que, como he dicho, no es ni bueno, ni malo, solo una realidad que no podemos ignorar.

      El mundo económico busca desarrollar la sociedad y crear nuevas ideas e iniciativas para ser más competitivo, pero también para hacer una sociedad más humana, como veíamos con el ejemplo del CEO de Apple. Estas ideas e iniciativas nacen dentro de la empresa, cuando se tiene por ejemplo una oficina de desarrollo o de investigación creativa. En los últimos años, de acuerdo con el Foro Económico Mundial, este desarrollo se ha dado gracias a una serie de iniciativas dentro de las organizaciones llamadas start-ups, conformadas por un grupo de personas, generalmente muy jóvenes, que constituyen un equipo de trabajo para generar nuevas ideas e iniciativas, las cuales pueden ser adoptadas por organizaciones más grandes y con mayores desafíos. Cuando una empresa no tiene medios humanos o económicos para afrontar el cambio, siempre puede contratar a una start-up.

      En Alemania hay más de 46,000 empresas de este tipo ofrecen sus servicios a grandes organizaciones y se desarrollan con mucha frecuencia también en esferas, no solo económicas, sino sociales (social entrepreneurship) o incluso políticas. Observar que el motor de desarrollo del sistema económico son las start-ups nos permitirá considerar si se originan en una realidad humana, y no solo económica, para proponer cómo y por qué se pueden aplicar a otras esferas, como la política, la social e incluso la religiosa.

      El informe del Foro Económico Mundial subraya que hay tres grandes tipos de start-ups. En primer lugar, las que ayudan a grandes multinacionales a resolver un problema secundario a su objetivo económico; es el caso de Lufthansa, la aerolínea alemana, que presentaba un déficit en el nivel de atención al cliente, pero no podía distraer a la dirección de su objetivo central: el servicio de transporte de personas. Los directivos de la aerolínea llamaron a diferentes grupos de jóvenes a trabajar dentro de la compañía durante algunos meses para generar soluciones a este problema específico, algunas de las cuales fueron aceptadas, y otras rechazadas. Algunos de los jóvenes fueron contratados por Lufthansa y otros continuaron trabajando en sus propias start-ups fuera de la compañía. El beneficio que obtuvo Lufthansa fue muy significativo, y el aprendizaje de los jóvenes fue fundamental para poder colaborar en el futuro con otras compañías, generando una sinergia que desarrolla el sistema económico de una manera cada vez más consistente.

      El segundo grupo de start-ups nace cuando no existe un problema específico en la compañía que las solicita. De hecho, algunas empresas no tienen un problema concreto que afrontar, sino que desean generar nuevas ideas, ser más competitivos y cambiar el clima de la organización hacia una dinámica de colaboración más abierta y más sencilla. Así, se contratan estas compañías para producir nuevas ideas y generar pequeñas propuestas concretas para un cambio de la cultura organizacional.

      La empresa que más start-ups de este tipo ha acogido dentro de su organización en los últimos años es BMW. La compañía alemana de automóviles ha conseguido una serie de colaboraciones con estas empresas emergentes que permitieron crear nuevos diseños, pequeñas soluciones, sistemas de atención a los empleados y clientes, entre otros. Después de algunos meses de trabajo, estos grupos de jóvenes pueden ser contratados por BMW o, por el contrario, seguir su paso hacia otra compañía donde comparten su experiencia y ganan más en beneficio de todo el sistema. Lo que es notable de este modo de trabajar es la apertura de las compañías a la novedad y a las nuevas ideas. Además, la confianza en que los jóvenes pueden aportar algo —a pesar de su inexperiencia y a veces demasiada seguridad en sus propias ideas— permite al empresario reflexionar sobre su propia actitud hacia el cambio y hacia sus más antiguos colaboradores.

      Por último, también hay un modelo de start-ups donde no se da una colaboración cercana con los grupos innovadores. Simplemente se invita a un grupo de jóvenes a conocer la organización y ofrecer una visión más general, si no superficial, de los problemas de la compañía. Es muy útil y positivo para las relaciones públicas de las empresas, pero al no haber un compromiso de apertura real ni una posibilidad efectiva de contratación al final del proceso, el Foro Económico Mundial observa que este modelo ha sido menos efectivo que los demás.

      En conclusión, ciertamente parecería una aventura arriesgada abrir las puertas a perfectos desconocidos para mostrarles los problemas de la empresa, y que personas con menos experiencia sugieran soluciones a los directivos de la organización. No es fácil que un gobierno lo haga; tampoco sería fácil que una institución como la Iglesia católica lo hiciera de una manera natural. No obstante, la realidad es que las start-ups, por lo menos en lo que se refiere a grupos religiosos, ya existen; fueron creadas —y lo seguirán siendo— por los fieles deseosos de un mayor dinamismo en las instituciones que quieren y respetan, o por fieles creativos que de manera natural desean resolver sus problemas de atención pastoral, por ejemplo, y quieren saber cuándo está el sacerdote libre o dónde está la iglesia más cercana para ir a rezar o asistir a una ceremonia. En la medida en que crezcan las start-ups, el interés y la facilidad de acceso a los bienes espirituales de la Iglesia se desarrollarán. A condición de que sea una medida natural y en beneficio de los fieles, pueden marcar su futuro dinamismo. Y esto porque finalmente son la expresión de la libertad de quien se mueve dentro de la conectividad de la sociedad actual. Los modelos de desarrollo económico se aplican a sistemas no económicos, no con el deseo de desvirtuar la realidad de las otras esferas, sino porque las categorías de nuestra civilización son económicas. En la medida en que una empresa, una institución de beneficencia o una organización religiosa permitan y generen estas iniciativas, irán al ritmo de la dinámica social. Olvidarlas, ignorarlas o criticarlas sería escapar de un orden de crecimiento que es fruto de la creatividad humana, de querer usar la tecnología para el hombre y con el hombre. Sin embargo, en ese amable reconocimiento de estas iniciativas, cualquier institución, incluida la Iglesia, debe observar atentamente que la dinámica social no debe marcar el sentido y la finalidad de la institución, solo facilitar su expresión y mejor comprensión al servicio de sus fieles, que son a la vez ciudadanos, electores y clientes.

      Pienso que las start-ups son una apertura hacia la juventud. Tal vez lo más atractivo de este modelo es la capacidad de colaborar con jóvenes, que son rebeldes ante las reglas, pero que llevan consigo la esperanza del cambio. Es difícil cambiar la realidad desde la realidad misma; la economía no siempre