Название | La chica que se llevaron (versión latinoamericana) |
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Автор произведения | Charlie Donlea |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789874793119 |
Suena divertido.
Lo era
¿Cuántos años tenía ella?
¿Cuándo desapareció? Nueve.
Cuéntame cómo fue.
Dios, qué bien se sentía de hablar con alguien sobre esto.
No sé demasiado porque mi madre nunca me dio detalles. Supongo que creyó que yo no tenía edad suficiente. Busqué información sobre Julie en Internet, pero no hay mucho. Nunca se supo nada. Simplemente desapareció un día al volver de la escuela.
Ruta habitual.
Nicole se quedó mirando la pantalla un instante antes de responder:
¿Qué?
Los delincuentes usan mucho las rutas habituales para raptar niños porque son predecibles. El que se llevó a Julie sabía que ella caminaría exactamente por allí ese día en particular. El tipo debe de haberla espiado durante un buen tiempo mientras lo planeaba.
De terror.
Totalmente. Seguro que esperó y la espió y calculó con quién hablaba Julie durante el trayecto hasta su casa y dónde. Preparó su ventana de oportunidad minuciosamente, y…
Hubo una pausa en la escritura.
¿Al tipo nunca lo encontraron?
No.
¿Y a Julie?
Nicole hizo una breve pausa.
Nadie la volvió a ver.
Triste.
Nicole se quedó mirando la palabra triste en la pantalla y luego escribió.
La sigo echando de menos.
¿Alguna vez pensaste en lo que Julie tuvo que pasar? ¿Trataste de ponerte en esa situación?
Nicole leyó la pregunta. Ahí estaba la razón de su adicción a las conversaciones con él. Había pensado en eso durante años. En cómo habrían raptado a Julie y cómo se habría sentido ella al darse cuenta de que no volvería a su casa. Se preguntó si Julie habría subido al automóvil por su propia voluntad o si la habrían forzado. Dónde la habría llevado el secuestrador y qué le habría hecho. Volvía morbosamente a esos pensamientos. De día y, en ocasiones, cuando dormía. En sus sueños, casi siempre Julie y ella perseguían luciérnagas, pero también había imágenes oscuras en las que Julie lloraba dentro de un armario oscuro, demasiado asustada como para abrir la puerta e ir en busca de ayuda.
Por fin, los dedos de Nicole se movieron sobre el teclado.
Todo el tiempo.
Una larga pausa.
Yo también. Pienso en mi hermano Joshua. Me lo imagino en algún lugar oscuro, solo y asustado. Siento deseos de llorar, pero no puedo dejar de pensar en eso. ¿Seremos raros? ¿Por tener estos pensamientos?
No lo sé. No creo. Es mejor que fingir que Julie nunca existió, como hacen mi madre y mi tía.
Nicole se quedó inmóvil, esperando una respuesta. Después de unos instantes, llegó.
Te cuento un secreto, si me prometes que lo guardas.
Te lo prometo.
Nicole fijó la vista en la pantalla. Después de una pausa, apareció la respuesta de Casey.
Conozco un club.
¿En serio? ¿Qué tipo de club?
Uno que te va a encantar.
CAPÍTULO 7
Julio de 2016
Cuatro semanas antes del rapto
EMERSON BAY ESTABA SOBRE EL lago más grande y más poblado de una cadena de cuatro, conectados unos con otros por canales. Desembocaba en el Océano Atlántico a través del río Chowan. Había casas a lo largo de la costa y tierra adentro, lejos de la bahía. La casa de Matt Wellington estaba a orillas de la bahía y, al igual que la de Rachel Ryan, era una propiedad amplia, en altura, cuyo jardín trasero caía hasta la orilla del lago. A las diez de la noche del sábado, la fiesta estaba en su apogeo.
La piscina de los Wellington estaba cavada en la ladera de la barranca, con rocas y granito como telón de fondo. Reflectores en las rocas y focos sumergidos en el agua mostraban las piernas en movimiento de los jóvenes que estaban en el extremo más profundo. Las chicas gritaban mientras hacían luchas de unas contra otras, sentadas sobre los hombros de los varones. Los padres de Matt Wellington aparecían de tanto en tanto para controlar, por lo que la juventud optó por llevar cervezas de contrabando a la playa. Una escalinata de piedra bajaba hasta el agua. Fuera de la vista de la casa, una hielera portátil llena de cervezas Budweiser heladas iba perdiendo su contenido a medida que chicos y chicas bebían, aplastaban las latas y las arrojaban al agua.
Megan McDonald estaba con sus amigas en una mesa de la terraza. Algunas chicas circulaban en pantalones cortos y la parte superior del bikini. Las más audaces habían dejado de lado los pantalones cortos y desfilaban en bikini.
—Es una zorra total —dijo Megan—. Mírenla.
Megan estaba con sus amigas porristas en un grupo de unas diez chicas. Vieron cómo Matt levantaba a Nicole Cutty sobre los hombros, metiendo la cabeza debajo del agua y nadando entre las piernas de ella antes de incorporarse, con las manos firmemente plantadas sobre los muslos de Nicole. Nicole chillaba, luchando contra Jessica Tanner, que estaba sobre los hombros de Tyler Elliot.
En algún punto de la lucha, Nicole extendió el brazo y tiró del bikini de Jessica, dejando al descubierto uno de sus pechos. Los muchachos aullaron y Jessica cayó hacia atrás, gritando, con un brazo cruzado sobre el pecho descubierto y el otro con el dedo medio extendido en dirección a Nicole. El agua se la tragó.
—¿A quién se le ocurre hacer eso? —exclamó Megan.
—Desesperada por llamar la atención —sentenció Stacey Morgan.
—Y lo consigue. Va a terminar embarazada antes de los veinte, ya verán.
—Por algo le dicen Cutty-Puti. La mitad de Emerson Bay tendrá que hacerse un test de paternidad para saber quién es el padre.
El comentario hizo reír al grupo. Megan y Stacey se separaron y enfilaron hacia la bahía. Tomaron una Budweiser de la hielera y bebieron durante diez minutos, contemplando cómo los varones arrojaban latas abolladas al agua. Desde atrás de Megan, Matt la tomó de la cintura y la abrazó con fuerza. Chorreaba agua de la piscina, y la empapó.
—Todavía ni me saludaste —le dijo al oído.
—Porque estuviste muy ocupado en la piscina con las chicas en topless.
Matt la levantó del suelo, oprimiendo la espalda de Megan contra su pecho.
—Por ese comentario te arrojo al agua —dijo, caminando como un pingüino por el muelle.
—Si me arrojas eres hombre muerto —anunció Megan con calma.
Matt siguió caminado hacia el agua. En el extremo del muelle, la balanceó hacia adelante y hacia atrás.
—¡Uno, dos y tres! —La levantó y fingió arrojarla al agua. Megan gritó. Cuando Matt la depositó en el muelle, giró hacia él, sonriendo y le pegó en el hombro.
—Te habría matado, en serio —dijo.
—Sí, claro —ironizó Nicole, bajando por la escalera. Ella también estaba empapada de la piscina. Los pechos le rebalsaban por la parte superior del bikini; la parte inferior estaba tensa por encima de su abdomen plano. Las luces se le reflejaban en la piel. Era realmente hermosa, admitió Megan. Por fuera. Por dentro, Nicole Cutty era fea. Peleadora y mala. La clase de persona que los padres de Megan le habían