La soberanía de Dios. A. W. Pink

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Название La soberanía de Dios
Автор произведения A. W. Pink
Жанр Философия
Серия
Издательство Философия
Год выпуска 0
isbn 9781629462585



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y no sufrieron daño inmediato. Las muestras de gracia que hubiera llevado al arrepentimiento a la condenada Sodoma, no movieron siquiera a la gran privilegiada Capernaum. Las obras poderosas que hubieran llevado sometido a Tiro y a Sidón, dejaron a las ciudades reprobadas de Galilea, bajo la maldición de un evangelio rechazado. ¿Si dichas muestras de gracia certeramente habrían tenido efecto en los primeros lugares, por qué no fueron dadas allí? ¿Si dichas muestras no iban a resultar en los otros lugares, por qué se dieron ahí? ¡Oh, qué exhibiciones de la soberana voluntad del Altísimo!

      4. Dios gobierna a los ángeles, tanto a los buenos como a los malos.

      Los ángeles son siervos de Dios, mensajeros Suyos. Escuchan siempre la voz de Su boca y cumplen Sus mandamientos. «Y envió Jehová el ángel a Jerusalén para destruirla; pero cuando él estaba destruyendo, miró Jehová y se arrepintió de aquel mal, y dijo al ángel que destruía: Basta ya; detén tu mano (…) Entonces Jehová habló al ángel, y éste volvió su espada a la vaina» (1 Crónicas 21:15–27). Podrían citarse otros textos de las Escrituras para mostrar que los ángeles están en sujeción a la voluntad de su Creador y hacen lo que Él les manda: «Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel, y me ha librado de la mano de Herodes» (Hechos 12:11). «Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto» (Apocalipsis 22:6). Así ocurrirá cuando nuestro Señor vuelva: «Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad» (Mateo 13:41). Asimismo leemos: «Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro» (Mateo 24:31).

      Lo mismo puede decirse de los espíritus malignos. También ellos cumplen los decretos soberanos de Dios. Un espíritu malo fue enviado por Dios para provocar la rebelión en el campamento de Abimelec: «envió Dios un mal espíritu entre Abimelec y los hombres de Siquem, y los de Siquem se levantaron contra Abimelec» (Jueces 9:23); otro para ser espíritu mentiroso en boca de los profetas de Acab: «Y ahora, he aquí Jehová ha puesto espíritu de mentira en la boca de todos tus profetas, y Jehová ha decretado el mal acerca de ti» (1 Reyes 22:23); y aun otro para atormentar a Saúl: «El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová» (1 Samuel 16:14). En el Nuevo Testamento una legión entera de demonios no salió de su víctima hasta que el Señor la dejó entrar en el hato de puercos.

      Por consiguiente, la Escritura aclara que los ángeles, buenos y malos, están bajo el control de Dios y qué, voluntaria o involuntariamente, llevan a cabo Su propósito. Sí, el propio Satanás está absolutamente sujeto al control de Dios. Acusado en el Edén, escuchó la terrible sentencia sin pronunciar palabra. No pudo tomar a Job hasta que Dios le concedió autorización. También tuvo que esperar el consentimiento de nuestro Señor antes de «zarandear» a Pedro. Cuando Cristo le mandó partir diciéndole, «Vete, Satanás», leemos, «El diablo entonces le dejó» (Mateo 4:10–11). Y como acto final, sabemos que será echado al lago de fuego que ha sido preparado para él y sus ángeles.

      El Señor omnipotente reina. Su gobierno se ejerce sobre la materia inanimada, sobre las bestias, sobre los hijos de los hombres, sobre los ángeles buenos y malos y sobre Satanás mismo. Ningún planeta gira, ninguna estrella brilla, ni hay tormenta, ni movimiento de criatura, ni acto de un hombre, ni hecho de un ángel, ni acción del diablo, ni nada puede ocurrir en todo el vasto universo de forma diferente a como Dios ha determinado desde la eternidad. He aquí un auténtico fundamento para la fe. He aquí un verdadero lugar de reposo para el intelecto. He aquí un ancla para el alma, segura y firme. No se trata del destino ciego, del mal desencadenado, del hombre o del diablo, sino que es Dios mismo el que está gobernando el mundo, dirigiéndolo según Su propia voluntad y para Su propia gloria eterna.

      Diez mil centurias antes que los cielosfuesen en sus cimientos afirmados,los mundos por venir, los luengos siglosestaban ya en Su mente planeados.El vil gusano, el ave pasajera,los tronos con sus reyes coronados,el fin de dinastías, pueblos, eras:todo estaba en Su mente decretado. (Isaac Watts)

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