Cómo ser empleado público y no morir en el intento. Carlos G. Fernández

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Название Cómo ser empleado público y no morir en el intento
Автор произведения Carlos G. Fernández
Жанр Социология
Серия
Издательство Социология
Год выпуска 0
isbn 9789878711744



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que conforma esa complicada maquinaria que es el Estado.

      Nadie como ellos ha soportado estoicamente frente a sus responsabilidades, haciendo oídos sordos a tantas mentiras de esos personajes ajenos y otros no tanto que no hacen más que dañar la figura, la familia, la carrera y hasta denigrar la persona del empleado público.

      Por esto estoy aquí. Para anularlos. Para desenmascararlos. Para desacreditarlos y levantar un grito desde muy dentro de mi corazón: ¡¡¡BASTA DE MENTIRAS!!!

      Parece que nadie les dijo. Parece que nunca lo escucharon. Pues hoy lo van a conocer, digerir y asimilar, y lo tendrán que aprender para finalmente fijarlo en sus mentes y corazones.

      Sí.

      Hoy me propuse mostrar la realidad a aquellos ojos y oídos taponeados, para aclararles aquellas cosas que parecen no entender.

      A esa manga de caídos del catre les digo: no somos un gasto más. No somos innecesarios. Tampoco nos creemos imprescindibles. Solo somos empleados como ustedes, como él, como todos. Y que no les quepa ninguna duda: Nuestra función es muy importante. Se trata de aportar el recurso humano necesario que hace posible el funcionamiento de todas las instituciones públicas estatales y por ende del Estado.

      ¿Les quedó claro? No hay problema, se los repito cuantas veces sea necesario: nuestra función es muy importante. Se trata de aportar el recurso humano necesario que hace posible el funcionamiento de todas las instituciones públicas estatales y por ende del Estado.

      Ejercer el derecho a réplica en representación de mis pares era una materia que desde hace mucho tiempo tenía pendiente. Por ello hoy finalmente comencé con la difícil tarea de intentar callar esas voces que tanto daño ocasionan a nuestra actividad y darles lugar a otras voces mucho más veraces, que son caricia para nuestra alma y cubren con su manto a las anteriores equivocadas y malintencionadas.

      Pero ¿quién soy yo para decirles esta lengua es mía?

      Nadie.

      Mejor dicho, nadie demasiado importante.

      Simplemente soy un orgulloso empleado público más y mis opiniones solo son respaldadas por las experiencias recogidas en muchos años. Cuarenta y cuatro años no es moco e’ pavo. Es mucho, mucho tiempo. Muchas anécdotas vividas, muchas experiencias recogidas, muchas transformaciones y cambios pasaron por nuestras empresas.

      A propósito:

      Ya mismo quiero dejarles un pequeño recuerdo que grafica ese tiempo transcurrido:

      Ejemplo 1:

      Corría agosto de 1973 cuando comencé mis primeras tareas en el Departamento Provincial de Aguas de Río Negro. Por aquellos tiempos, la ciudad de San Antonio Oeste todavía no contaba con una fuente propia para suministro del vital elemento a su población (agua potable). ¿Saben cómo llegaba el agua a la población? Había que trasladarla en camiones o tren. Después llegó esa obra faraónica para la época que fue el Canal Pomona-San Antonio Oeste, pero hasta ese entonces obtener agua potable era una odisea.

      Ejemplo 2:

      En la misma época en el D.P.A. trabajábamos en toda la provincia apenas 90 empleados. Hoy si sumamos les aseguro que somos muchísimos más.

      Ejemplo 3:

      En esos años, por cada trabajo mecanografiado se necesitaba un empleado y muchas horas de trabajo. Hoy presionás un botón y en pocos segundos salen los informes contables detallados de todas las delegaciones de la provincia.

      Ejemplo 4:

      En la misma época no nos alcanzaban los maletines para traer los billetes del banco destinados a pagar los sueldos. Luego ensobrábamos el dinero persona por persona. Hoy no vemos un sope en efectivo. Con una tarjetita magnética cada empleado retira su dinero directamente en los cajeros electrónicos.

      Ejemplo 5:

      En aquel tiempo, utilizábamos dos escritorios para apoyar el libro contable de tan grande y pesado que era. Hoy está todo almacenado en una memoria de tamaño microscópico.

      Grandes cambios, ¿no les parece? Pero el tiempo pasó y sigo aquí. Me aggiorné, me sumé, me adapté a los cambios, me capacité y continué vigente, a pesar de todo, al igual que muchos compañeros. Cueste lo que cueste. Le guste a quien le guste. El hoy me encuentra firme y paradito frente a Uds. expresando mis sentimientos, sin esperar nada a cambio, solo con el deseo de exigir mayor respeto y un mejor reconocimiento para nuestra profesión. Porque estoy convencido de que lo merecemos, ya que aportamos lo nuestro a diario para una mejor empresa, para una mejor ciudad, para una mejor provincia, en definitiva, para una mejor nación.

      LOS VISTOS Y CONSIDERANDOS

      Comencemos por el principio de las cosas, ¿no les parece?

      En primer lugar, me siento obligado a explicarles mínimamente los motivos que me llevan a levantar la voz en defensa del empleado público.

      Por ello, ya mismo y sin mediar más palabras, les dejo esta resumida y dura fundamentación:

      Estoy harto de escuchar, leer y aguantar a autores de distinta procedencia y calaña que, sin saber absolutamente nada de nuestras obligaciones y tareas, de las presiones que sufrimos a diario y de nuestras alegrías y tristezas, de las horas que le quitamos al descanso para finalizar a tiempo con los trabajos, de nuestras enfermedades relacionadas con el trabajo, utilizando cuantos medios teñidos de amarillo se pongan a su disposición, despotrican en forma artera e injustificada, una y otra vez dañando irreparablemente la figura del empleado público. Perdónalos, Dios. No saben lo que dicen.

      A pesar de estar convencido de la veracidad de las afirmaciones aquí vertidas, debo confesar que dudé mucho respecto de si era conveniente publicar estas líneas. No porque tenga dudas sobre lo que allí se afirma, sino por temor a los prejuicios y las malas interpretaciones, los intereses en juego. No existe el deseo de entorpecer ni que supongan que me mueven fines oscuros, intereses mezquinos o cuestiones políticas cuando la verdadera y única intención es poner en valor la figura del empleado público.

      OPINIONES SIN FUNDAMENTO

      A diario nos adjudican mala atención o falta de educación, sin tener en cuenta que, los problemas que plantean a veces son, en verdad, de difícil solución y otras directamente no la tienen, pero ellos solo pretenden una respuesta favorable. A ellos les digo:

      Si supieran las cosas que pasan diariamente atrás de esos mostradores tal vez pensarían distinto: exageradas presiones de encargados de turno que para ocultar su ineficacia nos hacen responsables de sus propios errores. Eternas discusiones internas por espacios, puestos perdidos o ganados en forma indebida o no. Desgastantes luchas a veces estériles por alicaidos sueldos que no alcanzan para una vida digna. Tantísimos problemas oficiales o particulares, que a menudo revientan nuestras cabezas molestando nuestro ánimo y disposición en la tarea. En estos casos el empleado privado tendría derecho a hacer un alto en el camino para consultar a su psicólogo. El empleado público, sin embargo, si detiene la tarea es considerado un vago y además le descuentan del sueldo las horas no trabajadas.

      Otros afirman, sin realizar estudio alguno, que somos los culpables de un abultado gasto público.

      ¿Acaso no se les ocurrió pensar que, tal vez, la escasez de fondos en un erario público maltratado probablemente tenga que ver más con imprevisión, falta de austeridad, falta de apego a las normas, ausencia de controles obligatorios, malversación en los gastos, corrupción, etc.? En tal caso correspondería caer sobre los irresponsables que hacen mal manejo de los dineros públicos y no generalizar, metiendo erróneamente en la bolsa a tantos buenos empleados y funcionarios que nada tienen que ver con estas irregularidades y que solo cumplen con la obligación diaria de concurrir a sus puestos de trabajo para que todo funcione por los carriles normales. Léase: para que todos tengamos salud, seguridad o para que nos llegue el agua a nuestras canillas, etc.

      FALTA DE MOTIVACIÓN Y SENTIDO DE PERTENENCIA

      Es tan difícil para estos opinólogos de turno, darse cuenta que, al ver un empleado