Название | Escuela preparatoria de Jalisco |
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Автор произведения | Liliana Barraza Martínez |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9786077420255 |
Cuando se hizo este comentario, Cornejo Franco tenía 19 años de edad. Ya cumplidos los 20, su dilecto maestro y director de la Preparatoria de Jalisco, Agustín Basave y del Castillo Negrete, lo designó para el cargo de bibliotecario (en el registro de la historia, le correspondió a Aurelio Hidalgo ser el primero, desde la apertura de la escuela).
Zona de resguardo de los fondos especiales.
Por este motivo, entre otros, en sesión solemne del Consejo General Universitario efectuada en octubre de 1957, se le nombró Maestro Vitalicio de la Universidad de Guadalajara.
Continuando con la descripción del interior de la biblioteca, en la parte superior se encuentran sus fondos especiales, que se permite consultar a quienes se acrediten como investigadores, ya sean hombres o mujeres.
Su estructura estimula la intimidad entre el libro y el lector.
En el centro de la sala están dos largas mesas unidas por una de sus cabeceras, y a cada lado de ellas se distribuye una docena de sillas, y más dos en cada extremidad.
Inmediatamente después de la entrada principal está un pequeño escritorio de hechura reciente que utiliza el responsable de la biblioteca.
En 2007, al fondo del recinto se instalaron cinco computadoras para ofrecer al estudiantado el servicio de internet. De esta forma, cuando hay “casa llena” es porque 31 personas hacen uso de sus servicios.
De acuerdo con un conteo muy reciente de su acervo, la biblioteca cuenta con 5,588 títulos y 8,377 volúmenes. De ellos, 1,744 integran sus fondos. En 1999 y 2000 recibió en donación un par de fondos, uno por cada año.
El primero de ellos —donado por José Guadalupe Guerrero Beas, personaje mejor conocido como el Manotas— fue entregado personalmente por su sobrino Ernesto Guerrero Águila en representación de los familiares de tan querido profesor, fallecido poco tiempo antes. Quien hizo la entrega manifestó que hacía por algo bien sabido por todos: el enorme cariño de su tío por la Preparatoria de Jalisco.
El otro fondo fue entregado personalmente por su donador, el exestudiante de esta escuela Guillermo Cosío Vidaurri.
Sin embargo, por ser un centro educativo, los libros más solicitados en esta biblioteca son los de consulta, relacionados con las materias que en él se imparten.
Uno de los textos más antiguos que resguardan la estantería de la biblioteca data de 1785. Es la traducción al castellano de Espectáculo de la Naturaleza, o conversiones a cerca de las particularidades de la Historia Natural, que escribió originalmente en francés el abad M. Pluche. Es el tomo segundo y contiene 284 páginas, más índice alfabético, tabla de estampas, índice y fe de erratas.
Quien acude a la biblioteca no puede dejar de admirar el excelente trabajo del tallado de la madera de ébano en las molduras, tornos y remates de estilo neoclásico de su estantería, mesas, puertas y sillería.
Aunque lo más exquisito del trabajo con la madera no se encuentra aquí, sino en la que fue la Dirección del Instituto del Señor San José, espacio que actualmente da cobijo a la sala de maestros y a la delegación sindical. La riqueza del tallado es propia de la moda de su época, es Art Nouveau.
Elementos y detalles del tallado en madera.
Laboratorio de física
No es una exageración afirmar que es obligatorio describir este espacio dedicado a la ciencia, ya que posee cinco particularidades que lo hacen único respecto del resto del inmueble que ocupa la escuela. En primer lugar, aunque parezca ilógico, es más antiguo que la propia institución, pues entró en funciones desde la creación del Instituto del Señor San José; y en segundo, desde su apertura hasta el presente se encuentra en el mismo sitio: en la pared oriental (la que da a la calle de González Ortega, pero se carga hacia el norte, a la de San Felipe) y en el segundo nivel. Ocupa el espacio de un par de salones amplios y desde él se puede ver al exterior porque cuenta con seis ventanas con sus respectivos balcones.
Una tercera peculiaridad de este espacio es que en su interior hay siete majestuosas vitrinas. Se les puede dar este calificativo no sólo por su tamaño, sino también por el elegante, recio y delicado trabajo de ebanistería en ellas realizado. Por sus dimensiones, tuvieron que ser fabricadas ahí mismo, pues era imposible introducirlas por la puerta de acceso.
El laboratorio de física: un museo en la preparatoria.
La originalidad del mobiliario no se pudo mantener en su totalidad. Los cinco gabinetes sobre los que se trabaja son un producto híbrido ya que su base original es de principios del siglo xx, en la cubierta se utilizó simple aglomerado y los escritorios son de hechura reciente.
También es único el equipo con el cual realiza las prácticas de electricidad, mecánica, óptica y calor su comunidad estudiantil. En ninguna de las preparatorias del Sistema de Educación Media Superior de la Universidad de Guadalajara se cuenta con su Phywe, de manufactura alemana.
Otros instrumentos que guardan las vitrinas —visibles a través de sus vidrios transparentes, tan añejos como ellas mismas—permiten asegurar que se está en un museo científico. En este laboratorio se puede apreciar la colección de aparatos E. Leybold’s Nachfolger, que algún día debieron de presumirse como lo más novedoso en lo referente a la modernidad científica. Entre otros, están: un electroscopio, el anillo de Gravesande, un generador Wimsherst, el aparato de proyección universal, un radiómetro, el prisma óptico, una caldera para transferencia de energía, tubos de descarga de rayos catódicos, una botella de Leyden, un péndulo electrostático, una balanza de torsión, la máquina de Toepler-Holtz, un carrete de Ruhmkorff…
Aparatos del laboratorio de física de finales del siglo XIX.
Pero en toda una centuria se ha repetido la cantaleta de quienes quieren restarle mérito a esta posesión; una y otra y otra vez se repite y remarca que todo esto es herencia de los jesuitas. Quienes esto afirman no mencionan que cuando las “salvajes” tropas revolucionarias ocuparon el inmueble y lo transformaron en cuartel respetaron los salones de laboratorios y lo que en ellos había, como lo externó el coronel de la “horda” constitucionalista Juan Bautista Calderón al rector jesuita, de nombre Gerardo Decorme.
Fue tanto el interés del militar revolucionario por los aparatos científicos que se al respecto se le preguntó al rector del Instituto: “¿Dónde están sus profesores? para que hagan experimentos a mis soldados”.
Esta ocurrencia adquiere otra dimensión cuando se lee lo que María Teresa Mendiola Cueto escribió en la publicación plegable titulada Un legado de la ciencia:
En 1876, James Clerk Maxwell, definía a los scientific apparatus, como “cualquier objeto necesario para realizar un experimento. El instrumento científico puede ser empleado para la producción de un fenómeno particular, la eliminación de los efectos de agentes externos al proceso estudiado o la regulación