Название | Los escribanos de Antequera |
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Автор произведения | José Escalante Jiménez |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788416110636 |
Aunque no es el único, tan solo a nivel de la provincia de Málaga, tenemos que reseñar los estudios del profesor Pedro J. Arroyal Espigares, especialmente su publicación El notariado en Málaga durante la Edad Moderna…[2], donde aborda por primera vez en conjunto la estructura del notariado malagueño, tratando de determinar los distintos oficios del número y su cadencia sucesoria. Junto a este estudio no deben olvidarse determinados capítulos de libros que la Dra. Esther Cruces Blanco publicó en su momento, de manera individual o en conjunto con la profesora Mª. Teresa Martín Palma y el doctor mencionado más arriba Pedro Arroyal Espigares[3].
Otros trabajos más concretos sobre el mismo tema nos lo encontramos con la profesora Alicia Marchant Rivera[4], entre los que destacamos su tesis Los escribanos públicos en Málaga, bajo el reinado de Carlos I, que fue publicada en 2002.
Más recientemente la aportación de la doctora Eva Mª. Mendoza García[5], más en la línea analítica de Miguel Extremera, nos detalla multitud de aspectos del notariado malacitano del siglo XVII, con sus trabajos Pluma, tintero y papel. Los escribanos de Málaga en el siglo XVII (1598-1700), o Los escribanos de Málaga en el reinado de Felipe IV (1621-1665).
Todos ellos tenían como referente muy lejano en el tiempo obras fundamentales recogidas en el Congreso organizado en Estrasburgo en 1978[6], y las Jornadas de Metodología Aplicada de las Ciencias Históricas (1973) y el II Coloquio de Metodología Aplicada… (1982), ambos en Santiago de Compostela[7].
Además, en el caso malagueño sigue siendo una referencia imprescindible, en los estudios que centran su interés en los protocolos notariales, la obra de la Dra. Marion Reder Gadow Morir en Málaga…[8]. Este libro abrió las puertas a análisis posteriores en la materia.
En otros espacios, siempre debemos de tener en cuenta las aportaciones que desde hace más de dos décadas realiza la profesora María Luisa Pardo Rodríguez, desde la Universidad de Sevilla, como “El notariado de Sevilla en el tránsito a la Modernidad”, o Señores y escribanos. El notariado andaluz entre los siglos XIV a XVI[9]. En el caso de Granada, trabajos recientes de la Dra. Amalia García Pedraza intentan clarificar determinadas cuestiones relativas a los notarias de la capital granadina, principalmente en la formalización de inventarios que sirvan para el investigador[10].
Por último, tampoco podemos dejar atrás el importante y más reciente trabajo de Leonor Zozaya Montes, De papeles, escribanías y archivos: escribanos del concejo de Madrid (1557-1610)[11].
Algunas veces tan solo hace falta raspar levemente una superficie para descubrir que debajo se esconde una realidad bien diferente, como ya apuntaba James Amelang en su obra La formación de una clase dirigente: Barcelona 1490-1714[12]. En ella opinaba sobre la dificultad de determinar el lugar que ocupa un individuo en la sociedad.
En nuestro caso, hemos tomado como referencia las obras mencionadas y otras muchas sobre la realidad del notariado.
Partiendo de estos trabajos analizamos el caso de estos escribanos en el ámbito de una ciudad concreta como es Antequera.
La elección de este espacio urbano para realizar nuestra investigación tiene una intencionalidad clara, al conjugarse en él una serie de características geográficas y urbanas muy concretas y que difícilmente se van a dar unidas en otros lugares. El marco referencial suma un territorio superior a la antigua demarcación política de la comarca, ampliando espacio a un entorno que se está comenzado a denominar “tierras de Antequera”
En primer lugar, en este entorno la ciudad de Antequera aparece como centro neurálgico y referencial, rodeada de una serie de localidades que establecen un sistema radial que va a estar funcionando administrativamente toda la Edad Moderna.
En segundo lugar, el archivo de protocolos de Antequera, presenta una serie de características singulares, que propician de una forma determinante su análisis y estudios Prácticamente no tiene lagunas, conserva los instrumentos de descripción originales y tiene perfectamente definidos sus oficios.
En tercer lugar el conjunto de protocolos continúa hoy día vinculado a la ciudad en su Archivo Histórico, circunstancia esta que hace posible relacionar en conjunto la masa documental de este entorno.
El Archivo antequerano además conserva un conjunto documental único en total 12 Fondos y más de 30 archivos, que cubren de forma inusual cualquier orientación investigadora, dando una amplia y completa visión de todos los aspectos de una sociedad tan compleja como la que se estructura en el corazón estratégico de Andalucía.
A este significativo conjunto de archivos debemos añadir las fuentes historiográficas locales[13], que en el caso antequerano suponen un destacado recurso como fuente esencial para el conocimiento de la historia local en todos sus aspectos. En nuestro caso ha sido de una gran utilidad la consulta e información que nos ha aportado sobre el ámbito de la fe pública, y base para contextualizar la vida cotidiana de esta singular ciudad que es Antequera, y que por su trascendencia le dedicamos un capítulo en este estudio.
Por otra parte debemos señalar que el objeto principal de este trabajo tiene dos claros propósitos. El estudio y análisis de este importante grupo social, como son los escribanos en la estructura de la Edad Moderna y en el contexto de Antequera, que era una asignaturas pendientes en la historiografía de esta ciudad, dado el importante papel que jugaban en la sociedad, el colectivo de los escribanos y la perfecta conservación del fondo documental en sí.
Por otro lado, y es la tarea más laboriosa emprendida, identificar los distintos oficios y la elaboración, de forma definitiva, de un inventario general del fondo, tanto a nivel cronológico como a nivel de oficio. Este punto ha centrado más de una década de nuestro trabajo, para redactar el catálogo e inventario conseguido, y en el cual se ha analizado la vinculación de los distintos escribanos a sus correspondientes números.
A este respecto y más como anécdota, señalar, que tras haber sido clasificados y agrupados en su correspondiente número, el humanista D. José A. Muñoz Rojas, me hizo entrega, poco antes de fallecer, de la fotocopia de un pequeño cuaderno manuscrito de tamaño un octavo y redactado a finales del siglo XVIII, que contenía la clasificación que tanto esfuerzo supuso. No obstante, este documento ha venido a valar y contrastar el trabajo realizado y en su caso corregir algunos datos.
Cronológicamente hemos encuadrado nuestro estudio entre 1475 y 1865. La elección de estas fechas no es aleatoria y se corresponden, como veremos, a dos circunstancias concretas.
A pesar de que Antequera se incorpora a la corona de Castilla en 1410, la documentación conservada de los distintos Fondos no tienen continuidad hasta bien entrado el siglo XV. El Archivo Municipal solo conserva documentos esta centuria indicada, en la sección denominada disposiciones y autoridades supramunicipales, donde encontramos reales cédulas, reales provisiones, cartas de merced, privilegios, pero todo con grandes lagunas temporales y que dan una información muy parcial y nula en el caso de la información sobre las escribanías. Paralelamente a esta tipología documental se conserva un importante libro copiador en la sección de secretaria general, se trata de un instrumento formado a partir de 1516, y que traslada en el mismo copias literales de esas disposiciones de la Corona, conservadas a la hora de iniciar el libro. Prácticamente, salvo con tres documentos, coincide la conservada en la sección de disposiciones y autoridades supramunicipales con lo trasladado a este copiador.
La otra sección que conserva documentos del siglo XV es la de gobierno en su serie de actas capitulares, que dan comienzo en 1491.
El fondo documental de protocolos notariales comienza con documentación a partir de 1495, aunque en el legajo 49 del oficio primero correspondiente a Fernando de Molina, se incluye un cuadernillo con las actas capitulares de 1491, antes aludidas.
Por último, se conserva un libro de repartimientos realizados por el bachiller Alonso Serrano, que en realidad se trata de una copia mandada hacer en el siglo XVI, la cual fue transcrita y analizada en su día por el profesor Alijo Hidalgo[14].
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