Название | Los escribanos de Antequera |
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Автор произведения | José Escalante Jiménez |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788416110636 |
Las franquezas y exenciones concedidas a Antequera, al poco tiempo de su conquista cristiana, contribuyeron a la llegada de personas de diferentes procedencias y extracciones sociales, que reactivarían una comarca básica para la expansión castellana hacia Granada.
Junto al papel logístico desempeñado por la urbe antequerana, y su jurisdicción, la ciudad experimentó un notable aumento en el volumen comercial. La necesidad de reflejar las transacciones efectuadas de un núcleo de población en crecimiento conoció la consolidación de la figura de las escribanías públicas, impulsadas, especialmente, con la llegada al trono de los Reyes Católicos. Como fedatarios de los documentos expedidos, los escribanos, antecedentes de los notarios actuales, comenzaron a representar un colectivo de indudable peso en el conjunto de las comunidades donde se ubicaban.
Así va a quedar atestiguado en las páginas siguientes, ceñidas a Antequera, pero cuyo reflejo puede refrendarse en localidades de similares características o en otras de singularidades dispares, con naturalezas y desarrollos económicos o sociales diferentes.
El arco cronológico contemplado en esta obra del Dr. Escalante Jiménez nos permite recorrer etapas históricas del área antequerana, en las que fueron asentándose verdaderas sagas de escribanos. Las estrategias matrimoniales y las redes sociales desplegadas llegarán a alcanzar auténticos entramados de control del sistema de escribanías, con la entidad social, económica y política que ello conlleva.
Aunque las fuentes documentales principales para la elaboración de este libro han sido los más de tres mil volúmenes de escrituras de los escribanos de Antequera, el autor supo complementarlos con informaciones de los distintos fondos del rico Archivo Histórico Municipal de Antequera, además del examen de legajos de diversas instituciones archivísticas. Sin olvidar la riqueza de datos atesorada en las Crónicas e Historias de la ciudad, elaboradas durante los siglos XVI-XVIII.
Los dos capítulos que articulan la obra del Dr. Escalante Jiménez nos trasladan al origen del establecimiento de los oficios antequeranos, ubicando en el entramado urbano a sus protagonistas y lugares de desempeño de la actividad, especificando la tipología de las propias escribanías. Los deseos de obtener ingresos adicionales a su trabajo, o la particular inclinación por una variada ocupación llevaron a dichos escribanos a “cultivar” trabajos muy dispares. Especial atención dedica el autor a la cuestión de la mentalidad en el marco de este colectivo, con epígrafes que describen las particularidades de las devociones y cofradías en las cuales quedaban integrados. Este apartado es de gran interés, por cuanto observamos la preocupación de los escribanos por integrarse en uno de los instrumentos de integración y sociabilidad mayores de la época, como es el mundo cofrade.
El segundo capítulo es una de las grandes aportaciones al conocimiento de la sociedad antequerana, que rebasa los márgenes de contenido de este libro. Toma de ejemplo la familia de los Talavera, junto a otras referencias domésticas, que manifiestan los engranajes, vicisitudes y aspiraciones de quienes iniciaron determinadas escribanías y continuaron construyendo un armazón familiar más allá de la propia existencia de cada uno de los escribanos. Casamientos y acuerdos puramente mercantiles enseñan las directrices mantenidas década tras década por miembros de un grupo social con influencia y motivaciones que superaban las inherentes a la profesión ejercida.
En definitiva, estamos ante un estudio necesario, de conjunto, del cual adolecía Antequera, pese a la relevancia de la ciudad a lo largo de los siglos del Antiguo Régimen. La presente obra completa un gran espacio en el panorama historiográfico de la urbe antequerana, y su valor viene del contenido, del enfoque y de un libro avalado por la trayectoria investigadora y de publicaciones de su autor.
Málaga, octubre de 2015.
Juan Jesús Bravo Caro
Profesor Titular de Historia Moderna y
Director del Departamento de Historia Moderna
Y Contemporánea de la Universidad de Málaga.
Introducción
La consonancia “información = poder”, es una ecuación o regla que tenían perfectamente clara los escribanos. Eran conscientes del valor que tenían los documentos por ellos custodiados y generados, en el entorno de una sociedad con una gran mayoría de analfabetos y con unos niveles culturales raquíticos, muy lejanos a la realidad de nuestros tiempos, donde la información y el conocimiento llega a superar la capacidad de asimilación por parte del ser humano.
Sin embargo, nada más lejano en la sociedad del Antiguo Régimen, donde la información es poder, nadie mejor que los escribanos tenían ese privilegio, nadie como ellos tenían ese concepto global de la sociedad en la que convivían. Su constante e indispensable presencia en la vida cotidiana de villas, pueblos y ciudades lo hacían una figura indispensable. Estaban presentes en la administración. Su firma rubricaba actas del cabildo y expedían cuantos documentos el municipio o las Chancillerías o cualquier organismo burocrático tenían necesidad. Estaban presentes en las instituciones, cofradías, gremios y sociedades. Pero, además, sería imposible el funcionamiento diario de la sociedad sin su presencia. Por sus pupitres pasaban arrendamientos, compra ventas, testamentos, particiones, obligaciones y contratos de todo tipo. Se expedían poderes a procuradores o a terceros, en definitiva la figura del escribano era uno de los pilares fundamentales de la sociedad castellana, al que todo el mundo acudía para solventar sus negocios y sus necesidades.
El escribano no solo era el redactor de documentos entre partes. La justicia municipal le da un papel importantísimo. Además, era el responsable de la custodia del archivo del oficio en el caso de los escribanos de número, circunstancia vital que acentúa ese poder de esta institución, ya que expedirá copias de escrituras y documentos y será fundamental, por ejemplo, a la hora de realizar las particiones, ya que estas tenían que realizarse ante el escribano u oficio donde se había otorgado la última voluntad. No se podría llegar a entender la sociedad de la Edad Moderna sin la presencia del escribano.
Pero en una sociedad como esta, además, tenemos que tener en cuenta un factor fundamental, la tremenda diferencia de grupos sociales. A los escribanos no acudía cualquiera. Su principal clientela era la nobleza, la burguesía, comerciantes, labradores, ganaderos, e instituciones como la Iglesia. Es decir, en general la elite y sus afines. El conocimiento que sobre estos grupos sociales ejercerán los escribanos será la fuente de su poder. Nadie mejor que ellos llegaron a conocer los entresijos de los grupos privilegiados y conscientes de ello se aprovechaban de su conocimiento para pactar matrimonios, adquirir patrimonio e intentar en definitiva jugar su papel de control en una sociedad que muchas veces se dejaba hacer.
Fruto de su actividad es la generación de un volumen ingente de información plasmada en gruesos volúmenes, que recogen la vida cotidiana de nuestras ciudades. Material indispensable para el historiador actual a la hora de conocer la realidad de nuestro pasado. Ningún documento nos aporta una información más fidedigna ni exacta que los registros de protocolos. En definitiva, el escribano es pieza clave en las redes clientelares, y en el control y conservación de la memoria.
No obstante, el estudio de esta figura y su mundo no ha tenido su justa contraprestación. Secularmente estuvo en un segundo plano, siendo más estudiado y analizado en el ámbito jurídico que en el histórico. Esta situación está cambiando en las últimas dos décadas, pues están apareciendo números trabajos que están configurando el corpus historiográfico justo. Además, constatamos de la existencia de grupos de investigación dedicados al análisis de esta institución, en sus aspectos más generales e incluso particulares, como su influencia en el mundo cultural y literario de su época, o al análisis pormenorizado de determinados individuos.
Por señalar tan solo uno de los trabajos más meritorios en este sentido indicaremos los estudios realizados por Miguel Ángel Extremera Extremera sobre el mundo notarial en la Edad Moderna en Córdoba[1], probablemente una de las obras mejor estructuradas de las últimas décadas, y que de forma contundente desmitifica determinados aspectos relacionados con la teórica homogeneidad de