Название | Praxis de la poesía |
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Автор произведения | Jean-Clarence Lambert |
Жанр | Языкознание |
Серия | Pùblicaensayo |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9786078636822 |
V
Praxis de la poesía, originalmente titulado Les armes parlantes, es una obra donde la palabra poética se hace novela, fluye por el diario de viaje la crónica y el poema en prosa, esta movida por la pasión de las palabras –esa “mirada de las palabras” que proyecta la obra de Lambert– y por un impulso poético y político, dramático y desde luego trágico, como quedará claro al lector que visite esa “salida de emergencia” que es el poema “La anti-leyenda del siglo”(1999), secreta y no tan secretamente inspirado en Zona (1913) de Apollinaire, uno de los maestros de Andrè Breton, Octavio Paz y Jean-Clarence Lambert. Este poema no se encontraba recogido en la edición original, como tampoco se encontraba incluido el poema “El fuego de las palabras” que dedicó a Paz y cuya versión final se presenta aquí. Sarane Alexandrian caracterizó a “La anti-leyenda” como un ‘poema catástrofe’, Lambert lo leyó en París en la librería La Hune el 31 de diciembre de 1999, y fue traducido antes por Ángela García, aquí hemos preferido dar una versión nueva.
VI
Praxis de la poesía alcanza los ejes extremos de lo poético y de lo político, de la naturaleza del amor y de la de la ciudad y la justicia. Se da como un despertar a un mundo donde la desolación por la conciencia de la destrucción del planeta a partir del término de la segunda guerra, se acompaña de una luminosidad envolvente en los terrenos de la naturaleza, la pintura y el amor. La reflexión sobre el laberinto guía como un río subterráneo, a veces oculto, a veces manifiesto estas páginas donde las vanguardias parecen mirarse al espejo para orientar mejor sus pasos por el laberinto de la historia.
VII
Jean-Clarence Lambert publica Praxis de la poesía (Les armes parlantes. Pratique de la poésie) en 1976 a sus 46 años. Octavio Paz, su amigo y lector-leído, que le lleva poco más de tres lustros cuenta con 62 años de edad. El primer capítulo, “Quinto sol”, está dividido en tres incisos: “Esos lugares no lugares, esos exilios nómadas”, “Tarahumara”, “Ollintonatiuh” refiere el encuentro de Lambert con el texto ¿Águila o sol? que tradujo en 1950 en “los sótanos de Barthelemy en los antiguos depósitos del mercado de Les Halles, que fueron demolidos para dejar lugar al Centro Pompidou.” En el texto de Lambert se cuenta cómo el entonces joven poeta francés de veinte años iba trasladando a su lengua los poemas del mexicano mientras calaba con una sonda de metal la masa de los quesos (Gruyère, Comté o Emmenthal). ¿Águila o sol? terminaría publicándose, después de numerosos ajustes, aproximaciones, tanteos, versiones y revisiones, años de espera con dibujos de Bona de Mandiargues con el sello de Falaize en París. Paz recibió el 5 de septiembre de 1957 el libro recién editado. Entre tanto Lambert ya había viajado a México en el invierno de 1957-1958 y empezaba a ser conocido aquí gracias a su amigo Octavio quien le anunciaba desde el 12 de abril de 1957 que sus poemas serían publicados en el número 10 de la Revista Mexicana de Literatura, dirigida por Carlos Fuentes. El inciso titulado “Tarahumara” recoge un diario de viaje de Lambert por Chihuahua y por la Sierra Madre Occidental donde se encuentra la región misteriosa de la tarahumara a cuyo llamado acudió Antonin Artaud. En este diario de viaje se ve cómo el vanguardista francés traductor de los poetas suecos Gunnar Ekelöf y Artur Lundkvist no sólo encontró las huellas de Artaud sino recibió, por así decir, una iniciación en los misterios del México profundo cuya vida compartió durante varias semanas en compañía de la que sería su segunda esposa sueca: Asa Scherdin, con la que se casó en Chihuahua y con quien tuvo dos hijos. Lambert no sólo conoció a los indígenas de aquellas tierras sino también convivió con los indigenistas y estudiosos locales de entonces. Su viaje fue referido en una crónica recogida en la revista francesa Le Nouvel Observatreur.
Lambert anota en una carta personal dirigida al suscrito que el “pequeño cuaderno azul que me acompañaba entonces se encuentra ahora en los archivos OP de Princeton, después de haber sido expuesto (fetichizado) en varias ocasiones.” El barrio de ese antiguo mercado donde “se encontró colgado a Nerval en la calle de la Vieille Lanterne, donde Apollinaire ubica al músico de Saint Merry, y donde Octavio Paz encontró al poeta Robert Desnos en París, luego de su regreso de España en la guerra civil española”.5
Cuando Jean-Clarence termina la traducción de ¿Águila o sol? al francés, la envía de inmediato a Gaston Bachelard, éste le responde el 22 de mayo de 1957 según refiere Herve-Pierre Lambert:
¡Cuántos días han pasado desde el hermoso día en que me envió usted Aigle ou Soleil! El libro no se ha ido desde entonces de mi mesa. Y la carta le dirá difícilmente la felicidad que he tenido leyendo sus páginas admirables.6
Por otro lado, según recuerda Lambert en la página “Liminar” que precede a Jardines errantes, la edición de las Cartas (de Octavio Paz) a J.-C. Lambert, 1952-1992:
En Les armes parlantes, pratique de la poésie (1976) relato cómo conocí a Octavio Paz. Fue en París, en 1951, cuando yo apenas tenía veinte años y había regresado de Estocolmo, donde había leído, por azar –¡realmente por azar objetivo!– el poema “Sueño de Eva” (que posteriormente pasaría a titularse “Virgen”). Mis amigos constituían entonces el pequeño grupo de jóvenes surrealistas que rodeaba a André Breton, quien acababa de presentar la primera exposición parisina de Tamayo. Y fue Tamayo quien me propuso acompañarlo una mañana a la Embajada de México, donde trabajaba Octavio de tercer secretario, en una oficina muy modesta en el primer piso y que daba a una galería que recorría un balcón interior.7
VIII
Casi veinte años más tarde, al recibir el libro cuya traducción el lector tiene entre las manos. Paz escribe una carta a Lambert, fechada el 27 de julio de 1976, que continúa el diálogo de años atrás. En ella lo invita a colaborar en la revista Plural que cerraría muy pronto. La carta ha de ser leída a trasluz de las diversas cartas escritas entre enero de 1952 y octubre de 1992:
Querido Jean-Clarence:
Sí, recibí Les armes parlantes y oí lo que me decían. Armas, sumas de palabras que me tocaron el corazón. (Palabra envejecida, amada por Breton y Camus y que hoy casi nadie pronuncia, palabra que es como una lámpara en una cripta.) El subtítulo de tu libro dice: “Práctica de la poesía”. Hay que añadir que la poesía abraza la totalidad humana y que no sólo es amor, visión, combate, soledad sino amistad. Esto lo sabían muy bien los filósofos griegos y romanos pero mejor aún y más profundamente los poetas chinos. La amistad es una transparencia que nos hace vernos a nosotros mismos en el otro con el que hablamos. En el amor nos olvidamos; en la amistad nos encontramos.
En un momento en que la poesía de Occidente –y probablemente la del mundo entero pierde literalmente la cara, no sólo en el sentido corriente de la expresión sino en el espiritual: el que pierde la cara pierde el ánimo y la ánima, pierde el alma– tu libro es un acto de valor y una reconquista: le da la cara al mundo y así recobra el alma. Poesía contra la historia pero en la historia. Gracias.
Mi silencio ha sido imperdonable (te pido, no obstante, perdón) e inexplicable (aunque trato de explicártelo: los quehaceres de cada día, los desplazamientos de ciudades, el dejar para mañana lo que debe hacerse hoy hasta que esa pequeña falta se convierte en una omisión del tamaño de una montaña y resignarnos a pensar en nuestro amigo sin poder escribirle…)
Tal vez nos decidamos a visitar París el año próximo. ¿Estarán ustedes allí?
Un gran abrazo doble, a los dos, de Marie Jo y de Octavio
P.D. Envíanos de cuando en cuando algo –pienso en crónicas de arte y literatura– para Plural. ¿Recibes