Correr al máximo nivel. Arthur Lydiard

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Название Correr al máximo nivel
Автор произведения Arthur Lydiard
Жанр Сделай Сам
Серия Running
Издательство Сделай Сам
Год выпуска 0
isbn 9788499109435



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Thinkstock/Pixland

      Capítulo 1: Los veintiún factores

      Los siguientes veintiún factores influyen en cualquier atleta. Algunos son fácticos, otros son físicos, el resto, mentales. Todos ellos tienen que ver con el rendimiento del atleta, con los éxitos a los que aspira y los logros que puede conseguir.

      Estos factores son los siguientes:

      • La fecha de la carrera.

      • El reto que la carrera representa.

      • La edad.

      • El talento.

      • El estado físico.

      • La alimentación.

      • El consumo de drogas.

      • Las hormonas.

      • La preparación fisicoculturista.

      • La técnica.

      • La capacidad aeróbica.

      • El peso.

      • La grasa corporal.

      • Los métodos de entrenamiento.

      • La preparación.

      • La táctica.

      • La autodisciplina.

      • Las condiciones de la pista.

      • El estado del tiempo.

      • La oposición.

      • El equilibrio entre ejercicios aeróbicos y anaeróbicos.

      Sobre algunos de estos factores se habla en más de un capítulo. Por ejemplo, el peso y la masa de grasa corporal en un momento determinado son hechos, pero también son condiciones físicas que pueden ser alteradas. Por otro lado, hay algunas condiciones físicas que pueden alterarse con ayuda de la mente o que pueden influir en actitudes mentales. Cada una es una parte integral del atleta y de su pequeña enciclopedia personal.

      No hemos establecido ningún orden de prioridad, porque no lo hay. Pero, quizá, el factor más importante de todos ellos es el primero: la fecha de la competición.

      Piensa en ello. No se necesita ser un Einstein para darse cuenta de lo importante que es la fecha de una carrera. Tanto si la carrera es un campeonato de club como una competición nacional o una final olímpica, todo lo que pasa cuando se acerca el día —y estamos hablando desde semanas hasta años, dependiendo del grado de experiencia y de la ambición del atleta— apunta a este acontecimiento único. Cualquier otra cosa en este camino no es más que un peldaño hasta el objetivo final. De modo que todo lo que haga el atleta en este periodo preparatorio debe ser controlado correcta y adecuadamente para conseguir el rendimiento óptimo cuando se oiga el disparo de salida el gran día. Si lo dudas, escucha lo que dicen algunos atletas después de una competición. Son conocidas sus excusas después de algunos campeonatos, sobre todo después de la Commonwealth de 1990 y de los Juegos Olímpicos de 1992. La mayoría de estos títulos olímpicos se ganaron en épocas en las que muchos atletas habían progresado lentamente y que, llegado el día, no consiguieron mejorar su rendimiento en ninguna parte. Una prueba clara de ello fueron los 10.000 m. La carrera se ganó en 27 minutos y 46 segundos. Hubo corredores en la pista que habían estado cerca de los 27 minutos en carreras previas y que ni siquiera pudieron bajar de los 28 minutos ese día, el más importante de su carrera deportiva.

      Esto demuestra que la fecha de la carrera es, de hecho, el factor clave de un entrenamiento adecuado. A menudo digo a la gente joven: «Mirad. El último año corristeis la mejor carrera de vuestra vida. Todo fue bien y lo hicisteis lo mejor que pudisteis. Ahora, si sabéis por qué fue así y seguís vuestro programa de entrenamiento correctamente para alcanzar otra vez el máximo nivel el día de la carrera que deseáis ganar esta temporada, entonces pienso que sabéis cómo debéis entrenaros. Pero hasta que no consigáis hacer esto, no tenéis ni idea. Sólo sois unos buenos atletas que, un día, sin daros cuenta del porqué, hicisteis una buena carrera».

      Frecuentemente hago referencia a Lasse Virren. Después de sus primeros éxitos olímpicos, Virren se lesionó y no pudo correr durante un par de temporadas. Sin embargo, luego volvió en tan buena forma como antes. Los americanos le acusaron de dopaje, cosa bastante ridícula. El motivo era simplemente que yo había enseñado a los finlandeses a elaborar un programa y a seguirlo para conseguir el máximo nivel cuando lo desearan; y los finlandeses me habían escuchado y habían aprendido. Virren conocía el programa que le proporcionó su primera medalla olímpica. Todo lo que tenía que hacer para continuar ganando era repetirlo.

      La mayoría de los medallistas de los Juegos de 1992 no eran los mejores atletas, sino los mejor preparados el día de la competición. No puedo dejar de hacer hincapié en ello con suficiente énfasis: hay un mundo de diferencia entre ambos tipos de atletas.

      Los 10.000 m de los Juegos de 1992 son el ejemplo perfecto. Claro que alcanzar este nivel no es el final. Se puede continuar manteniendo este nivel una carrera tras otra, hasta que la condición física empiece a deteriorarse. Pero entonces hay que volver y recuperarse.

      Sobre esto, de manera bastante sucinta, trata este libro. Es una guía cuyo objetivo es que consigas estos veintiún elementos a la vez en el lugar y en el momento adecuados. Así podrás lograr tus objetivos en atletismo.

      Empezaremos por considerar por qué correr es un deporte adecuado para todo el mundo: desde un posible campeón olímpico hasta el hombre o mujer, chica o chico, que simplemente quieren disfrutar satisfactoriamente de este deporte para sacar más provecho de la vida a partir de la salud física y mental.

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      © Thinkstock/Hemera

      Capítulo 2: ¿Por qué es importante correr?

      El oxígeno es la clave para mejorar nuestro rendimiento como corredores y corredoras. Podemos gozar de buena salud sin estar en buena forma. O podemos estar en buena forma sin gozar de buena salud. Nuestro objetivo es lograr ambas cosas.

      Lo primero que hay que saber es que la mayoría de las reacciones metabólicas del cuerpo humano dependen, directa o indirectamente, del oxígeno. La clave, por consiguiente, es conseguir el mayor nivel de absorción de oxígeno posible para alimentar los procesos metabólicos.

      Lo segundo es que el único modo para conseguir el máximo nivel de absorción de oxígeno es hacer ejercicio con regularidad durante largas temporadas. Y la única manera de hacerlo, día tras día, es mantener el ejercicio a un nivel aeróbico, no a un nivel anaeróbico.

      ¿Cuál es la diferencia? El ejercicio aeróbico requiere de la presencia de oxígeno; el anaeróbico, no. Un músculo se puede contraer durante un tiempo en condiciones anaeróbicas de escaso suministro de oxígeno. Pero más pronto o más tarde, restaurar el suministro adecuado de oxígeno es esencial para la recuperación de este músculo. En caso contrario, dejará de funcionar eficientemente.

      Los doctores Laurence Morehouse y Augustus Miller, en La psicología del ejercicio, dicen, básicamente, que el metabolismo aeróbico es mucho más eficaz que el anaeróbico, porque se obtiene más energía con cierta cantidad de alimentos cuando las reacciones se producen bajo condiciones aeróbicas. Por consiguiente, se deduce que la actividad aeróbica se puede sostener extrayendo energía del oxígeno que suministramos a los músculos operativos. Cuanto más efectivo es el suministro, más eficaz y duradera será la actividad.

      Esto nos lleva al corazón, el músculo más importante del cuerpo. El corazón bombea y transporta sangre oxigenada desde los pulmones, a través del flujo sanguíneo, hasta los músculos. Debemos enseñar a esta bomba a trabajar progresivamente con mayor resistencia. Así llevará más sangre y con más oxígeno a cualquier lugar. En el cuerpo sólo hay un grupo de músculos